John C. Maxwell - Sin límites: Libere el maximo de su capacidad

Conózcase a sí mismo.

—S ÓCRATES

Creo que el conocimiento de uno mismo es el rasgo más escaso en un ser humano.

—E LIZABETH E DWARDS

¡Estoy apasionado por este libro porque estoy apasionado por usted!

Durante cincuenta años he trabajado para mejorar mi vida y ayudar a mejorar la vida de otros. Nada me trae un gozo más grande que ayudar a otros a crecer y a mejorar. He escrito este libro específicamente para levantarlo y ayudarlo a incrementar su capacidad.

¿Cómo es que llegué a escribir este libro? Me vino la idea cuando estaba disfrutando de una de mis cosas favoritas: una excelente conversación con amigos durante una comida. Mientras estábamos hablando, un amigo comenzó a expresar la importancia del potencial y de cómo las personas podían alcanzarlo. Lo cual llevó a una gran conversación que duró dos horas. Cuando nos levantamos de la mesa, alguien dijo: “Nunca he leído un libro sobre capacidad y cómo alcanzarla”. Ninguno de los demás lo habíamos leído tampoco.

Esa conversación realmente me estimuló. Y se quedó conmigo durante dos años. Después de volver a considerar el tema de la capacidad en mi mente en repetidas ocasiones, comencé a hacer preguntas, a escuchar a otros y a aprender sobre ella. Finalmente, me llevó a crear El Desafío de la Capacidad:

El Desafío de la Capacidad

Si usted amplía su consciencia de sí mismo, desarrolla sus habilidades y toma las decisiones adecuadas, puede alcanzar su capacidad.

En otras palabras:

CONSCIENCIA + HABILIDAD + DECISIONES = CAPACIDAD

Ese es el desafío que le estoy presentando en este libro. Si está dispuesto a aceptarlo y a seguir el proceso que describo, ¡su vida va a cambiar!

El Desafío de la Capacidad comienza con tomar consciencia. Tomar consciencia fue el primer gran paso que tomé para deshacerme del tope de mi capacidad. Y sucedió temprano en mi carrera. El modelo para los pastores en esa época era el de un pastor que cuidaba de las ovejas. Se trataba de mantener y cuidar del rebaño. Incluía llevar a cabo mucha consejería. Así que pensé que ese era el modelo que se suponía que yo debía seguir.

Pero entonces leí un libro titulado America’s Fastest Growing Churches [Las iglesias de más rápido crecimiento de los Estados Unidos] de Elmer Towns. Se trataba de alcanzar más personas y liderar una iglesia con excelencia. No podía dejar de leer ese libro; las historias eran muy inspiradoras.

Después de leerlo, quería visitar cada iglesia mencionada en el libro y conocer a sus pastores. ¿Pero cómo podría hacer esto? Estos pastores no me conocían. ¿Y por qué se tomarían el tiempo de reunirse conmigo? Entonces se me ocurrió una idea. Me comunicaría con ellos y les ofrecería $100 dólares por treinta minutos de su tiempo. Eso fue en 1971, cuando solamente ganaba $4,200 dólares en todo el año. Pero estaba desesperado por descubrir lo que hizo que estos pastores llegaran a ser tan exitosos. Quedé rebosante de alegría cuando dos de los diez pastores accedieron a mi petición.

Tan pronto supe que me reuniría con estos pastores, comencé a escribir las preguntas que les haría. Se me ocurrieron muchas. ¡Cinco páginas llenas! La expectativa me embargaba al sentarme con estos líderes y comencé a hacerles las preguntas tan pronto tuve oportunidad. Obviamente, no alcancé a hacerles todas las preguntas que había escrito, pero sí logré un avance en mi vida personal y profesional. Mi mayor descubrimiento fue que estos pastores no invertían nada de tiempo en aconsejar a la gente. En lugar de ello, invertían todo su tiempo en equipar a la gente.

Al principio, no lo entendí. Tuve que pedirles que me lo explicaran más. La consejería ayuda a la gente a trabajar en sus debilidades. Equipar, ayuda a la gente a trabajar en sus fortalezas. ¡Las luces comenzaron a encenderse!

Entonces me explicaron que la gente alcanza su potencial con mayor fuerza cuando trabaja en sus fortalezas en lugar de trabajar en sus debilidades. Fue en ese momento que lo entendí. Estos líderes no eran pastores, contentos solamente con cuidar del rebaño. Eran rancheros. Tenían una visión. Tenían el espíritu de los pioneros que crearon algo en el Oeste. Estaban edificando y desarrollando a las personas, invitándolas a formar parte de algo mayor que ellos mismos. Y juntos estaban haciendo crecer sus iglesias, alcanzando a más personas y marcando una diferencia.