Íñigo Pirfano - Inteligencia musical (Spanish Edition)

Primera edición en esta colección: febrero de 2013

Primera edición digital: junio de 2017

© Íñigo Pirfano, 2013

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2013

Plataforma Editorial

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ISBN: 978-84-15880-04-2

Realización de cubierta y fotocomposición: Grafime

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«Las cosas más importantes de la vida no son cosas.»

PROVERBIO HINDÚ

«La música nace en el límite mismo del fracaso de la palabra.»

G. B. PERGOLESI

¿Qué es lo que hace que la música haya despertado el interés de los hombres de todos los tiempos? Responder a esta pregunta probablemente sea una labor llamada al fracaso porque nos obligaría a introducirnos en el reducto más íntimo de la persona: el núcleo mismo en el que laten las necesidades y expectativas amorosas y poéticas del ser humano. Por ello, sólo podemos constatar con admiración la presencia en todas las culturas de manifestaciones de tipo musical, relacionadas fundamentalmente con las celebraciones de las fiestas, y con cantos de amor y de muerte. Es curioso comprobar cómo el hombre construye a la vez armas e instrumentos musicales. Tal vez esto sea así porque ambos tipos de objetos manifiestan y garantizan su instinto de conservación: las armas constituyen las herramientas para cazar y para defenderse, para conservar la vida frente al enemigo físico; la música, por su parte, es la gran aliada para conservar el espíritu, su anhelo de perdurabilidad –expresado en el amor– ante el gran enemigo, que es la muerte.

Hoy en día, el fenómeno musical continúa provocando fascinación tanto en el mero aficionado como en el profesional de la música. Los que tenemos la inmensa fortuna de poder dedicar lo mejor de nosotros mismos cada día a cultivar esta profesión, sabemos bien que hay algo en la música que no se reduce a los sonidos, las duraciones, los silencios, los ritmos, los pulsos y los timbres; algo que está incluso muy por encima de la sabia combinación de bellos sonidos, con arreglo a las leyes del contrapunto y de la armonía. Ese algo que hace que la música sea tan especial es lo que podríamos llamar vida.

«Es curioso comprobar cómo el hombre construye a la vez armas e instrumentos musicales. Tal vez esto sea así porque ambos tipos de objetos manifiestan y garantizan su instinto de conservación.»

La música es –ha de ser– algo vivo, algo que despierta del letargo de la letra impresa para renacer en cada interpretación, brindando al oyente todo un mundo que no es de este mundo. La música de los grandes compositores del pasado continúa hablando al corazón de los hombres de hoy. Recuerdo que hace unos años tuve la suerte de asistir a una interpretación del oratorio Jephtha de Haendel, en el marco de un festival de música religiosa que tiene lugar anualmente en una ciudad castellana. El programa resultaba enormemente atractivo, puesto que allí se daban cita algunos de los mejores intérpretes de música antigua del panorama internacional. La perfección de aquella actuación cortaba el aliento: afinación, delicadeza, estilo, gusto, ligereza, gracia, profundidad, unción, y ni aun la mínima caída de tensión durante las casi tres horas que duró el concierto. Después de una experiencia como aquélla, costaba mucho regresar a la realidad mostrenca. Éste es el poder transformador y purificador que tiene la música. La música constituye una auténtica vía de conocimiento, cuya virtud radica en que puede hacer que cada persona dé lo mejor de sí. Por eso se puede hablar con propiedad de la existencia de una inteligencia musical.

Con este libro me propongo hacer menos desconocida, y más cercana y amable, la gran música a todo tipo de público. Para ello considero fundamental tender puentes, eliminar obstáculos, dar claves de acceso, para que todo aquel que esté interesado en ese maravilloso mundo pueda introducirse poco a poco en él. Inteligencia musical está planteado como un viaje que ha de hacerse en tramos cortos, al final de cada uno de los cuales se recomienda una breve audición musical. Siguiendo la máxima atribuida a Plinio el Joven –non multa, sed multum–, suelo proponer escuchar muchas veces unas pocas obras. En este caso, ni siquiera se trata de obras enteras, sino de breves fragmentos que me parecen especialmente adecuados como camino de iniciación. En el caso de las piezas vocales, he incluido el texto original con su traducción, lo que resulta imprescindible para poder penetrar en su contenido. El experto en música o el aficionado podrán leer el libro sin necesidad de tomar en consideración estas recomendaciones. Sin embargo, estoy convencido de que la búsqueda y la escucha atenta de estas pequeñas joyas musicales puede despertar el apetito de un buen número de lectores no familiarizados hasta ahora con esta música, que se ha venido a llamar clásica. La audición frecuente de estas piezas hará que llegue un momento en que nos sorprendamos a nosotros mismos tarareando interiormente muchas de estas melodías.

El musicólogo y psiquiatra Anthony Storr habla de los beneficios que comporta este saludable ejercicio: «¿Cuál es la función de esa música que nos ronda la cabeza y que no hemos recordado de forma voluntaria […]? La repuesta que propongo es una mera especulación, aunque dudo que mi experiencia sea única. Si me entretengo en cualquier ocupación que no requiera una intensa concentración, la música que evoco sin pretenderlo suele ayudarme física y mentalmente. Mitiga mi aburrimiento, mis movimientos se vuelven más rítmicos y reduce el cansancio que siento. Un paseo cualquiera puede transformarse en un ejercicio agradable gracias a la marcha “Non più andrai”, de Las bodas de Fígaro. La música que recordamos tiene efectos muy similares a la música que escuchamos».

Además de tratarse de un libro de iniciación musical, Inteligencia musical aporta algunas ideas sobre liderazgo que pueden resultar sugerentes a un gran número de lectores. La figura del director de orquesta, como paradigma de líder, encarna a la persona que ha de saber gestionar sus capacidades artísticas y su talento ante el grupo humano que le ha tocado en suerte conducir. El director de orquesta de valía tiene que ser capaz de proponer, sin imponer; ha de ganarse la autoridad y el respeto de quienes trabajan con él, por la calidad de sus propuestas y la amabilidad de sus maneras. Se trata de un intérprete cuya experiencia de la vida ha ido haciendo de él un auténtico virtuoso del equilibrio entre la exigencia y la comprensión. Por eso, para una persona así resulta absolutamente imprescindible poseer y desarrollar las facetas de la inteligencia humana que tienen que ver con ámbitos de tipo emocional, espiritual y artístico. No debe imponer sus decisiones de manera despótica, sino que su labor consistirá más bien en