Akal / Hipecu / 71
Juan Vázquez Sánchez
Mente y mundo
Aproximación neurológica
Director de los complementa
José Carlos Bermejo Barrera
Maqueta de portada
Sergio Ramírez
Diseño de portada
RAG
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© Ediciones Akal, S. A., 2007
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ISBN: 978-84-460-4047-7
Introducción
«How language hooks on to the world» es el título de un trabajo que publiqué hace ya algunos años en Truth in Perspective (Martínez, 1998, pp. 331-347) y ese mismo título, en su traducción española –«cómo el lenguaje se ancla en el mundo»–, podría ser muy bien el que figurase en la portada de este libro, ya que mi objetivo último al escribirlo no ha sido otro que el de ofrecer una respuesta consistente al viejo problema filosófico de cómo se vinculan lenguaje y pensamiento con el mundo. El problema es viejo, tan viejo como la filosofía misma; lo que ha cambiado es su formulación.
Hasta la aparición de la tradición analítica a finales del siglo xix y comienzos del xx , el problema se planteaba en términos de algún tipo de correlación entre pensamiento y mundo. A raíz del surgimiento de la tradición analítica, esa correlación es más habitual verla planteada en términos de lenguaje y mundo pero, aunque no en la forma, en el fondo el problema que hay que resolver sigue siendo el mismo. Se trata de una cuestión epistemológica fundamental que, como nos recuerda H. Putnam en Realism with a Human Face , los fundadores de la filosofía analítica –Frege, Carnap, Wittgenstein y Russell– no dudaron en situar en el centro mismo de la filosofía (Putnam, 1990, p. 150).
A pesar de la centralidad del problema y de lo mucho que se ha escrito sobre él, el propio H. Putnam, que ha dedicado también al estudio de esta cuestión una parte importante de su extensa producción filosófica, reconoce expresamente en Words and Life (Putnam, 1994, p. 71) que la cuestión de «cómo el lenguaje se ancla en el mundo» sigue siendo una cuestión abierta y con muy pocos visos de que alguien pueda clausurarla al gusto de todos.
De acuerdo con H. Putnam, posiblemente este libro no logre clausurar la cuestión, si esa clausura pretende alcanzar una total aceptación, pero el libro deja medianamente claro que el viejo problema filosófico de cómo el lenguaje y el pensamiento se vinculan con el mundo no es un auténtico problema, sino un pseudoproblema generado por el propio marco en el que ha sido planteado. La elaboración de ese otro marco en el que el viejo problema filosófico debe ser abordado constituye una de las aportaciones más relevantes de este ensayo.
Aun siendo cierto que todos los capítulos del libro están encaminados a proporcionar una respuesta consistente al problema de cómo se vinculan lenguaje y pensamiento con el mundo, los términos que figuran en su portada, mente y mundo, representan los dos pilares sobre los que se asienta esa vinculación. De hecho, el que podamos o no establecer la conexión entre mente y mundo depende, justamente, de lo acertados o desacertados que hayamos estado en la localización de esos dos pilares. Si comenzamos por situar al mundo tan alejado de la mente como lo ha hecho el dualismo cartesiano, entonces ninguna conexión será ya posible. Si, por el contrario, logramos desvelar el artificio de esa separación, entonces posiblemente se haga transparente que el problema de cómo se vinculan el pensamiento y el lenguaje con el mundo no es sino un pseudoproblema generado por el propio marco en el que se ha planteado. Con el propósito de desvelar el artificio de esa separación, lo primero que se hace en el libro (capítulos I, II, III, IV y V) es analizar el punto de encuentro de esos dos pilares: la percepción. En un segundo momento (capítulo VI), se analizan las bases neurológicas del lenguaje y de la percepción a fin de poner de manifiesto la conexión entre ambos procesos y, por último, en los capítulos VII y VIII se lleva a cabo una doble aplicación de los resultados alcanzados. En el capítulo VII esa aplicación consiste en la elaboración de un criterio de verdad para los enunciados de percepción y en el VIII en la demostración de una base empírica del conocimiento científico, una base empírica que no es afectada por la tesis de la inconmensurabilidad.
En el capítulo I, «La identificación perceptiva en el proceso de percepción», se elabora una caracterización de la percepción conceptual, del tipo de percepción que da lugar al reconocimiento consciente de los «ítems» percibidos.
En el siguiente apartado, «Identificación perceptiva y representación», se analizan las nociones de percepción y representación con el propósito de mostrar la falta de sentido que arrastra consigo la concepción de las identificaciones perceptivas como representaciones. De estos análisis surgirá una manera de entender la representación distinta a la clásica y que no incurre en la falacia de la división.
En el capítulo III, «Identificaciones perceptivas verídicas y no verídicas», se proporciona un criterio que permite distinguir las identificaciones perceptivas verídicas de las no verídicas. Se entiende por identificaciones perceptivas no verídicas las derivadas de ilusiones sensoriales, las que se producen en los casos de alucinación y las identificaciones perceptivas equivocadas.
El epígrafe «Los objetos y su identificación en el proceso de percepción: una doble noción de objeto» introduce una doble noción de objeto, similar a la formulada por Peirce en 8.182 de sus Collected Pappers y por Husserl en el parágrafo 131 de las Ideas . Esa doble noción de objeto permite dar cuenta, por una parte, de los objetos en su dimensión de ítems conceptualizados y, por otra, de esos mismos objetos en su dimensión de ítems epistémicamente trascendentes.
Por último, en el capítulo V, «Identificación perceptiva y pluralidad de mundos», se muestra cómo a partir de la doble noción de objeto introducida en el capítulo anterior, es posible postular una pluralidad de mundos, relativa a los marcos o redes conceptuales disponibles, sin que por ello se pierda la existencia de un único y mismo mundo, el mundo epistémicamente trascendente.
Así como los cinco primeros capítulos están dedicados al estudio de la percepción conceptual y sus implicaciones epistemológicas, en el cuarto, «Identificación perceptiva y lenguaje», se produce un cambio de plano y pasan a analizarse las conexiones entre percepción y lenguaje tomando como punto de referencia la información que en estos momentos nos proporciona la neurología.
La aparición en los últimos años de nuevas técnicas en la exploración de la actividad funcional del cerebro, tales como las tomografías por emisión de positrones (Positron Emission Tomography - PET) o las imágenes funcionales por resonancia magnética (functional Magnetic Resonance Imaging - fMRI), entre otras, junto con la información derivada de las lesiones cerebrales, proporcionan en la actualidad una base relativamente sólida sobre la que fundamentar el estudio de la conexión entre lenguaje y percepción. Lo que, en última instancia, se demuestra en este capítulo es que los contenidos de los que habla el lenguaje se encuentran distribuidos por las áreas asociativas de la percepción en las que esos contenidos han sido procesados a nivel perceptivo. O, lo que es lo mismo, que el lenguaje toma sus contenidos de las áreas asociativas de la percepción en las que esos contenidos han sido procesados y almacenados. Y, aun en el supuesto de que no estuvieran allí almacenados, lo que sí se sabe con certeza es que las áreas en las que esos contenidos han sido procesados resultan imprescindibles para recuperarlos. De tal modo que la lesión de una cualquiera de las áreas asociativas de la percepción, especializada en procesar un determinado tipo de información (color, forma, orientación, movimiento, localización espacial, etc.) conlleva no sólo la pérdida de la capacidad para seguir procesando el tipo de información en el que el área lesionada estaba especializada, sino que también conlleva, en cuanto al lenguaje, la pérdida de la información dependiente de esa área, incluida la información procedente de anteriores percepciones y de la que, por supuesto, el sujeto disponía antes de producirse la lesión.
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