Patricio Gómez Di Leva
Sexualidad inteligente
Porque a sentir placer también se aprende, descubrí tu capacidad de disfrutar
Grijalbo
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Introduciéndonos
Durante siglos se intentó silenciar la sexualidad. Por miedo al placer fue censurada, reprimida y hasta castigada. En lugar de debilitarla, estos ataques la volvieron más poderosa pero, a la vez, la marcaron con miedo, prejuicios y secretos. Una sexualidad que se vive de este modo no puede ser nunca positiva o inteligente, es decir: no puede ser saludable ni placentera.
Una sexualidad inteligente es aquella que nos conecta con nuestro cuerpo, con nuestras emociones y con los otros. Incluso puede pensarse como un camino de crecimiento interior. Una sexualidad que nos enriquece y que nos hace más felices.
En este libro planteo y desarrollo tres ideas fundamentales. La primera es que la sexualidad, como todo en la vida del ser humano, se aprende. La segunda es que la sexualidad es una creencia en sí misma. Y la tercera es que existe un tipo especial de inteligencia: la inteligencia sexual, y para poder transformar la sexualidad en una sexualidad positiva necesitamos desarrollarla.
Cada una de estas ideas tiene consecuencias en el desarrollo de nuestra capacidad para disfrutar de la sexualidad.
Te invito a que reflexiones acerca de tus creencias para poder modificar aquello que te limita, reafirmar lo que te vincula con el placer y sumar nuevos conocimientos y experiencias.
¿Para qué sirve el sexo?
Ya sabés que una de las funciones del sexo es la procreación, y si bien hoy en día existen métodos a través de los cuales una mujer puede quedar embarazada sin la necesidad de una relación sexual, el sexo sigue siendo el medio más habitual para tener hijos.
Esta función es central en las clases de educación sexual. Pero ese recorte limita la sexualidad a temas relacionados con la anatomía, la fecundación, los métodos anticonceptivos y las enfermedades de transmisión sexual, dejando de lado todo un abanico de posibilidades que nos ofrece el sexo y que son tan importantes —¡o incluso más!— que la reproducción.
Este reduccionismo nos hace caer en un enfoque biologicista en el que no hay lugar para los sentimientos, las emociones, el morbo o el placer. Una lástima: lo que se deja afuera es justamente lo más divertido.
Cuando te diga qué otras funciones tiene el sexo vas a decir “¡claro!”, pero estamos tan habituados a los dogmas de las clases de educación sexual que no se nos ocurren así nomás.
Crear espacios de intimidad
Los encuentros sexuales facilitan y fortalecen la construcción de relaciones y cuando uno logra este tipo de conexión con otra persona, se generan uniones intensas y profundas.
El encuentro sexual puede propiciar niveles de comunicación, contacto e intimidad que pocos escenarios permiten. El sexo une.
Ahora debés estar pensando en aquella vez en la que no te sucedió nada de esto, o incluso te sucedió exactamente lo contrario. Es cierto, no siempre ocurre tal conexión pero puede pasar, y es una gran oportunidad. También es verdad que el sexo no siempre une, muchas veces también puede separar, pero lo que debemos aprender es a utilizar la sexualidad para enriquecer y fortalecer la relación con nosotros mismos y con los demás de forma inteligente.
Voy a detenerme aquí para hablarte de algo que posiblemente también te pasó. Muchas veces nos quisieron hacer creer que solo se puede disfrutar del sexo en el marco de una relación formal, con compromiso y amor. Todo muy lindo, pero el sexo sin amor también puede ser enriquecedor, íntimo, divertido y útil.
En realidad, cuando me refiero al sexo sin amor, me estoy refiriendo al amor en el sentido que tradicionalmente se lo conoce, como un sentimiento profundo que se construye con el tiempo y generalmente se da en el contexto de una relación formal.
En tren de confesiones, hace unos años no tenía dudas de que el amor y el sexo podían funcionar perfectamente diferenciados, pero con el tiempo fui cambiando mi visión: hoy creo que siempre que uno tiene sexo —absolutamente siempre— está buscando, dando y recibiendo amor. Desde la caricia tierna del enamorado hasta el latigazo del amo son diferentes formas de buscar amor.
Si pensamos en cómo es el sexo del resto de los animales, el ser humano es el único que elige esconderse para tener relaciones. El único para el cual el encuentro sexual es un encuentro íntimo. Y por favor, no quiero que se enojen los swingers, los exhibicionistas o los amantes del sexo grupal, ya iremos viendo que en una sexualidad inteligente hay lugar para todos. Porque una sexualidad inteligente deja de lado los prejuicios para abrir camino a la diversidad y al placer.
Mejorar nuestra autoestima
¿Sabías que no hay ninguna persona que llegue a consultar a un sexólogo que no tenga problemas de autoestima? El sexo, y esto es fundamental, también nos ayuda en el desarrollo y el fortalecimiento de nuestra autoestima. Los problemas sexuales o la falta de una sexualidad libre y positiva no solo debilitan la autoestima sino que impiden su desarrollo.
La autoestima es la percepción que tenemos de nosotros mismos. Puede ser positiva o negativa, y se construye a partir de lo que pensamos de nosotros, de lo que los otros piensan de nosotros y de la relación entre ambas visiones.
Los sexólogos vemos constantemente cómo los pacientes mejoran su autoestima en la medida que resuelven sus problemas sexuales. Esto no quiere decir que una persona que no tiene problemas sexuales no tiene problemas de autoestima, pero sin dudas una vida sexual activa, libre y placentera nos ayuda a vernos y sentirnos mejor.
Este punto es muy lógico, si la autoestima se construye a partir de lo que los demás piensan de nosotros, y los otros no se nos quieren acercar, la autoestima se va a debilitar. Por el contrario, si nos sentimos deseados, si sabemos que el otro quiere estar con nosotros y lo disfruta, nuestra autoestima se fortalece. Inevitablemente a todos nos gusta, necesitamos y nos da seguridad sentirnos elegidos, atractivos y deseados.
Ser sexualmente inteligentes nos permite encontrar un punto de equilibrio entre lo que los demás pueden pensar y lo que cada uno cree de su sexualidad. Esto nos da la fortaleza y la seguridad para que un rechazo no destruya nuestra autoestima sexual, ni para que una caricia cargada de deseo nos haga creer que ese momento de enamoramiento será eterno sin que trabajemos para eso.