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Publicado por Random House Español, una división de Random House Information Group, 280 Park Avenue, New York, New York 10017. Miembro de Random House Company. Fue publicado por primera vez, en inglés, en 1999 por Three Rivers Press, bajo el título Astrological Intelligence: A Practical System for Illuminating Life’s Everyday Choices Copyright © 1999 por Andrea Valeria.
Traducido del inglés al español por la autora.
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Edición a cargo de José Lucas Badué
Producción del libro a cargo de Marina Padakis
Library of Congress Cataloging-in-Publication Data
Valeria, Andrea.
1. Astrología. 2. Autoayuda.
Título
eISBN: 978-0-307-53269-5
v3.1
Índice
AGRADECIMIENTOS
P lanear, construir, escribir y finalmente traducir este libro ha sido maravilloso. Personas, personajes, ideas y palabras encontraron su debido lugar después de pasar por las seis ideogramas, ¡excelente prueba fehaciente de que este método sí funciona! Tomé los primeros contactos y me acerqué a la palabra; hice preguntas… muchas. Vislumbré las estrategias adecuadas; negocié (hasta conmigo misma); busqué y encontré los vínculos adecuados y creo que acabé construyendo algo que resiste toda prueba y consolida ideas. Tendría que agradecerles a todo aquel con quien me he cruzado en la calle, en los cines, en las bibliotecas y en las librerías; ¡hasta al ladrón que se metió en mi hogar mientras traducía este libro! De alguna manera, todos han contribuido a mi propia historia, lo que me ha permitido verter todas estas líneas.
No quiero ocupar demasiado espacio para explicar todas mis propias razones de ser, pero quiero darle las gracias a unas personas en particular, sobre todo a aquéllas que me han aguantado en las altas y bajas de esta producción. Los refranes que a continuación incluyo—uno por signo—hablan por sí.
Para Aries: “Nada existe más que átomos y el espacio vacío; todo lo demás es opinión”.
Demócrito
para mi madre Christiane Grautoff y César Vallejo, cuyas palabras me alimentan.
Para Tauro: “Dáme un lugar firme sobre el cual me pueda parar, y moveré al mundo”.
Arquímedes
Para Christianne Gout, mi hija, estrella universal de donde quiera.
Para Géminis: “Los ángeles pueden volar porque se toman a la ligera”.
G. K. Chesterton
Muchas gracias a Miles Davis, Lord Byron y un brindis al EZLN.
Para Cáncer: “Las cosas son lo que son porque fueron lo que fueron”.
Graffiti
Gwendollyn Gout, mi personaje preferido de este signo; mucho cariño para Anne Edelstein, mi agente, quien siempre está presente con garbo y buen modo además de su gran inteligencia; para Sherri Rifkin quien enderezó mi primer manuscrito y me entiende; para la ciudad de Nueva York y para Julie Palau de Terrazas, siempre tan presente.
Para Leo: “Esa pequeña chispa de fuego celeste de la consciencia”.
Jorge Washington
A Fritz Peter Landshoff cuya luz me acompaña en todo momento, para Will y Gerda Schaber los cuales compartieron el signo y una maravillosa vida.
Para Virgo: “Los espíritus de los sabios están sentados en las nubes y se burlan de nosotros”.
William Shakespeare
A Everardo Gout, mi hijo, el mejor de todos los Virgos posibles.
Para Libra: “Veni, vidi, vici”.
Julius Caesar
Para Abigail Agranat, buscadora de palabras mágicas, y la ciudad de Cuernavaca, favorita de mi alma. También tengo que mencionar a la gran escéptica quien siempre le hace honor a su signo encantando a alguien, Joyce Buñuel.
Para Escorpión: “Tiempo presente y tiempo pasado. Estarán ambos quizá presentes en tiempo futuro”.
T. S. Eliot
A Leopoldo Gout, mi hijo, consciente de que su signo es mi gran favorito; a Norbert Guterman figura paterna y figura predilecta; a Robert Dreeson cuya inteligencia y sagacidad llevan la gran delantera.
Para Sagitario: “Un poco de locura sobrevive la sabiduría y el honor”.
La Santa Biblia
A Susana Slagt, amiga entrañable en las buenas y en las malas, con cariño.
A Christopher Warnasch, quien sugiere con suma inteligencia y sabe regalar expansión.
Para Capricornio: “Me gustan los árboles porque parecen amoldarse a la manera que les tocó vivir que cualquier otra cosa”.
Willa Cather
Para Lauren Klein, un alma fuera de lo común y gran artista.
Para Acuario: “Todo momento es una chispa de eternidad”.
David Hofstein
A mi Sikhote-Alin, pedazo de meteoro y portador de millones de años vividos en el espacio. A Christopher Medellín, que supo ver, medir y encontrar, y todo habitante de este signo, portador de milagros.
Para Piscis: “Un escritor es alguien que puede hacer de una respuesta una adivinanza”.
Karl Kraus
Mi padre nació Piscis, mi amor es Piscis, mi mejor amiga es Piscis. Para Valerio Marcu, Leon García Soler y Marely; con mucho amor aunque no entre en razón.
Para José Lucas Badué, porque sabe—admirablemente—cómo, cuándo y dónde poner el enfoque adecuado a toda palabra. Se merece premios cósmicos.
Y por último, mi agradecimiento—con un poco de polvo de estrellas—para Fernando Galeano y Marina Padakis, quienes ayudaron, con su propia fuerza estelar, a la puesta en escena de Inteligencia astrológica.
PRÓLOGO
“N osotros, los terráqueos, podremos estar conectados al espacio que nos rodea de maneras que sólo apreciamos nebulosamente”, dice al final de un artículo del reverenciado New York Times. Reconozco que este gran periódico no se refería específicamente a la astrología, pero no tiene siquiera que emplearse fuera de contexto para hacer la conexión. Comencé a los catorce años a interesarme en la astrología. Mi madre me la presentó, y puesto que yo idolatraba a mi madre, me subí a ese caballo sin ninguna duda. Mi madre nació dentro de una prominente familia de intelectuales alemanes cuyas veladas con los artistas y políticos de principio del siglo pasado tan conocidas y recomendadas que el mismo Thomas Mann escribió un cuento dedicado a la historia de mi abuelo, amigo de infancia suyo. Mi madre se casó a los 16 años con uno de los poetas y dramaturgos más reconocidos de los años 30, Ernst Toller, y ellos a su vez hacían una pareja imponente en las mesas de personalidades como Bertrand Russell, Bernard Shaw, Sir Winston Churchill, etcétera. Ella, joven reconocida actriz de teatro a quien llamaban la pequeña gran Grautoff, y él, guapo, seductor, poeta y arriesgado. Mi madre vivió una vida abundante, maravillosa y totalmente original, llena de personalidades imponentes, cartas astrológicas impacientes y momentos de gran tragedia. Ella se convirtió en astróloga en los años 50 al ser discípula de uno de sus varios novios con quien posteriormente se casó, y de quien—como era su costumbre—se divorció poco después. No fue hasta que llegué a ser adulta que comprendí hasta qué grado la astrología ayudó a mi madre a salir de problemas impacientes. Ella falleció a los 57 años, demasiada joven, y tengo el legado de miles de hojas y cuadernos dictados por ella, escritos por mí en letra muy infantil al comienzo y madurando, enderezándose y tomando forma con el paso de los años. Guardo cartas astrales elaboradas por ella como tesoros, no simplemente por pertenecer a personajes, pero porque siempre aprendo algo nuevo puesto que su perspicacia era fuera de lo común. La mía no lo es tanto. Yo me baso en mi biblioteca de unos cuatro mil ejemplares de libros que contiene desde textos clásicos del año 1640, libros bellamente encuadernados del siglo XIX y unas joyitas de portada blanda y palabras mágicas. Libros que subrayo, llenos de marcas y sujetapapeles para poder encontrar tal o cual cosa, puestos sobre anaqueles de fácil acceso que catalogo por ideas muy fijas. La experiencia de haber podido leerlos, escribir artículos para periódicos y revistas, usar la magia moderna del internet, dar consultas y contestar preguntas—a veces banales pero siempre interesantes—es una gran alegría y me ha orillado a querer mostrarles como las leyendas del cielo pueden ser recompensatorias y gratificantes bajo cualquier punto de vista.