MURRAY NEWTON ROTHBARD (El Bronx, Estados Unidos, 2 de marzo de 1926-Nueva York, Estados Unidos, 7 de enero de 1995) fue un economista, historiador y teórico político estadounidense perteneciente a la escuela austriaca de economía, que contribuyó a definir el libertarismo moderno y popularizó una forma de anarquismo de propiedad privada y libre mercado al que denominó anarcocapitalismo. A partir de la tesis austríaca sobre la acción humana favorable al capitalismo y en rechazo a la planificación central o estatal, junto al iusnaturalismo jurídico respecto a la validez de los derechos individuales, y teniendo de precedente la idea de anarquía de los anarcoindividualistas del siglo XIX, Rothbard llega a sus propias conclusiones formulando la teoría política del anarcocapitalismo.
Sostenía que aquellos servicios útiles que presta el Gobierno, que están monopolizados por este, podrían ser suministrados en forma mucho más eficiente y moral por la iniciativa privada. Según Rothbard, las actuales funciones del Estado se dividen en dos: aquellas que es preciso eliminar y aquellas que es preciso privatizar. Las privatizaciones propuestas por Rothbard se basan en el principio de apropiación original y en un derecho natural fundamentado en el principio de no agresión.
«Todos los filósofos están casi de acuerdo en considerar que el fundamento de la naturaleza humana es la libertad», afirma Rothbard, pero así mismo dice que solo los libertarios (en especial los anarcocapitalistas) sacan de ello conclusiones coherentes. «La libertad es el derecho natural, para todo individuo, de disponer de sí mismo y de lo que ha adquirido ya sea por medio de la transformación, intercambio o la donación. La libertad y el derecho a la propiedad son, pues, indisociables. Todo atentado a la propiedad es un atentado a la libertad». Según Rothbard, las sociedades que separan la libertad y el derecho a la propiedad privan al hombre de las condiciones para ejercer realmente sus derechos.
La educación del individuo
Todo niño humano llega al mundo privado de las facultades características de los seres humanos completamente desarrollados. Esto no incluye simplemente la capacidad de ver claramente, de moverse a su alrededor, de alimentare a sí mismo, etc.: sobre todo, significa que está privado del poder de razonar, el poder que distingue a los hombres de los animales. Pero la distinción esencial entre el bebé y otros animales es que estos poderes, en particular la capacidad de razonar, están potencialmente en él. El proceso de crecimiento es el proceso de desarrollo de las facultades del niño. De un estado de desvalimiento e incompetencia similar al que sufren los animales recién nacidos, el niño crece hasta la gloria de convertirse en un adulto completo.
Como son inmediatamente evidentes para los sentidos, es fácil sobreestimar la naturaleza puramente física de estos cambios: el crecimiento del niño en altura y peso, aprendiendo cómo andar y hablar, etc., puede verse en los términos aislados de las actividades físicas o musculares afectadas. La característica más abrumadoramente importante del proceso de crecimiento es mental, el desarrollo de poderes mentales, de percepción y razón. El niño que usa los nuevos poderes mentales aprende y adquiere conocimiento, conocimiento no solo del mundo que le rodea, sino también de sí mismo. Así, su aprendizaje de andar y hablar y su gestión de estos poderes dependen de su capacidad mental para adquirir este conocimiento y usarlo. Al ir ejercitando el niño su nuevo razonamiento, así como poderes musculares, estos poderes crecen y se desarrollan, lo que a su vez crea un impulso para un mayor ejercicio de estas facultades por parte del niño. En concreto, el niño aprende sobre el mundo que le rodea, otros niños y adultos y sus propios poderes mentales y físicos.
Todo niño que llega al mundo llega en un cierto entorno. Este entorno consta de cosas físicas, naturales y artificiales y otros seres humanos con quienes entra en contacto de distintas maneras. Es en este entorno en el que ejercita sus poderes en desarrollo. Su razón se forma juicios acerca de otra gente, acerca de sus relaciones con ella y con el mundo en general; su razón le revela sus propios deseos y sus poderes físicos. De esta manera, el niño en crecimiento, trabajando con su entorno, desarrolla fines y descubre medios para alcanzarlos. Sus fines se basan en su propia personalidad, los principios morales que ha concluido que son los mejores y sus gustos estéticos; su conocimiento de los medios se basa en lo que ha aprendido que es más apropiado. Este cuerpo de «teoría» en el que cree lo ha adquirido con los poderes del razonamiento, ya sea de su experiencia directa o de la de otros o de la deducción lógica por sí mismo o por otros. Cuando finalmente llega a adulto, ha desarrollado sus facultades en la medida en que haya podido y ha adquirido una serie de valores, principios y conocimientos científicos.
Todo el proceso de crecimiento, de desarrollar todas las facetas de la personalidad de un hombre, es su educación. Es evidente que una persona adquiere su educación en todas las actividades de su infancia: todas sus horas despiertos se dedican a aprender de una manera u otra. Es claramente absurdo limitar el término «educación» a la escolarización formal de una persona. Está aprendiendo todo el tiempo. Aprende y forma ideas sobre otra gente, sus deseos y acciones para lograrlos, el mundo y las leyes naturales que lo gobiernan y sus propios fines y como alcanzarlos. Formula ideas sobre la naturaleza del hombre y cuáles deben ser sus propios fines y los de otros a la vista de esta naturaleza. Es un proceso continuo y es evidente que la escolarización formal solo contribuye en parte a este proceso.
En un sentido fundamental, por cierto, todos somos «autodidactas». Un entorno, físico o social, de una persona no «determina» las ideas y conocimientos con los que llegará a adulto. Un hecho fundamental de la naturaleza humana es que las ideas de una persona las forma uno mismo; otros pueden influirle, pero nadie puede determinar absolutamente las ideas y valores que adoptará o mantendrá el individuo a lo largo de la vida.
Instrucción formal
Si todos estamos aprendiendo constantemente y la vida de cada niño es su educación, ¿por qué se necesita una educación formal? La necesidad de una instrucción formal deriva del hecho de que las facultades de un niño están subdesarrolladas y son solo potenciales y de que necesitan experiencia para desarrollarse. Para que tenga lugar este ejercicio, el niño necesita los materiales del entorno sobre los que pueda operar y con los que pueda trabajar. Ahora bien, está claro que en una gran parte de su educación general, no necesita una instrucción sistemática y formal. Casi siempre hay espacio disponible para que se desarrollen y ejerciten sus facultades físicas. Para esto no hace falta instrucción formal. Si se le proporciona comida y alojamiento, crecerá físicamente sin mucha instrucción. Sus relaciones con otros (miembros de la familia y extraños) se desarrollarán espontáneamente en el proceso de vivir. En todos estos asuntos, un niño ejercitará espontáneamente sus facultades sobre estos materiales abundantes en el mundo que le rodea. Los preceptos que se necesitan pueden impartirse de forma relativamente simple sin necesidad de estudio sistemático.
Pero hay un área de la educación en la que la espontaneidad directa y unos pocos preceptos no bastan. Es el área del estudio formal, concretamente el área del conocimiento intelectual. Ese conocimiento más allá del área directa de su vida diaria incluye un ejercicio mucho mayor de poderes de razonamiento. Este conocimiento debe impartirse por el uso de la observación y el razonamiento deductivo y ese cuerpo de pensamiento requiere una buena cantidad de tiempo para aprender. Además, debe aprenderse sistemáticamente, ya que el razonamiento procede en pasos ordenados y lógicos, organizando la observación en un cuerpo sistemático de conocimiento.