Mark Diaz Truman - Nuestra mejor y última esperanza

MARK DIAZ TRUMAN (Tempe — Arizona, Estados Unidos, 1982) es desarrollador de juegos de rol y uno de los dueños de Magpie Games, editorial original de Our best last hope. También es coautor de Fate Avanzado, Sombras Urbanas y algunos suplementos de 7º Mar, además de varios juegos independientes.

DEDICATORIA

A mi padre, Randy Truman, que me enseñó a amar la ciencia no por la precisión de sus respuestas, sino por la precisión de las preguntas que plantea.

AGRADECIMIENTOS PARA…

Stras Acimovic, Gavin Bisesi, Jeff Bridges, James Bronaugh, Michael Conway, Jim Crocker, Will Hindmarch, Derrick Kapchinsky, Eloy Lasanta, Jason Pitre, Kira Scott, Theresa Strike, Paul Truman, Nathan Wallwork, Jonathan Walton, Ben Woerner…

… y a todos los que probaron el juego, a los cazadores de gazapos, a los perspicaces miembros de la Indie Game Developer Network, a la estupenda comunidad de story-games.com, a mi editor, James Knevitt, y al resto de la tripulación de esta Misión. Gracias a todos por hacer este proyecto posible y por hacer que el diseño de juegos sea tan divertido.

La Misión Espacial es un libreto clásico de Nuestra mejor y última esperanza y la Misión que inspiró todo el proceso de diseño. Tu equipo y tú seréis lanzados desde la Tierra para detener una Crisis proveniente del espacio capaz de destruir a la humanidad, enfrentándoos a problemas a millones de kilómetros de vuestro hogar. El espacio, ese monstruo voraz, lo cubre todo a vuestro alrededor y rodea las frágiles paredes de vuestra nave, listo para triturar vuestros planes.

Pero la Misión Espacial no es solo ciencia ficción pura y dura; las Amenazas pueden ir desde problemas técnicos a bordo de la nave a ataques de patrullas alienígenas, pasando por viajes al interior de un agujero negro. Podéis llevar la historia a donde queráis. Es una estructura flexible y que puede desarrollarse de manera muy interesante según la Crisis y Amenazas que escojáis.

Sugerencias de visionado: Sunshine, Armaggedon, Deep Impact, Interstellar, 2001: Una odisea del espacio, Battlestar Galáctica, Distrito 9 y Apolo 13.

Viajáis encogidos en una pequeña nave espacial, la encargada de llevaros hacia la Crisis y protegeros del frío del vacío espacial. Sin embargo, vivir y trabajar en un espacio tan reducido puede resultar complicado incluso para la persona más estable; tampoco hay ninguna manera de desahogarse: los sistemas básicos de comunicación con el resto de la humanidad fallan frecuentemente debido a las grandes distancias que el equipo ha recorrido. El reducido espacio significa que los problemas (como un intruso alienígena) suelen provenir del interior de la nave y que la tripulación tiene pocos sitios en los que refugiarse cuando una Amenaza llama a la puerta. La nave es la única cosa que puede manteneros con vida, pero también puede ser la que os haga perder la cabeza.

Los humanos nos creemos capaces de imaginar el infinito. Después de todo, hemos visto océanos y desiertos extenderse hasta más allá de donde alcanza la vista. ¿Qué podría ser más eterno que eso? Y sin embargo, cuando diriges tu mirada al exterior de la nave y contemplas la oscuridad, te das cuenta de inmediato de que tu tripulación y tú no sois más que pulgas, minúsculas motas de polvo que vuelan hacia la Crisis a más velocidad de lo que jamás soñaste. Tu incapacidad para controlar el cosmos es frustrante, y la Misión te envuelve en un recordatorio constante de que el universo no gira a tu alrededor. De hecho, al otro lado del casco de la nave se encuentra la nada, lista para devorarte.