Cada paso, cada etapa de mi vida están marcados y guiados por una mujer. A esas tantas mujeres que me dieron la mano para aprender a caminar en este mundo tan lleno de obstáculos, les doy mi más cálido agradecimiento. Muchas no se dieron cuenta del impacto que tuvieron en mi vida, desde mi tía, que me enseñó a leer; a mi madre, que con su dulce mirada y consejos silenciosos me guió en las emociones buenas, y no tan buenas, que todas nosotras experimentamos.
Agradezco a mis maestras, a mis hijas, pues con ellas aprendí otro tipo de amor. Y a mis nietas, por sentir tanto la alegría de esa próxima generación y lo que eso conlleva, como el cuestionar si están preparadas para enfrentarse a este mundo en que vivimos.
Agradecimientos especiales a Iliana Lavastina por ayudarme a navegar por mi juventud y abrir un poco a mis temores y poderlos expresar en este libro. A Lourdes Rodríguez por ayudarme con el difícil reto de entender y poder guiarme en la expresión de quienes son mis amigas, «Las Gagas».
Siento tanto agradecimiento por todas esas mujeres junto a las que crecí, con las que hemos vivido muchos años conectadas en ese hermoso grupo autodenominado Las Gagas.
Y un agradecimiento por la ayuda y dirección de mi hijo Eric. Hay veces que estuvimos en desacuerdo en cuanto a qué decir, él por más y yo por menos. Gracias, hijo, por tu gran ayuda.
Este libro traza el progreso de las mujeres y su importancia, o falta de esta, a través de las edades, desde las diosas de nuestra historia antigua al tiempo presente. Subraya la importancia de honrar a nuestras antepasadas tanto como a nuestros antepasados y constituye un paso importante para las mujeres al alentar el orgullo y reconocer su valor verdadero.
En las primeras sociedades europeas, miles de años antes de que la religión católica y la musulmana comenzaran, las personas se agrupaban en tribus. La vida se centraba en la supervivencia. Los cazadores varones eran una parte integral en ese sistema social, pero aún más se veneraba el poder de las mujeres por el hecho de que daban a luz, ese proceso sagrado que garantizaba la existencia de las tribus.
Las mujeres eran también las curanderas y las hechiceras de esas sociedades primeras de Europa. Las mujeres atendían las necesidades físicas, mentales y espirituales de sus sociedades y eran frecuentemente las líderes espirituales de sus tribus, dirigiendo a las personas a través de las diferentes etapas de la vida. Estas cualidades sagradas femeninas se personificaron en la imagen de una diosa, deidades que se consideraban responsables de la vida y la fertilidad. Las diosas fueron las principales deidades de Europa hasta alrededor del año 3000 A.C .
Cuando las clases de guerreros surgieron mil años antes, alrededor del año 4000 A.C . en Europa y en el Oriente Medio, un cambio en la forma de percibir a las mujeres comenzó a infiltrarse en la mente de esas poblaciones arcaicas. Los roles sagrados anteriores de las mujeres se limitaron a unos pocos. Los linajes familiares cambiaron de región a región, de matrilineal a patrilineal.
Esto sucedió porque tenía sentido para la clase dirigente de esa época que la riqueza amasada por los guerreros varones debería de pasarse a sus hijos, quienes serían los futuros guerreros. Para mantener la línea sanguínea patriarcal pura, las mujeres tenían que ser controladas y prevenir las relaciones extramaritales, reforzando de allí en adelante el concepto de monogamia sexual. La sociedad comenzó a centrarse cada vez más en la guerra, la riqueza y la herencia de la propiedad.
Se compusieron y reescribieron mitos para exponer la naturaleza fundamental de la mujer como inherentemente malvada. En nuestra civilización occidental esto se hace evidente en la historia de Adán y Eva, en la cual Eva nace de la costilla de Adán; haciéndola a ella y a toda mujer sujeta a «él». Incluso aún más sexista era la idea de que por el hecho de que Eva sucumbió a la tentación de la serpiente, ella también era responsable de toda la maldad. La serpiente se convirtió en un símbolo potente que se repitió en las historias que relatan la caída, y en la expresión artística como los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, que muestran la serpiente con rostro femenino.
De manera similar, en la mitología griega, se culpó a Pandora, una mujer bella y también insensata quien desató toda la maldad en el mundo al abrir una vasija.
El liderazgo de las mujeres en la religión fue progresivamente disipándose con el tiempo concluyendo con la persecución de las brujas. Se las insultaba asignándoles apelativos como «envenenadoras», «arpías» e incluso «hechiceras» y aun la denominación más común de «brujas». Estas mujeres siguieron representando una autoridad femenina peligrosa. Eran las sibilas de Grecia, las brujas y druidas celtas de Irlanda y Bretaña, mujeres que en ese momento estaban separadas de la sociedad, pero a las que se seguía recurriendo, a la vez que eran temidas. Para las instituciones dominadas por los hombres, estas mujeres constituían ahora una amenaza. En una sociedad donde Dios era varón, pronto se excluyó y devaluó severamente a la mujer.
Al considerar los tiempos más recientes, las mujeres sufragaron en el siglo XIX de la joven nación americana donde se las llamaba convenientemente «brujas» al exigir a ellas igualar su posición social con la del hombre. Se las consideraba ser una fuerza rebelde y malvada al romper las normas sociales y exigir tal respeto.
A las mujeres se las continúa persiguiendo hoy día por buscar tal igualdad y, como resultado, una nueva forma de feminismo parece estar forjándose. Un feminismo más inclusivo en el cual las mujeres se desarrollan para alcanzar su capacidad máxima, para ser resueltas junto con los hombres y alcanzar sus sueños. Una forma de feminismo más evolucionada donde no se pide que las mujeres actúen como los hombres para ser respetadas o consideradas influyentes.
Durante el movimiento de la «neue frau» o «nueva mujer» de la década de 1920, tras ganar el derecho para votar en Estados Unidos, las mujeres europeas emergieron con un estilo de pelo a media melena «bubikopf» o geométrico junto con una moda y accesorios provocativos para marcar su nueva identidad, determinación propia y control sobre su sexualidad.