Primera edición: marzo de 2018© 2017, Sandra Broa© de las ilustraciones: Sandra BroaDiseño: Sandra BroaMaquetación: Sandra BroaISBN: 978-84-697-8013-8Depósito legal: VA. 336-2017Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma dereproducción, distribución y comunicación pública y transformación de estaobra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual.La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delitocontra la propiedad intelectual (art. 270 y siguientes del Código Penal). ElCentro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO) vela por el respeto de loscitados derechos. Dedicatoria Para los que siempre estáis ahí. Para los que no podéis estar siempre, pero aparecéis cuando os necesito. Para los que algún día estuvisteis a mi lado.
Para los que lo estaréis. Y yo con estos pelos
09 NOVIEMBRE - Viernes
Cuando esta tarde se ha ido el boxeador de mi casa, lo primero que he hecho ha sido llamar a mi hermana para contarle que, por fin, cinco meses después de que me contara lo que era hacer “la cigüeña”, he conseguido probarlo: — Anda, ¡qué bien! ¿Y con quién lo has hecho? — Con el boxeador. Me ha llamado esta tarde para preguntarme que dónde ando metida, porque lleva sin saber nada de mí más de dos meses. Y cuando le he dicho que, desde que en septiembre se me salió la rótula y me he quedado coja sin poder andar y sin apenas salir de casa, se ha empeñado en venir a hacerme una visita. — Ohhh, qué majo, ¿no? — Sí, majísimo. Lo malo es que me lo ha dicho sin darme casi tiempo de reacción, porque estábamos hablando y de repente me ha soltado:
“En una horaestoy en tu casa” .
Y no veas qué estrés me ha entrado de repente, porque después de dos meses de abandono encerrada en casa, sin quedar con ningún tío y sin arreglarme, imagínate la cantidad de pelos que tenía yo en las piernas, en las axilas, en las ingles y en todos los sitios. Vamos, que si me los quito todos de golpe me da para rellenar un cojín. — Jajaja. No me digas más. ¿A que te has puesto a depilarte y cuando ha llegado a tu casa te ha pillado con una pierna depilada y otra sin depilar? — No, pero casi, porque como no me daba tiempo a todo, he tenido que escoger si depilarme las piernas o las ingles (porque las axilas eran obligatorias sí o sí) y he elegido las ingles. — Jajaja. — Supongo que hay que saber priorizar en la vida y, al fin y al cabo, yo creo que los pelos de las piernas no molestan tanto, ¿no? No es como los de las ingles, que según estaba, si al pobre le da por bajarse al pilón, lo mismo acababa teniendo que escupir una bola de pelo como los gatos. — Hombre, es verdad que los pelos de las piernas molestar no molestan, aunque tampoco creo que sea muy agradable tocártelas y que rasquen. — ¿Cómo que tocártelas y “que rasquen”? Los pelos solo pican cuando están creciendo. — ¿Cómo que tocártelas y “que rasquen”? Los pelos solo pican cuando están creciendo.
Los míos hace ya un mes que llegaron a su largura máxima y están suavecitos al tacto y todo. — Madre mía, qué percal, jajajaja. ¿Y qué te dijo cuando vio ese panorama? — Pues al principio nada, claro, ¿qué me va a decir? Si además cuando llegó a mi casa yo tenía puesto un pantalón de chándal largo. Se sentó conmigo, me preguntó qué tal estoy, qué me pasa en la rodilla... Luego me estuvo contando que él no me había escrito en este tiempo para quedar porque había estado fuera de vacaciones, y al final empezamos a liarnos y terminamos echando un polvo. Y mientras echábamos follando tampoco iba a protestar por los pelos, claro.
Después ya, con la distensión de la charla postcoital, sí que me acarició las piernas y me dijo descojonado de la risa, que parecía un osito de peluche. — Jajaja. ¡Qué cachondo! — Sí. La verdad es que es un tío encantador y muy divertido. Da gusto tener un follamigo como él... — Ya te dijo él mismo una vez que era “telepolvo a domicilio”, ¿no? Que no tenías más que llamarlo y en media hora lo tenías en la puerta calentito, jajaja. — Sí, jaja. ¡Es que es un tío genial! — ¿Y en qué momento le propusiste hacer “la cigüeña”? — Pues fue poco después de terminar. ¡Es que es un tío genial! — ¿Y en qué momento le propusiste hacer “la cigüeña”? — Pues fue poco después de terminar.
Se fue a la cocina a por un vaso de agua, y al volver vi que la tenía “morcillona” y le dije: — Oye, ¿a ti te han hecho alguna vez “la cigüeña”? — Pues no... No sé... ¿Eso qué es? ¿Alguna postura rara delKamasutra? — No. Es una cosa que me contó mi hermana y que me despiertamucha curiosidad. Dice que si cuando la chorra está “morcillona” lagolpeas contra la barriga muy rápido, suena igual que el ruido que hacenlas cigüeñas con el pico cuando están en el nido. ¿Sabes qué ruido te digo?Un sonido así como repetitivo metálico. — Jajajajajaja.
A ver, Sandra, ¿me estás diciendo en serio que quieresagarrarme la chorra y darle golpes contra la barriga para ver si suenacomo el ruido que hacen las cigüeñas? — En realidad lo que quiero es que lo hagas tú, porque seguro quetienes más práctica y lo haces más deprisa, porque si lo hago yo seguro queno suena tan parecido. — ¿Y? — Efectivamente, tenías razón, Adri. ¡Suena igual! Jajajaja. Nos meábamos de la risa. — ¡Ya te lo dije! — La verdad es que me lo pasé muy bien... y eso que echar un polvo nos resultó un poco complicado porque me pusiera como me pusiera me dolía la rodilla. Pero me hacía mucha falta este soplo de aire fresco, porque con esto de estar cada vez más coja, últimamente ya no salgo de casa ni para ir al supermercado.
A la única persona que veo es a Enma, porque como se ha quedado en paro y tiene más tiempo libre, ahora la pobre viene todos los días a verme y a traerme la compra. Pero aunque con Enma me lo paso muy bien, creo que necesito relacionarme con más gente. — Ya. Es que ya llevas mucho tiempo encerrada sin poder casi ni salir. Y lo peor es que como los médicos no saben qué te pasa, no puedes saber tampoco cuánto te queda... — Precisamente por eso mismo, ayer me di cuenta de que no puedo pasarme la vida coja y encerrada en casa autocompadeciéndome y comiéndome la cabeza por cualquier chorrada... porque ¡me voy a volver loca! Así que he decidido que voy a volver a trabajar este mismo lunes. — ¿Pero tú crees que estás bien para trabajar? ¿Vas a pedir el alta voluntaria así, a lo loco? — A ver, que soy programadora informática... — ¿Pero tú crees que estás bien para trabajar? ¿Vas a pedir el alta voluntaria así, a lo loco? — A ver, que soy programadora informática...
A lo loco, a lo loco, tampoco me parece a mí que sea. No voy a estar pegando brincos por el monte como una cabra montesa. Solo tengo que estar sentada delante de un ordenador apretando teclas. El cambio es que en vez de estar sentada en el sofá de casa apretando las teclas del mando a distancia para hacer zapping, voy a estar sentada en la oficina, haciendo algo más productivo. — Pero ¿cómo piensas llegar hasta la oficina? ¿Vas a ir andando? — Pues sí, supongo que tendré que ir andando porque desde mi casa hasta el centro no hay combinación de autobús. porque como tengo que ir con las muletas y mis brazos son superenclenques, no soy capaz de andar ni cien metros sin tener que pararme a descansar, porque me duelen. porque como tengo que ir con las muletas y mis brazos son superenclenques, no soy capaz de andar ni cien metros sin tener que pararme a descansar, porque me duelen.
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