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David Graeber - Trabajos de mierda

Aquí puedes leer online David Graeber - Trabajos de mierda texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2018, Editor: Ariel, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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    Trabajos de mierda
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    Ariel
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    2018
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Sinopsis

¿Su trabajo tiene algún sentido para la sociedad? En la primavera de 2013, David Graeber hizo esta pregunta en un ensayo lúdico y provocativo titulado «Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda». El artículo se volvió viral. Después de un millón de visitas en línea en diecisiete idiomas diferentes, la gente sigue debatiendo la respuesta.

Hay millones de personas: consultores de recursos humanos, coordinadores de comunicación, investigadores de telemarketing, abogados corporativos…, cuyos trabajos son inútiles, y ellos lo saben. Estas personas están atrapadas en unos trabajos de mierda. Olvide a Piketty o Marx; es Graeber, uno de los antropólogos y activistas más influyentes del momento, quien dice alto y claro que muchas de las tareas que se realizan en una economía de esclavos asalariados son una forma de empleo tan carente de sentido, tan innecesaria o tan perniciosa que ni siquiera el propio trabajador es capaz de justificar su existencia, y pese a ello se siente obligado a fingir que no es así.

La crítica social que persigue el libro es sólida y aguda, especialmente cuando introduce categorías tan refinadas como los «trabajos chapuza», que realizan determinados empleados para, por ejemplo, mantener en funcionamiento máquinas viejas y ahorrarle a la empresa la compra de nueva maquinaria. No deja de tener su lógica, ya que, como dijo Orwell, «una población que está ocupada trabajando, aunque sea en tareas totalmente inútiles, no tiene tiempo para hacer mucho más». De ahí que, como concluye Graeber, lo que tengamos sea una mierda permanente.

David Graeber

Trabajos de mierda

Una teoría

Traducción de Iván Barbeitos García

Trabajos de mierda - image 8

A todo aquel que preferiría estar haciendo algo útil

PREFACIO
Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda

En la primavera de 2013 causé, sin quererlo, un pequeño revuelo internacional.

Todo empezó cuando recibí el encargo de escribir un artículo para una nueva revista radical llamada Strike! El redactor jefe me preguntó si tenía algún tema provocativo que probablemente nadie más quisiera publicar. Siempre tengo una o dos ideas como esta cociéndose en mi mente, así que redacté el borrador de un pequeño texto titulado «Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda».

El artículo se basaba en una corazonada. Casi todo el mundo está más o menos familiarizado con cierta clase de trabajos que parecen no servir para mucho: consultores de recursos humanos, coordinadores de comunicación, investigadores de relaciones públicas, estrategas financieros, abogados corporativos o el tipo de gente (muy conocida en contextos académicos) que se pasa el tiempo en comités debatiendo el problema del exceso de comités. La lista parecía infinita. Y me pregunté: ¿estos trabajos son realmente inútiles, y los que los llevan a cabo son conscientes de esto? De vez en cuando conocemos a personas que parecen tener la impresión de que sus trabajos carecen de sentido y son innecesarios. ¿Acaso habría algo más desmoralizador que tener que levantarse pronto cinco de los siete días de la semana durante toda la vida adulta para realizar una tarea que uno, en su fuero interno, considera que no hace falta, que no es más que una pérdida de tiempo y/o recursos, o que incluso hace del mundo un lugar peor? ¿No supondría esto una horrible afrenta psicológica para nuestra sociedad? Y si fuese así, sería una cosa de la que nadie quiere hablar. Hasta ese momento se habían efectuado ya numerosas encuestas para saber si la gente es feliz en su trabajo, pero, que yo supiese, no había ninguna sobre el hecho de que pensasen si hay o no razones de peso para que su trabajo exista.

La posibilidad de que nuestra sociedad esté llena de trabajos inútiles, posibilidad de la que, como digo, nadie quiere hablar, no parecía intrínsecamente inverosímil. El mundo del trabajo está plagado de tabúes. Incluso el hecho de que a la mayoría de la gente no le guste su trabajo y que le encante tener una excusa para no acudir a realizarlo se considera algo que no puede admitirse en televisión; al menos no en las noticias, aunque de forma ocasional se comente en documentales y en monólogos humorísticos. Yo mismo he vivido estos tabúes: en una ocasión actué de enlace con los medios de comunicación para un grupo activista que, de acuerdo con los rumores, estaba planeando llevar a cabo una campaña de desobediencia civil para colapsar el sistema de transporte de Washington D. C. como parte de una protesta contra una cumbre económica mundial. En los días previos no se podía ir a ningún sitio con pinta de anarquista sin que un funcionario público se te acercase para preguntar muy contento si era cierto que el lunes no podría ir al trabajo. Sin embargo, las cadenas de televisión se las arreglaron para entrevistar a algunos funcionarios —y no me sorprendería que fuesen los mismos que se me acercaron— que, como sabían que de otro modo no tendrían ocasión de salir en la tele, aseguraban que no poder ir al trabajo sería una terrible tragedia para ellos. Nadie parece sentirse libre para decir lo que en realidad piensa sobre este tema, al menos en público.

Era algo plausible, aunque no lo sabía con seguridad. En cierto modo, escribí el artículo como una especie de experimento. Me interesaba comprobar qué tipo de respuesta provocaría.

He aquí lo que escribí para el número de agosto de 2013 de dicha revista:

SOBRE EL FENÓMENO DE LOS TRABAJOS DE MIERDA

En el año 1930, John Maynard Keynes predijo que a finales del siglo XX la tecnología habría avanzado lo suficiente como para que países como el Reino Unido o Estados Unidos pudiesen tener jornadas laborales de 15 horas a la semana. Hay muchas razones para creer que tenía razón. En términos tecnológicos, hoy en día tal jornada sería perfectamente posible. Y, sin embargo, no solo no está implantada, sino que, por el contrario, la tecnología ha sido utilizada para conseguir que todos trabajemos aún más. Para ello se han tenido que crear empleos que son inútiles: muchísimas personas, sobre todo en Europa y Norteamérica, pasan toda su vida laboral efectuando tareas que, en su fuero interno, piensan que no haría falta realizar. El daño moral y espiritual que produce esta situación es realmente profundo; es una cicatriz en nuestra alma colectiva, pero casi nadie habla de ello.

¿Por qué la prometida utopía de Keynes —aún esperada con ansia en los 60— no ha llegado nunca a materializarse? La respuesta más habitual es que no tuvo en cuenta el enorme incremento del consumismo. Entre trabajar menos horas o tener más juguetes y más placeres, hemos escogido la segunda opción. Si fuese así, la moraleja estaría clara, pero apenas un momento de reflexión nos lleva a pensar que no puede ser cierto. De hecho, desde los años 20 hemos sido testigos de la creación de una infinita variedad de nuevos trabajos y empresas, pero muy pocos de ellos tienen algo que ver con la producción y distribución de sushi, iPhones o zapatillas deportivas caras.

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