Caminando
por la vida
en zapatillas PATRICIA GALLEGOS Copyright © 2012 por Patricia Gallegos. Número de Contr ol de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2011931299 ISBN: Tapa Dura 978-1-6176-4118-3 Tapa Blanda 978-1-6176-4120-6 Libro Electrónico 978-1-6176-4119-0 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright. Para pedidos de copias adicionales de este libro, por favor contacte con: Palibrio 1663 Liberty Drive, Suite 200 Bloomington, IN 47403 Llamadas desde los EE.UU. 877.407.5847 Llamadas internacionales +1.812.671.9757 Fax: +1.812.355.1576 219116
Índice Gracias a ustedes por su compasión, por su apoyo Por su influencia en mi vida y en mi conciencia, y por la ayuda con el proyecto: Esperanza Ayala Ana Mayra Ayala (psicóloga) Dorca Pimentel (consejera cristiana) Jorge González (pastor) Marlyn González (mentora) Yailin Guaderrama Agradecimientos Especiales Porque siempre estuvieron dispuestos a escuchar lo que fui escribiendo y por estar en todas las etapas de mi sueño: Leticia Morales Jorge Guaderrama Jr.
Pero sobre todo gracias a Dios, por su amor y su paciencia. Caminando por la vida en Zapatillas Está dedicado a: Rosario Calderón Jorge Guaderrama J.P.M Caminando por la vida en zapatillas. Es el sueño que comencé a soñar de niña, en aquel pueblito donde casi nadie leía, y ahí en mis noches de insomnio,
di los primeros pasos en dirección de alcanzar mi meta.
Y fui escribiendo de todo lo que me sucedía mientras atravesé
de la adolescencia a la edad adulta. Muchos de estos escritos nacieron de la porción de dolor
que me tocó en la repartición para ser completa. Otros de la dicha de encontrar el amor y que este se fuera de mí, dejando sus huellas, avivando mis ilusiones, mis miedos y mis quejas. Otras reflexiones llegaron a través de recorrer tramos metida
en zapatillas ajenas, y de la observación de otras mujeres que fueron importantes y que impactaron mi vida a través
de su dolor y de sus experiencias.
Pero lo mejor, lo estoy aprendiendo ahora,
de este mundo donde algunos gimen por una nueva oportunidad, mientras otros sucumben ante la desesperanza, y yo aquí, observando como antaño, tratando de comprender la complejidad de ser mujer, siendo esposa, madre, hija, hermana y amiga a la vez. Hace algunos días leía una linda historia simple,
pero ilustrativa a la vez, decía que “Un niñito jugaba mientras miraba bordar a su mamá, y de pronto sus ojos observan por abajo
el enredo de hilos y nudos del bordado de la señora,
y él le pregunta a ella, qué está haciendo,
le dice que eso se ve tan feo. La mujer le contesta:
Salte a jugar un rato, cuando regreses te enseño
lo que estoy haciendo”. Al rato el niño regresa y su mamá lo sube en su regazo y
ya arriba le muestra el hermoso paisaje ya terminado. La moraleja de esta historia es que nosotros los hijos de
Dios desde aquí abajo vemos todos los hilos enredados como
el niño de la historia, y nuestro Padre nos tiene en espera,
porque Él está terminando su obra, y su diseño es perfecto, entonces, juguemos juntos el juego de la vida,
mientras esperamos que Él nos suba en su regazo
y nos muestre la magnificencia de su maravillosa obra. A los cuarenta: Ya no eres coqueta, ahora eres sensata.
A los cuarenta: ¡Ya no se te ven las flores, sino los frutos! A los cuarenta: Ya no te dominan las pasiones Si no es la madurez quien dirige tu vida. A los cuarenta: La vida corre más de prisa, ¡Pero es más delicioso vivirla! A los cuarenta: Tus sueños ya no son quimeras, Sino tus objetivos son realizables. ¡Qué maravilloso ha sido llegar a los cuarenta! En esa angustiosa hora En que el alma confundida llora Piensa que fue algo divino, Y no humano quien definió Esta confusa historia. Son dos corazones atormentados, Que aferrados a no rendirse Con la esperanza cansada y vieja Revuelven en el baúl de los años, Memorias de aquellos tiempos, Que de tanto traer al recuerdo Parecieran ya en el alma tatuajes De tanto aferrarse a ellos. Pues todavía en otoñales tardes Cuando los aires furiosos Revolotean las secas hojas, Aferrados a sus recuerdos, Aquel par de corazones lloran. Y en ese escabroso vaivén de emociones Donde ya no se distingue si se sufre o se si se goza Desean en airadas añoranzas, alcanzar la plenitud, De aquella historia que quedó inconclusa.
Escenas van, escenas vienen, confusas, Los años estropearon los recuerdos, Más siguen ahí, dos almas ancladas, En una insignificante porción del tiempo, De muchos años de nostalgia y olvido Y todavía se detienen en una sola mirada, Y todavía se fusionan en un mismo suspiro. Amar A Tu Prójimo
Como A Ti Mismo ¿Alguna vez te has puesto a pensar en este mandamiento? Tú, en tu intimidad, en la soledad de tu casa, En tus momentos frente al espejo, ¿Cuántas veces has rechazado tu cuerpo? ¿Cuántas veces has despreciado el color de tu piel, Tu estatura, el tamaño de tus ojos, la estructura de tu rostro? ¿Cuántas veces te has mirado con enfado, con insatisfacción, con coraje? ¿Cuántas veces has deseado ser otro ser humano? ¿Cuántas veces te has llamado tonto, o quizás estúpido? ¿Cuántas veces te has sentido poco capaz, o quizás bruto? ¿Cuántas veces te has decepcionado de ti mismo? ¿Cuántas veces has deseado no haber nacido? ¿Cuántas veces has deseado morirte? ¿O cuántas veces te has lastimado para auto castigarte? Si tú has experimentado estos sentimientos En tu interior, en lo secreto de tu corazón, ¿Entonces cuál es el nivel de amor que tienes por ti mismo? Y si esto haces contigo, ¿Cómo entonces estás amando a tu prójimo? ¿Lo estás amando como a ti mismo? Gálatas 5:14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Eclesiastés 15:5 El que es malo para sí, ¿para quién será bueno?
No logrará contento en medio de sus tesoros. El golpe de los recuerdos despierta mis sueños Y aviva mis miedos, ¿Dónde estás papá? Quiero abrazarte, te amo, te necesito. Me miro al espejo y te miro, papá, Me escucho hablando y te escucho a ti, Y me doy cuenta que estás en mi vida, activo. Y me sorprendo, no importa que tan lejos estés, Aquí en mi corazón, en mi alma, ¡sigues vivo! Y emergen en mi, sanos momentos de alivio, Y me alegra saber que no sufres más, Que otra vez eres libre, que moras en el infinito, Que ya no hay dolor, ni miedo, ni angustia.
Que ya no hay ataduras, que eres feliz y vives en paz. Luego la nostalgia me hiere y el hastío me atrapa, Y me siento incompleta, sola, insegura, y vuelvo a llorar. Y conmovida en lo profundo, le doy gracias a Dios, Por los años en que me guiaste en este laberinto apasionante, Peligroso y complejo, llamado vida, Por las veces que solidario tomaste mi mano, Y me ayudaste a salir cuando me sentí perdida. Gracias Dios por la existencia de ese maravilloso ser Que me prestaste, y orgullosamente pude llamarle padre. Gracias por pulirlo con tantas y tan duras pruebas, Por hacerlo tan fuerte en medio de tanto dolor. Gracias Señor por su honestidad y por su entrega, Gracias por permitirle que me diera el regalo de la vida.
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