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Benjamin K. Bergen - El cerebro y el lenguaje

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Benjamin K. Bergen El cerebro y el lenguaje

El cerebro y el lenguaje: resumen, descripción y anotación

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Estudio esencial que repasa des de los fundamentos relacionados con el complejo proceso que lleva a cabo el cerebro hasta los últimos avances que se han alcanzado en el ámbito científico. Este libro es uno de los más completos, amenos y clarificadores sobre la ciencia cognitiva aplicada al lenguaje .

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Título original inglés Louder than Words Benjamin K Bergen 2012 de - photo 1

Título original inglés: Louder than Words.

© Benjamin K. Bergen, 2012.

© de la traducción: Roc Filella Escolà, 2013.

© de esta edición digital: RBA Libros, S.A., 2014.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

www.rbalibros.com

REF.: OEBO725

ISBN: 978-84-9056-321-2

Composición digital: Víctor Igual, S. L.

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Todos los derechos reservados.

Índice

DEDICADO CON CARIÑO A GERDA.

GRACIAS POR LAS CLASES DE TENIS.

PRÓLOGO

por

GEORGE LAKOFF

Hay una revolución en marcha, una revolución en nuestra forma de entender qué significa ser humano. Lo que está en juego es nada menos que la naturaleza de la mente humana.

En Occidente llevamos siglos pensando que somos animales racionales cuyas capacidades mentales trascienden nuestra naturaleza corporal. En esta idea tradicional, la mente es abstracta, lógica, impasiblemente racional, conscientemente accesible y, sobre todo, capaz de encajar directamente en el mundo y de representarlo. En esta visión de qué es ser humano el lenguaje ocupa un lugar especial: es un sistema mental interno de símbolos potente y lógico que expresa con transparencia conceptos abstractos que se definen en los términos del propio mundo exterior.

Esto es lo que me enseñaron sobre la mente, el lenguaje y el mundo. Y yo estuve presente, a mediados de la década de 1970, cuando empezó la revolución. Algunos filósofos, como Merleau-Ponty y Dewey, ya habían comenzado a tomar cartas en el asunto de la visión tradicional de la mente. Sostenían, muy al contrario de la idea tradicional, que el cuerpo lo tiene absolutamente todo que ver con la mente. El cerebro evolucionó para que nuestro cuerpo pudiera funcionar en el mundo, y es este compromiso corpóreo con el mundo —físico, emocional e intelectual— lo que da significado a nuestros conceptos y nuestro lenguaje. Sobre esta idea se inició la Revolución de la Encarnación.

Comenzó con estudios empíricos realizados sobre todo por lingüistas cognitivos que descubrieron principios generales que rigen en inmensas cantidades de datos. Hacia la década de 1980, ciertos científicos informáticos, psicólogos experimentales y filósofos poco a poco empezaron a tomarse en serio la encarnación de la mente. Pero a mediados de la década de 1990, los modeladores neuronales computacionales y, en especial, los psicólogos experimentales comenzaron a conocer las investigaciones sobre la cognición encarnada o corpórea: brillantes experimentadores como Ray Gibbs, Larry Barsalou, Rolf Zwaan, Art Glenberg, Stephen Kosslyn, Martha Farah, Lera Boroditsky, Teenie Matlock, Daniel Casasanto, Friedemann Pulvermüller, John Bargh, Norbert Schwarz y el propio Benjamin Bergen. Han demostrado experimentalmente más allá de toda duda la realidad de la cognición encarnada. El pensamiento lo llevan a cabo en el cerebro las mismas estructuras neuronales que gobiernan la visión, la acción y la emoción. El lenguaje cobra significado a través de los sistemas sensomotores y emocionales, que definen los objetivos e imaginan, reconocen y realizan las acciones. Hoy, en los primeros años del siglo XXI , las pruebas están sobre la mesa. El juego ha comenzado. La mente es corpórea.

La Revolución de la Encarnación ha demostrado que la esencia de lo que nos hace humanos, la capacidad de pensar y de utilizar el lenguaje, es por completo producto del cuerpo y el cerebro físicos. El funcionamiento de la mente, desde la naturaleza de los pensamientos hasta cómo entendemos el significado del lenguaje, está inextricablemente unido al cuerpo, a cómo percibimos, sentimos y actuamos en el mundo. No somos máquinas pensantes de sangre fría. Nuestra fisiología nos aporta los conceptos de nuestra filosofía.

Todos los pensamientos que tenemos o podamos tener, todos los objetivos que nos fijamos, todas las decisiones que tomamos o los juicios que nos formamos, todas las ideas que comunicamos, utilizan el mismo sistema corpóreo que empleamos para percibir, actuar y sentir. Ninguno de todos ellos es abstracto en modo alguno. Ni los sistemas morales ni las ideas políticas ni las matemáticas ni las teorías científicas. Y tampoco el lenguaje.

Este es el primer libro que se dedica a estudiar la apasionante variedad de ingeniosas pruebas experimentales que demuestran definitivamente que el cuerpo define los conceptos que emplea eso que llamamos mente. Pero los experimentos no se limitan a confirmar teorías y descripciones previas. Revelan que la cognición encarnada afecta a la conducta. Actuamos a partir de nuestra manera de pensar, y el pensamiento encarnado cambia cómo percibimos y cómo actuamos. Como sociedad, debemos reconsiderar qué significa esencialmente ser humano.

El cerebro y el lenguaje es una síntesis de deslumbrante belleza de la nueva ciencia del significado. Benjamin Bergen expone una introducción elocuente, cautivadora y extraordinariamente amena a los experimentos psicológicos y las investigaciones sobre el cerebro que demuestran cómo funciona la mente.

Este libro demuestra no solo que la acción habla más alto y claro que las palabras, sino cómo lo hace.

GEORGE LAKOFF

Berkeley, California

Julio de 2012

EL CEREBRO Y EL LENGUAJE

LA NARIZ DEL OSO POLAR

A los osos polares les gusta la carne de foca, y les gusta que sea fresca. De modo que todo oso polar tendrá que averiguar cómo atrapar una foca. Cuando caza fuera del agua, el oso suele acechar a su presa casi como lo haría el gato, arrastrándose sobre el vientre para de repente erguirse y abalanzarse sobre ella, con las garras por delante y las fauces abiertas de par en par. El oso polar se funde casi por completo con el paisaje nevado y gélido que lo rodea, lo que de entrada le da ventaja sobre la foca, cuyo sentido de la vista es relativamente pobre. Pero las focas son rápidas. Los marinos que en el siglo XIX se encontraban con osos polares contaban que estos hacían algo muy inteligente para aumentar las probabilidades de comer caliente. Según aquellas primeras noticias, cuando el oso se acercaba sigilosamente a su presa, a veces se tapaba el hocico con la pezuña, con lo que podía pasar más o menos desapercibido. Al parecer, el oso polar oculta su nariz.

La primera vez que supe por mis lecturas de esta ingeniosa conducta, me pareció fascinante. ¿Posee el oso polar la flexibilidad mental para imaginar cómo lo ven los demás y la creatividad de concebir la manera de ocultarse? ¿O este taparse la nariz no es más que un truco que la evolución ha metido en la aljaba de conductas integradas del oso, un comportamiento extraño que resultó dar ventaja decisiva y, por consiguiente, fue seleccionada en el transcurso de miles de años?

Pero, bueno, aunque sin duda hay mucho más que decir sobre esta carismática megafauna, este libro no trata de osos polares. Trata del lector y, más en concreto, de cómo comprende el lenguaje. De modo que piense el lector, por favor, qué hizo al abrir este libro y empezar a leer el primer párrafo. Dirigió la vista a las letras que componían las palabras. Reconoció palabras que le son familiares, como «oso», «foca», «cazar» y «nevado». Parece algo muy claro, es lo que haría cualquier programa informático bien escrito o cualquier loro bien enseñado. Pero a continuación comenzó a hacer cosas un poco más profundas. Cuando supo qué palabras eran, empezó a encontrarles sentido. Supo a qué tipo de animales y objetos se referían los sustantivos y qué clase de sucesos describían los verbos. Pero no se detuvo en las palabras. Interpretó las frases que formaban, unas frases que estoy casi seguro que nunca había visto antes (a menos que esta no sea la primera vez que lee este libro). Y probablemente las cosas que las frases describían cobraron vida: el oso arrastrándose sobre el vientre por la nieve, y su forma ingeniosa pero extraña de taparse el hocico con la pezuña. Es posible que usted, lector, llegara incluso a «ver» esa escena ártica gracias a su capacidad de visualizar.

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