Introducción
Este escrito habla de lo que los seres humanos experimentan como sufriente.
Intento a través de estas páginas cooperar en la comprensión del mundo interno. No de todo el mundo interno, sino de aquellos estados en donde he encontrado mayor confusión y donde he visto que se aprisionan los nudos de sufrimiento.
Hace tiempo adquirí el compromiso de ayudar a aquellos que, cayendo en la confusión, fueran atrapados por su mundo interno. Quería tratar de mostrar las claves que permiten avanzar desde los estados oscuros de la conciencia.
Tomé este compromiso cuando cansado de buscar soluciones a mis problemas, cansado de caminar por la delgada comisa que separa la vigilia de la locura, decidí recorrer los senderos, conocer los laberintos y descubrir las trampas del mundo interno.
Este texto quiere ser un paso para avanzar en ese compromiso.
DARIO ERGAS BENMAYOR (Santiago de Chile, Diciembre de 1952). Ingeniero de profesión, padre de dos hijos. Conoció a Silo en 1978 en las Islas Canarias durante las conferencias que este dio sobre el sufrimiento, la muerte y la trascendencia. Colaboró en la construcción del Movimiento Humanista en América y Europa. Participó en la fundación del Partido Humanista en Chile en 1984 durante la lucha contra la dictadura militar, en la Internacional Humanista en Florencia en 1989 y en la formación de la Regional Humanista Latinoamericana y el Foro Humanista Latinoamericano durante esta primera década del 2000.
Ha publicado los libros “El Sentido del Sinsentido” (1998), “La Mirada del Sentido” (2006), “La unidad en la acción” (2013) y es coautor de “Propuesta hacia la reconciliación” (2016). También ha publicado diversos ensayos “Investigación sobre la conciencia moral” (2010), “Unidad, dualismo y libertad en Zarathustra” (2015) y “Reencuentro de la unidad en los mitos de Abraham y Deméter” (2018).
Dedico este escrito a la memoria de Laura Rodríguez Riccomini.
Los primeros esbozos de este trabajo fueron realizados en el otoño de 1991. A partir de ahí circuló a través de fotocopias entre gente del movimiento humanista de distintas partes del mundo, con el título de «Los Estados Oscuros de la Conciencia».
Para ese entonces Lala ya era reconocida en la sociedad chilena como una parlamentaria dedicada a luchar contra la violencia generada por la discriminación de la mujer, de los pueblos indígenas y contra la marginación a que son sometidos los pobres de nuestros países. Día a día fui conociendo a través de ella el sufrimiento del pueblo y también su alegría. Aprendí con ella lo que era el ejercicio del poder para beneficiar a la gente, y también lo que era el poder cuando los «representantes» estaban en esas posiciones por «méritos personales», olvidando el esfuerzo de muchos para ubicarlos ahí. Aprendí que el cuerpo no es «lo humano», sino una prótesis para expresar en el mundo la intención humana. «Yo no soy mis presas» me explicaba cuando los músculos de las extremidades dejaron de responder y comenzaba a ejercitarlos como un niño recién nacido.
Fue Lala quien insistió en cambiar el título de este escrito. Yo embelesado escuché sus argumentos, y tuve que reconocer que ella sí sabía interpretar el sentir de la gente. Poco antes de morir hacemos una revisión de nuestras vidas y recordando esta escena, me confiesa que en esa discusión ella todavía no lo había leído. Reímos mucho, con la intensidad que tienen las risas cuando la conciencia de la finitud invade el alma.
Cuando te vayas, anda tranquilo
Yo, mi amor, te estaré esperando
Cuando te vayas, anda tranquila
Yo, mi amor, te estaré buscando
Título original: Sentido del sinsentido
Dario Ergas Benmayor, 1998
Retoque de cubierta: señor Ho
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[1] El Sistema de Autoconocimiento expuesto por Luis Ammann en su libro Autoliberación (https://www.epublibre.org/libro/detalle/57955), nos ofrece un método para aprender a acumular información sobre nosotros mismos. En este libro se desarrollan en forma de cursos, herramientas extraordinarias para la comprensión del mundo interno. El curso de relajación, las técnicas de psico-física, el curso de autoconocimiento, las técnicas de catarsis, transferencias y autotransferencias constituyen un sistema, en que los interesados pueden seguir aprovechando la cualidad pedagógica de su autor.
[2] En el Paisaje Humano (Humanizar la Tierra, https://www.epublibre.org/libro/detalle/54312), Silo expone los conceptos de «mirada» y «paisaje»: «1. Hablemos de paisajes y miradas, retomando lo dicho en algún otro lugar: “Paisaje externo es lo que percibimos de las cosas; paisaje interno es lo que tamizamos de ellas con el cedazo de nuestro mundo interno. Estos paisajes son uno y constituyen nuestra indisoluble visión de la realidad”. 2. Ya en los objetos externos percibidos, una mirada ingenua puede hacer confundir “lo que se ve” con la realidad misma. Habrá quien vaya más lejos creyendo que recuerda la “realidad” tal cual esta fue. Y no faltará un tercero que confunda su ilusión, su alucinación o las imágenes de sus sueños con objetos materiales (que en realidad han sido percibidos y transformados en diferentes estados de conciencia). 3. Que en los recuerdos y en los sueños aparezcan deformados objetos anteriormente percibidos, no parece traer dificultades a las gentes razonables. Pero que los objetos percibidos siempre estén cubiertos por el manto multicolor de otras percepciones simultáneas y de recuerdos que en ese momento actúan; que percibir sea un modo global de estar entre las cosas, un tono emotivo y un estado general del propio cuerpo… eso, como idea, desorganiza la simpleza de la práctica diaria, del hacer con las cosas y entre las cosas. 4. Sucede que la mirada ingenua toma al mundo “externo” con el propio dolor o la propia alegría. Miro no solo con el ojo sino también con el corazón, con el suave recuerdo, con la ominosa sospecha, con el cálculo frío, con la sigilosa comparación. Miro a través de alegorías, signos y símbolos que no veo en el mirar pero que actúan sobre él, así como no veo el ojo ni el actuar del ojo cuando miro. 5. Por ello, por la complejidad del percibir, cuando hablo de realidad externa o interna prefiero hacerlo usando el vocablo “paisaje” en lugar de “objeto”. Y con ello doy por entendido que menciono bloques, estructuras y no la individualidad aislada y abstracta de un objeto. También me importa destacar que a esos paisajes corresponden actos del percibir a los que llamo “miradas” (invadiendo, tal vez ilegítimamente, numerosos campos que no se refieren a la visualización). Estas “miradas” son actos complejos y activos, organizadores de “paisajes”, y no simples y pasivos actos de recepción de información externa (datos que llegan a mis sentidos externos), o internos (sensaciones del propio cuerpo, recuerdos y apercepciones). Demás está decir que en estas mutuas implicancias de “miradas” y “paisajes”, las distinciones entre lo interno y lo externo se establecen según direcciones de la intencionalidad de la conciencia y no como quisiera el esquematismo ingenuo que se presenta ante los escolares».
[3] En Contribuciones al Pensamiento (https://epublibre.org/libro/detalle/57583), Silo aclara: «… en el miedo al peligro, toda la conciencia está en situación de peligro y aún cuando pueda reconocer otras funciones como la percepción, el raciocinio y el recuerdo, todas ellas aparecen traspasadas en su accionar por la situación de peligro, en función del peligro. De manera que esa conciencia es un modo global de estar en el mundo y un comportamiento global frente al mundo».