C. A. PRESS
CUANDO LOS CHINOS HABLAN
Ana Fuentes (Madrid, 1980) es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y la Sorbona de París y Master de Periodismo del diario El País. Vivió en Pekín de 2007 a 2011, donde fue la corresponsal de la primera radio privada española, la Cadena SER, además de realizar su propia sección sobre la sociedad china en la radio francesa BFM. Sus reportajes se han emitido en tres continentes en Radio France Internationale, France Presse, CNN en español y Radio Netherlands América Latina. Hoy vive en Nueva York, desde donde informa para varios medios internacionales.
CUANDO
los CHINOS
HABLAN
Historias reales para entender a la
futura potencia del mundo
Ana Fuentes
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First published in 2012 by C. A. Press, a member of Penguin Group (USA) Inc.
Copyright © Ana Fuentes, 2012
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ISBN: 978-1-101-61485-3
Printed in the United States of America
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ALWAYS LEARNING
PEARSON
Para Mario,
que no tiene miedo a nada
y me hace tan feliz.
Introducción
A los pocos meses de aterrizar en Pekín, en otoño de 2007, me invitaron a un concierto en el Teatro Nacional. Llegaba tarde y tomé un taxi a toda prisa. Al abrir la puerta, un olor a sudor concentrado me revolvió el estómago. Pensé que el conductor debía de llevar días sin ducharse. Me quedé de piedra cuando, al llegar al primer semáforo, el tipo se giró y me dijo, visiblemente incómodo: “Señorita, baje la ventanilla porque apesta. ¿Qué perfume lleva? Es insoportable”.
Esta sinceridad pasmosa de los chinos me cautivó desde el principio. Por entonces la idea que tenía de ellos se resumía en cuatro o cinco lugares comunes: eran seres sacrificados, infatigables, capaces de superar cualquier adversidad y a menudo faltos de empatía. De China sabía que en los últimos años la economía había despegado a velocidad meteórica y que era un país traumatizado por el colonialismo extranjero, las hambrunas del Gran Salto Adelante y las atrocidades de la Revolución Cultural. Que se preparaba para su gran debut ante el mundo en los Juegos Olímpicos de 2008, al mismo tiempo su gobierno censuraba Internet, reprimía a los activistas y toleraba niveles de corrupción desorbitados.
Pero, ¿quiénes eran los chinos? ¿Realmente eran tan sacrificados? ¿Eran promiscuos? ¿Les interesaba lo que pasaba en el exterior?
Durante los tres años siguientes observé el país desde decenas de ángulos diferentes. Viajé a Xinjiang a cubrir las peores revueltas étnicas en varias décadas. Vi a jóvenes convertirse en estrellas de rock y a ancianos arrodillados ante los tribunales para pedir justicia porque les habían demolido sus casas. Asistí a los Juegos Olímpicos de Pekín, cargados de polémica y orgullo patriótico.
Entre tanto nació Weibo, el equivalente local de Twitter llamado a revolucionar la Web. Occidente se interesaba ya por China, incluso cuando no había de por medio una catástrofe con miles de muertos. Los corresponsales informábamos sobre las fluctuaciones del yuan, los festivales de tecno, los escándalos de contaminación alimentaria y la represión de los disidentes. Entrevisté a cientos de personas de distinto nivel cultural y poder adquisitivo que me dieron las claves para comprender mejor de dónde venía China y hacia dónde iba. Hice grandes amigos y fui testigo de injusticias repulsivas. Muchos clichés se me vinieron abajo.
Sin embargo, el tiempo y el espacio eran limitados en los medios para los que trabajaba. Demasiadas historias fascinantes se iban quedando en el tintero. Elegí las diez que más me emocionaron para desentrañar este país que a la mayoría de los occidentales todavía les resulta un misterio. Fue así como nació Cuando los chinos hablan.
En el primer capítulo, Los nuevos ricos están aquí, entramos en la vida de los fu er dai, la segunda generación de millonarios chinos. Tim y Xiao Chen son hijos de papá que cruzan las avenidas pequinesas en sus Ferrari. Sus familias, con conexiones en las altas esferas del Gobierno, han diseñado su camino al éxito. No trabajan: se dedican a invertir. Fue una experiencia verles rodeados de personajes pintorescos en los clubes de la capital.
En Secuestrado por su propio gobierno hablo con el activista y abogado Jiang Tianyong, uno de los pocos expertos en derechos civiles en China. En febrero de 2012, coincidiendo con la Primavera árabe, fue retenido y torturado durante dos meses por agentes del Ministerio de Seguridad. El abogado explica con detalle qué pasa por la mente de un disidente, en qué momento decidió cruzar la línea roja y por qué prefiere arriesgar su vida a jubilarse cómodamente en una empresa estatal.
Para la protagonista de Un marido gay para disimular, el sexo siempre había sido tabú. Xiao Qiong es una tongqi, o “esposa de homosexual”, que hace tres años se casó con su mejor amigo, un hombre gay que huía de la presión familiar. Se calcula que en China hay unos dieciséis millones de mujeres como ella pero, por vergüenza, muy pocas lo reconocen. Solo se desahogan entre ellas y por Internet, utilizando pseudónimos.
Silencio, habla el maestro es la historia del viejo Du, una eminencia del kung-fu que con setenta años tiene la agilidad de un deportista adolescente. Apenas sabe leer y escribir, pero es el ponente más codiciado en las convenciones de artes marciales. Sus discípulos le espantan los mosquitos y se deshacen en reverencias a su paso. Lo que más le preocupa no es que su pensión sea escasa, sino que en Pekín queden cada vez menos parques donde entrenar.
En Los que se lanzan al mar
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