A la memoria de Henry Colyear Dawkins (1921— 1992), miembro del St. John’s College de Oxford: un maestro en el arte de poner las cosas en claro.
Y salía del Edén un río para regar el jardín.
G ENESIS 2:10
¿Cómo comenzó la bomba de replicación que llamamos «vida» y a dónde en el mundo o, mejor dicho, en el universo, se dirige? Escribiendo con un ingenio característico y una capacidad de clarificar fenómenos complejos (el «The New York Times» describió su estilo como «el tipo de divulgación científica que hace que el lector se sienta como un genio»), Richard Dawkins se enfrenta a este antiguo misterio.
«Dawkins es, sobre todo, un expositor magistral, un escritor que entiende los asuntos tan claramente que obliga a sus lectores a entender también. El Río del Edén muestra estas virtudes al máximo.» —The New York Times Book Review.
«El Río del Edén está lleno de metáforas que hacen que las cosas sean brillantemente claras… una introducción excelente a muchas ideas evolutivas importantes». —Nature.
Richard Dawkins
El río del Edén
ePUB r1.0
Sheena01.05.13
Título original: River out of Eden
Richard Dawkins, 1995.
Traducción: Victoria Laporta Gonzalo.
Ilustraciones: Lalla Ward.
Retoque de portada: Arnaut.
Editor digital: Sheena.
ePub base r1.0.
RICHARD DAWKINS. Nació en Nairobi en 1941 y se educó en la Universidad de Oxford. Ha obtenido las cátedras Gifford de la Universidad de Glasgow y Sidwick del Newnham College de Cambridge. Además de enseñar zoología en las universidades de California y Oxford, ha presentado programas de televisión en la BBC y dirigido varias publicaciones científicas. En 1995 se convirtió en el primer titular de la recién creada cátedra Charles Simony de Divulgación Científica en la Universidad de Oxford.
Es el autor de títulos tan decisivos como: El gen egoísta (The selfish gene, 1976 y 1989); El fenotipo extendido (The extended phenotype, 1982); El relojero ciego (The blind watchmaker, 1986); El río del Edén (River out of Eden, 1995); Escalando el monte improbable (Climbing mount improbable, 1996) y Destejiendo el arco iris (Unweaving the rainbow, 1998).
Además de innumerables premios y distinciones, Dawkins encabezó la lista de 2004 de los 100 mejores intelectuales británicos de la revista Prospect, por decisión de los lectores, recibiendo el doble de votos que el siguiente clasificado.
La Alianza Atea Internacional otorga desde el 2003 el Premio Richard Dawkins, en honor a su labor. Además, en 2007 fue elegido por la revista Time como una de las cien personas más influyentes del mundo.
Notas
Prefacio
Naturaleza es, al parecer, el nombre popular de los millares y millares y millares de partículas que juegan su juego infinito de billares y billares y billares.
P iet H ein
Piet Hein capta el clásico mundo inmaculado de la física. Pero cuando las carambolas del billar atómico aciertan a ensamblar un objeto que tiene una cierta y aparentemente inocente propiedad, algo trascendental sucede en el universo. Esta propiedad es la capacidad para autorreplicarse; es decir, el objeto es capaz de utilizar los materiales que le rodean para hacer copias exactas de sí mismo, incluyendo réplicas de aquellas imperfecciones menores que pudieran aparecer ocasionalmente en el proceso de duplicación. En cualquier parte del universo, lo que se seguirá de este singular suceso es la selección darwiniana y de ella la barroca extravagancia que, en nuestro planeta, llamamos vida. Nunca fueron explicados tantos hechos a partir de tan pocas premisas. La teoría darwiniana no sólo dispone de un enorme poder explicativo; su economía a la hora de ejercerlo tiene una enérgica elegancia, una belleza poética que supera incluso al más evocador de los mitos del origen del mundo. Uno de mis propósitos al escribir este libro ha sido otorgar el reconocimiento debido a la cualidad inspiradora del darwinismo en nuestra comprensión moderna de la vida. Hay más poesía en la Eva mitocondrial que en su homónima mitológica.
El rasgo de la vida que, en palabras de David Hume, «más deslumbra y admira a todos los hombres que alguna vez la han contemplado» es el complejo detalle con el que sus mecanismos —los mecanismos que Darwin llamó «órganos de extrema perfección y complejidad»— cumplen un aparente propósito. El otro rasgo de la vida terrestre que más nos impresiona es su exuberante diversidad: según estimaciones del número de especies existentes, hay unas cuantas decenas de millones de formas de buscarse la vida. Otro de mis propósitos es el de convencer a mis lectores de que «formas de buscarse la vida» es sinónimo de «formas de pasar textos codificados en ADN hacia el futuro». Mi «río» es un río de ADN que fluye y se ramifica a través del tiempo geológico, y la metáfora de unas abruptas orillas que confinan los juegos genéticos de cada especie resulta ser un recurso explicativo sorprendentemente potente y útil.
De un modo u otro, he dedicado todos mis libros a exponer y explorar el poder casi ilimitado del principio darwiniano —poder que se libera en cualquier momento o lugar donde hay tiempo suficiente para que las consecuencias de la autorreplicación primordial se desenvuelvan—. El río del Edén continúa esta misión y lleva hasta un clímax extraterrestre el relato de las repercusiones que pueden seguirse cuando el fenómeno de los replicadores es inyectado en el, hasta ese momento, humilde juego del billar atómico.
Durante la redacción de este libro he disfrutado de apoyo, ánimo, consejo y crítica constructiva proporcionados, en diferentes combinaciones, por Michael Birkett, John Brockman, Steve Davies, Daniel Dennett, John Krebs, Sara Lippincott, Jerry Lyons y especialmente por mi esposa, Lalla Ward, que también contribuyó con los dibujos. Algunos párrafos de aquí y de allí son reelaboraciones de artículos que han aparecido en alguna parte. Los pasajes del primer capítulo sobre los códigos digitales y analógicos están basados en un artículo mío aparecido en The Spectator el 11 de junio de 1994. El relato del capítulo 3, acerca del trabajo de Dan Nilsson y Susanne Pelger sobre la evolución del ojo, fue parcialmente extraído de mi artículo «News and Views» publicado en la revista Nature el 21 de abril de 1994. Mi reconocimiento a los editores de ambas revistas que me encargaron los respectivos trabajos. Por último, agradezco a John Brockman y a Anthony Cheetham su invitación inicial para enrolarme en la colección Maestros de la Ciencia.
1.
El río digital
Todos los pueblos tienen leyendas épicas sobre sus ancestros tribales y con frecuencia esas leyendas acaban formalizándose en cultos religiosos. El pueblo reverencia e incluso venera a sus antepasados —qué menos, pues son los antepasados reales y no los dioses sobrenaturales los que poseen la clave para comprender la vida—. De todos los organismos que nacen, la mayoría muere antes de convertirse en adultos. De la minoría que sobrevive y se reproduce sólo una minoría todavía más pequeña tendrá, mil generaciones después, descendientes vivos. Esta diminuta minoría de la minoría, esta «élite progenitora», es todo cuanto las generaciones futuras podrán calificar como ancestral. Los ascendientes son escasos, los descendientes comunes.