Prefacio
¿S ON LA MODA , LA FE O LA FANTASÍA RELEVANTES PARA LA CIENCIA FUNDAMENTAL ?
Este libro surge a partir de la recopilación de tres conferencias que ofrecí en la Universidad de Princeton en octubre de 2003 invitado por Princeton University Press. Es muy posible que me precipitase al proponer a la editorial el título para esas tres charlas — Moda, fe y fantasía en la nueva física del universo —, que es también el título de este libro, pero expresaba genuinamente cierta desazón que sentía entonces en relación con determinadas tendencias que formaban parte del pensamiento de la época sobre las leyes físicas que rigen el universo en el que vivimos. Ha pasado más de una década, pero esas cuestiones, y mucho de lo que dije sobre ellas, parecen ser, en su mayor parte, al menos tan relevantes hoy como en su día. Debo confesar que di esas conferencias con cierta aprensión, pues intentaba expresar unos puntos de vista que podrían no resultar muy acordes con los de muchos de los distinguidos expertos presentes allí.
Cada uno de los nombres que dan título a este libro, «moda», «fe» y «fantasía», remite a una cualidad que podría parecer antagónica con los procedimientos que se suelen considerar apropiados para la bús queda de los principios que subyacen al comportamiento del universo a sus niveles más básicos. De hecho, idealmente, sería muy razonable afirmar que influencias como las de la moda, la fe o la fantasía deberían estar por completo ausentes de la actitud mental de quienes dedican todos sus esfuerzos a la búsqueda de las bases fundamentales de nuestro universo. A fin de cuentas, no cabe duda de que la propia naturaleza no tiene mucho interés en los caprichos efímeros de las modas humanas; ni tampoco la ciencia debería entenderse como una fe, pues sus dogmas están sometidos a un escrutinio continuo y sujetos a los rigores del examen experimental, y se abandonan en el mismo momento en que surge un conflicto convincente con la realidad de la naturaleza tal y como la descubrimos. A su vez, la fantasía es sin duda el territorio de ciertas zonas de la ficción y del entretenimiento, donde no se considera esencial que se preste demasiada consideración a los requisitos de coherencia con la observación, a la lógica estricta o siquiera al mero sentido común. De hecho, si se puede demostrar que una teoría científica propuesta está demasiado influida por los dictados de las modas, por el seguimiento incondicional de una fe sin base experimental o por las tentaciones románticas de la fantasía, entonces es nuestro deber poner de manifiesto dichas influencias y mantener alejado de estas a quien, quizá sin ser consciente de ello, pudiera estar expuesto a ellas.
No obstante, no pretendo mostrarme por completo negativo respecto a estas cualidades, pues se puede argumentar que cada uno de estos términos contiene algo genuinamente valioso. Al fin y al cabo, es poco probable que una teoría de moda posea tal estatus solo por motivos sociológicos. Deben existir sin duda muchas cualidades positivas para que infinidad de investigadores se congreguen en torno a un área de estudio muy a la moda, y es poco probable que sea el mero deseo de formar parte de una multitud lo que mantiene a esos investigadores tan fascinados por lo que probablemente sea un campo de estudio en extremo difícil, dificultad que a menudo radica en la naturaleza altamente competitiva de las actividades de moda.
Cabe señalar aquí una cuestión más en relación con la investigación en física teórica que pueda estar de moda pero que dista de ser una descripción posible del mundo (de hecho, como veremos, a menudo está en flagrante contradicción con las observaciones actuales). Quienes trabajan en esos ámbitos podrían haber encontrado en ellos una enorme gratificación si los hechos observados se hubiesen revelado en mayor sintonía con sus propias visiones del mun do, pero con frecuencia parecen relativamente imperturbables cuando los hechos son menos complacientes de lo que les habría gustado. Esto no es algo descabellado pues, en buena medida, estas investigaciones son meramente exploratorias , y se entiende que estos trabajos pueden permitir ganar experiencia y que esto resultará a la larga en beneficio para el descubrimiento de mejores teorías que concuerden mejor con el funcionamiento real del universo que conocemos.
Cuando de lo que se trata es de la fe extrema en ciertos dogmas científicos que suelen expresar algunos investigadores, es probable que exista una poderosa razón que la justifique, aun cuando la fe está en la aplicabilidad de dicho dogma en circunstancias alejadas de las situaciones originales donde erigieron sus cimientos gracias a un potente respaldo observacional. Podemos tener confianza en que las espléndidas teorías físicas del pasado seguirán proporcionando una enorme precisión incluso cuando, en determinadas circunstancia s, han sido reemplazadas por teorías mejores que extienden su precisión o su ámbito de aplicabilidad. Así sucedió sin duda cuando la magní fica teoría de la gravitación de Newton fue sustituida por la de Einstein, o cuando la hermosa teoría electromagnética de la luz de Maxwell fue desplazada por su versión cuantizada, que permitía comprender la faceta de la luz como partículas (fotones). En cada caso, la teoría anterior conservaría su fiabilidad, siempre que sus limitaciones se tuviesen debidamente en cuenta.
¿Y la fantasía? Esta debería ser todo lo contrario de aquello a lo que aspira la ciencia. No obstante, veremos que existen ciertos aspectos de la naturaleza del universo real que son tan excepcionalmente extraños (aunque no siempre se reconozca del todo que lo son) que si no nos permitimos lo que podría interpretarse como escandalosas fantasías no tendremos ninguna posibilidad de llegar a aceptar lo que bien podría ser una realidad en apariencia extraordinariamente fantástica.
En los tres primeros capítulos, ilustraré estas tres cualidades que dan título al libro con tres teorías —o familias de teorías— muy conocidas. No he escogido campos de la física de importancia relativamente menor, sino lo que son de hecho peces gordos en el océano de la actividad actual en física teórica. En el capítulo 1, he decidido tratar algo que está aún muy de moda: la teoría de cuerdas (o teoría de supercuerdas, o sus generalizaciones, como la teoría M, o el aspecto más de moda de toda esta línea general de trabajo, como es el orden de cosas conocido como correspondencia AdS/ CFT ). La fe que abordaré en el capítulo 2 es un pez aun más gordo: el dogma según el cual los procedimientos de la mecánica cuántica deben seguirse servilmente, con independencia de lo grandes o masivos que sean los elementos físicos sobre los que se apliquen. Y, en cierto sentido, el tema del capítulo 3 es el pez más gordo de todos, ya que en él nos interesaremos por el mismísimo origen del universo que conocemos y haremos un repaso de algunas de las propuestas de aparente pura fantasía que se han formulado para abordar determinadas peculiaridades ciertamente inquietantes que se han puesto de manifiesto gracias a observaciones bien fundamentadas de los primerísimos instantes del universo en su conjunto.