DEBBIE FORD es la reconocida autora de The Dark Side of the Light Chasers, The Secret of the Shadow, Spiritual Divorce, The Right Questions y The Best Year of Your Life . Es también la creadora del reconocido Shadow Process Workshop (Taller del proceso de la sombra) y una pionera en la incorporación del estudio y la integración de la sombra en las prácticas psicológicas y espirituales modernas. Debbie es una destacada disertante y maestra que apareció recientemente en una serie de ABC y también tiene su propio programa de radio.
Apasionada por la educación, Debbie y su comunidad de entrenadores fundaron The Global Heart of Integrative Coaching, una organización sin fines de lucro que se dedica a la construcción de escuelas y a enseñar la habilidad de transformación a comunidades de todo el mundo. Actualmente, Debbie Ford vive en La Jolla, California, con su hijo.
www.DebbieFord.com
www.theglobalheart.org
H asta un ángel tiene algo de diablo nos ofrece una investigación profunda de las fuerzas ocultas que nos conducen a cometer actos increíbles de autosabotaje y autodestrucción. Todos hemos escuchado las historias; aparecen en las noticias, en las portadas de los periódicos y como titulares en los tabloides semanales: el héroe de los Juegos Olímpicos que cae de la gloria después de ser acusado de inyectarse esteroides, el evangelista de la televisión que es arrestado por solicitar servicios de prostitutas, la maestra de escuela que tiene una relación amorosa con uno de sus estudiantes o la estrella de béisbol que apuesta en sus propios partidos. Estas son demostraciones públicas de personas buenas que han tomado el mal camino y se han vuelto nuestra obsesión nacional.
Pero suceden otros innumerables actos de autodestrucción y de crueldad impensada, desconocidos para nosotros, en nuestros propios círculos: el exitoso cirujano de ojos que pierde en apuestas el dinero de la educación de sus hijos, el funcionario público que acepta un soborno, la mamá de la Asociación de Padres de la escuela que tiene una relación amorosa con el mejor amigo de su esposo, el administrador del hospital que comete un fraude con el seguro o el gerente financiero que malversa dinero de sus clientes. Estas son personas que la mayoría de sus pares consideraría buena gente, no delincuentes comunes, psicópatas ni sociópatas, cuyas historias podrían predecir sus comportamientos inescrupulosos. Son personas como tú o como yo, personas que comenzaron con grandes sueños para el futuro. Pero a pesar de sus buenas intenciones, estas personas consideradas buena gente, hicieron cosas malas, la mayoría de las veces sin siquiera saber por qué.
Nuestra sociedad es exuberante en actos de autodestrucción que dejan a la mayoría de nosotros perplejos y preguntándonos, “¿Por qué lo hizo? ¿Por qué lo hice? ¿Cómo pudo suceder esto?” El autosabotaje es el martillo proverbial sobre la cabeza que finalmente nos despierta, exigiendo que prestemos atención. Para la mayoría de nosotros hace falta que suceda algo devastador para que abramos nuestras mentes y nos adentremos en nuestros corazones. Hace falta el dolor de un corazón herido y de sueños destrozados para empujarnos más allá de las realidades limitadas que hemos creado nosotros mismos.
Nos guste o no somos seres espirituales y hay algo en nuestro ADN que nos empuja a regresar a nuestro origen —nuestra verdadera esencia, nuestro yo más grandioso, nuestro ser sin límites. Uno de los modos por los que inconscientemente aseguramos nuestro regreso es a través del dolor. El dolor es el generador más poderoso del cambio. Es la palanca espiritual que abre la puerta a nuevas realidades. ¿Miraríamos nuestro ser más profundo, nos detendríamos en él, lucharíamos con él, indagaríamos en él e iniciaríamos cambios si en nuestras vidas todo estuviese perfecto? Lo más probable es que siguiéramos viviendo día tras día en la comodidad de nuestros mundos conocidos.
El autosabotaje es un catalizador que puede cambiar nuestro mundo en un instante. Podemos ir de arrogantes y ciegos a humildes y abiertos —sólo en cuestión de segundos. El dolor que nos causamos es un tremendo regalo espiritual. Cuando es explorado y entendido por su verdadero propósito, el dolor de nuestro propio autosabotaje revela territorios nuevos e ignotos que pueden cambiar el curso de nuestras vidas.
El bajo fondo de la psiquis humana
El bajo fondo de la psiquis humana, a lo que a menudo nos referimos como nuestro lado oscuro, es el origen de cada acto de autosabotaje. Nacido de la vergüenza, el miedo y la negación, dirige erradamente nuestras buenas intenciones y nos conduce a actos impensados de autodestrucción.
La vergüenza y la negación alimentan nuestro lado oscuro por una simple razón: si aceptáramos nuestras debilidades, defectos y negligencias como una parte natural de nuestra humanidad, tendríamos la habilidad de pedir ayuda cuando nos enfrentamos a un impulso que no sabemos cómo manejar. Reconoceríamos que esos impulsos oscuros —tales como tener sexo con otras personas que no son nuestro cónyuge, tomar dinero que no nos pertenece o mentir para alcanzar una mejor posición— son una parte natural de nuestra humanidad que necesita ser entendida y aceptada. Pero dado que estos impulsos no son explorados ni examinados, quedan envueltos en la vergüenza y la negación y son abandonados en la oscuridad. Y es allí donde nuestro ser de las sombras, con todos estos aspectos no queridos y negados por nosotros mismos, encuentra mayor poder, hasta que un estallido se hace inevitable.
Cada aspecto de nosotros mismos que hemos negado, cada pensamiento y sentimiento que hemos juzgado inaceptable y erróneo, finalmente hace su aparición en nuestras vidas. Cuando estamos ocupados proyectando un negocio, creando una familia o cuidando de aquellos a quienes amamos, cuando estamos demasiado ocupados para prestar atención a nuestras emociones, debemos ocultar nuestros impulsos oscuros y cualidades que nos llenan de vergüenza, lo cual propicia el riesgo de una explosión externa. En cuestión de minutos, cuando menos lo esperamos, un aspecto nuestro rechazado o que no queremos puede aparecer y destruir nuestras vidas, nuestras reputaciones o el fruto de nuestro arduo trabajo. Esto es lo que llamo El Efecto Pelota de Playa.
Piensa en la cantidad de energía que exige mantener una pelota de playa inflada debajo del agua por un largo rato. En el momento en que te relajes o quites la atención necesaria para mantenerla sumergida, la pelota saltará y te salpicará agua en la cara. El Efecto Pelota de Playa funciona cuando has suprimido algo profundamente en tu psiquis, lo has guardado en las hendiduras de tu subconsciente y, luego, justo cuando piensas que todo marcha bien, algo sucede: envías un correo difamatorio al colega equivocado, te ves tentado a traicionar a quien amas por una noche de pasión sin sentido, conduces un auto después de haber bebido tres copas y eres arrestado por manejar ebrio, te encuentran echando mano en el fideicomiso de tu familia, tienes un ataque de furia frente a tu nuevo amante, haces un comentario inapropiado que te cuesta tu empleo, te equivocas en una importante fecha de entrega justo antes de tu gran evaluación, te envalentonas y golpeas a tu hijo en un momento de frustración… En otras palabras, la pelota de playa —tus impulsos reprimidos y tu dolor sin procesar— aparece de pronto y te golpea en la cara, saboteando tus sueños, robándote tu dignidad y dejándote empapado de vergüenza.