Introducción, con gatos
Empecemos con gatos.
Los gatos están por todas partes en internet. Dan lugar a los memes más mémicos y los vídeos más adorables.
¿Por qué gatos y no perros?
Los perros no se acercaron a los humanos de la Antigüedad suplicando vivir con nosotros: los domesticamos. Es estupendo que sean leales y de fiar.
Los gatos son distintos. Llegaron y se medio domesticaron a sí mismos. No son predecibles. Los vídeos de perros más populares suelen mostrar lo bien adiestrados que están, mientras que los vídeos más extraordinariamente populares protagonizados por gatos son los que revelan comportamientos extraños y sorprendentes.
Los gatos son inteligentes, pero no la mejor opción si lo que queremos es un animal en cuyo adiestramiento podamos confiar. Si vemos en internet un circo de gatos, lo que nos conmueve es que los gatos claramente están decidiendo si hacer un truco que han aprendido, o no hacer nada, o pasearse entre el público.
Los gatos han hecho lo que parecía imposible: se han integrado en el mundo moderno de la tecnología sin renunciar a ser ellos mismos. Siguen siendo los que mandan. No hay riesgo de que un meme furtivo, diseñado mediante algoritmos y pagado por un extraño oligarca secreto, se haya hecho con el control de nuestro gato. Nadie controla a nuestro gato: ni nosotros, ni ninguna otra persona.
¡Cómo nos gustaría tener esa certeza no solo respecto a nuestros gatos, sino sobre nosotros mismos! Los gatos en la red son nuestro sueño y nuestra esperanza para el futuro de las personas en internet.
Por otra parte, y aunque nos encantan los perros, no queremos ser ellos, al menos en cuanto a las relaciones de poder con los demás, y tememos que Facebook y similares nos estén convirtiendo en perros. Cuando nos vemos incitados a hacer algo desagradable en internet, podríamos decir que es una respuesta a un «silbato para perros», de esos que solo ellos pueden oír. Nos preocupa estar cayendo bajo un control subrepticio.
Este libro trata sobre cómo ser un gato. ¿Cómo podemos seguir siendo autónomos en un mundo en el que nos vigilan constantemente y donde nos espolean en uno u otro sentido unos algoritmos manejados por algunas de las empresas más ricas de la historia, que no tienen otra manera de ganar dinero más que consiguiendo que les paguen por modificar nuestro comportamiento? ¿Cómo podemos ser gatos, a pesar de ello?
El título no miente: este libro presenta diez razones para borrar todas nuestras cuentas en las redes sociales. Espero que te sea útil, si bien es posible que, incluso aunque estés de acuerdo con cada una de las diez razones, decidas mantener alguna de tus cuentas. Como buen gato, estás en tu derecho.
A medida que exponga las diez razones, iré analizando de qué maneras podrías reflexionar sobre tu situación para decidir lo que más te conviene. Pero eso es algo que solo tú puedes saber.
N OTA DEL AUTOR , MARZO DE 2018
La mayor parte de este libro la escribí durante los últimos meses de 2017, pero los acontecimientos de 2018 resultaron ser explosivamente relevantes. El manuscrito estaba ya terminado del todo, camino de la imprenta, cuando las lamentables revelaciones del escándalo de Cambridge Analytica impulsó un repentino y radical movimiento por el cual la gente empezó a borrar sus cuentas de Facebook.
Por desgracia, no todas las figuras públicas y los líderes de opinión gestionaron el momento con la valentía necesaria. Hubo gurús que trataron de salirse de las redes, pero no pudieron. Hubo otros que señalaron que no todo el mundo tiene el privilegio de poder dejarlas, por lo que les parecía cruel abandonar a los menos afortunados. Otros dijeron que irse era irrelevante, pues lo importante era presionar a los gobiernos para regular Facebook. En general, la actitud de los comentaristas profesionales hacia quienes estaban eliminando sus cuentas era engreída y despectiva. Y totalmente equivocada.
¡Venga ya! Sí, ser capaz de irse es un privilegio; hay mucha gente que realmente no puede hacerlo. No obstante, si tú puedes y no lo haces, no estás apoyando a los desafortunados, solo estás reforzando el sistema en el que está atrapada mucha gente. Yo soy la prueba viviente de que se puede disfrutar de una vida pública en los medios de comunicación sin tener una cuenta en las redes sociales. Quienes podemos elegir entre distintas opciones debemos explorarlas o seguirán siendo meramente teóricas. Los negocios se mueven tras el dinero, así que quienes contamos con opciones tenemos poder y responsabilidad. Tú, y solo tú, tienes la responsabilidad positiva de inventar y mostrar maneras de vivir sin la basura que está destruyendo la sociedad. Irse es, de momento, la única forma de descubrir qué puede sustituir a nuestro enorme error.
Razón 1
Estás perdiendo el libre albedrío
B IENVENIDO A LA JAULA QUE TE ACOMPAÑA DONDEQUIERA QUE VAYAS
Está sucediendo algo completamente novedoso. Apenas en los últimos cinco o diez años, prácticamente todo el mundo ha empezado a llevar consigo en todo momento un pequeño dispositivo llamado «teléfono inteligente», apto para la modificación algorítmica de la conducta. Muchos de nosotros empleamos asimismo otros dispositivos similares, como los denominados «altavoces inteligentes», en la encimera de la cocina o el salpicadero del coche. Nos siguen el rastro y miden lo que hacemos constantemente, y nos devuelven reacciones prediseñadas todo el tiempo. Poco a poco, unos ingenieros a los que no vemos nos van hipnotizando con intenciones que desconocemos. Somos animales de laboratorio.
Los algoritmos se atiborran de datos sobre nosotros cada segundo. ¿En qué tipo de enlaces hacemos clic? ¿Qué vídeos vemos hasta el final? ¿Cuánto tardamos en pasar de una cosa a la siguiente? ¿Dónde estamos cuando hacemos estas cosas? ¿Con quién tenemos contacto, en persona y a través de internet? ¿Qué expresiones faciales mostramos? ¿Cómo cambia nuestro tono de piel en distintas situaciones? ¿Qué estábamos haciendo justo antes de comprar algo, o de no comprarlo? ¿Votamos o no votamos?
Todas estas mediciones, y muchas más, se comparan con otras similares sobre la vida de multitud de personas obtenidas mediante espionaje masivo. Los algoritmos establecen correlaciones de lo que hacemos con lo que hacen casi todos los demás.
Los algoritmos no nos entienden realmente, pero los datos confieren poder, sobre todo en grandes cantidades. Si a muchas otras personas a las que les gustó la misma comida que a nosotros les desagrada ver imágenes de un candidato enmarcadas en color rosa en lugar de en azul, probablemente a nosotros también, y no hace falta que nadie sepa por qué es así. Las estadísticas son fiables, pero solo como autómatas idiotas.