TIERRA, MAR Y AIRE
Patricia Campos Doménech
Patricia Campos Doménech nos ofrece en este libro un recorrido autobiográfico y testimonial que abraza desde su infancia, su pasión por el fútbol, los primeros años de universidad, hasta la pasión por volar que la empujó a entrar en la Armada española como piloto de reactor, siendo la primera y única mujer que ha alcanzado este rango dentro del Ejército.
Patricia es una pionera y, lo más importante, una luchadora. Cuando pudo convertirse también en la primera española entrenadora profesional de un equipo de fútbol femenino en Estados Unidos, no lo dudó, y también se lanzó a una nueva aventura; se marchó a California para entrenar al Carlsbad United FC. Ahora ejerce de entrenadora para Fútbol Sin Fronteras en varios países de África.
La voz de una mujer inconformista y reivindicativa que, con cada una de sus acciones, quiere fomentar la igualdad y el derecho de las mujeres a la educación y a una vida digna. Un libro que transmite sensibilidad y fuerza y que contagiará al lector del espíritu del «todo está por hacer», y de la ilusión y la ambición por vivir, por querer llegar allí donde uno se proponga, cueste lo que cueste, sea por tierra, mar o aire.
ACERCA DE LA AUTORA
Patricia Campos Doménech (Onda, Castellón, 1977) ha sido la primera mujer piloto de reactor del Ejército español y la primera entrenadora española de fútbol de Estados Unidos. Es miembro de la ONG Soccer Without Borders (Fútbol Sin Fronteras), con la que ayuda a través del fútbol a la integración de los niños más desfavorecidos en África. Ha sido galardonada con varios premios y distinciones, entre los que destacan el Women in Aviation 2008, el Premio Isabel Ferrer 2012, o la Mención Especial al Mérito Deportivo otorgado por la Diputación de Castellón. Además publica un artículo semanal sobre fútbol y su experiencia en África como entrenadora en la revista enfemenino.com.
ACERCA DE LA OBRA
«Nunca he querido rendirme, no va con mi espíritu. Soy rebelde y me gusta. Sé que a veces es muy difícil seguir adelante pese a todo, por el qué dirán, por lo que pensamos de nosotros mismos… todas estas barreras y límites mentales que nos imponemos sin saberlo y que frenan nuestra evolución como personas. Pero puedo decir que he superado todos estos límites y gracias a ello he conocido a gente impresionante y he vivido cosas que nunca habría soñado.
»Me he atrevido a pensar a lo grande, a creer que una mujer podía ser piloto; ¿por qué no? Que una mujer podía dedicarse profesionalmente al fútbol; ¿y quién se lo impide? Que una mujer sola podría cambiar un pequeño rincón de África, quizás solo la mentalidad de unas pocas personas, pero ¿no vale la pena, al fin?
»He sufrido, he llorado, he amado y he odiado, pero sobre todo he sido y me enorgullezco de ser Patricia Campos, una mujer que ha logrado alcanzar siempre las metas que se ha impuesto, pese a todo y pese a todos.»
Tierra, mar y aire
Patricia Campos Doménech
Índice
INTRODUCCIÓN
S oy una mujer y me siento feliz por ello. He vivido siempre en un mundo de hombres intentando romper las barreras mentales que nos hemos impuesto como sociedad. He cumplido mis sueños y sé que me quedan muchos otros por cumplir. Soy una mujer fuerte. Nunca me han importado el sexo, el color o la religión de las otras personas, solo su necesidad de amar y ser amadas, de escuchar y ser escuchadas, de comprender y ser comprendidas.
Jamás me olvidé de mis sueños de infancia: quise jugar al fútbol con los niños de mi pueblo y fui una de las mejores, me propuse ser piloto militar y logré pilotar reactores, quise dedicarme al fútbol profesional y ahora entreno a niñas en Estados Unidos; apostando por llevar mi experiencia en el fútbol en África para mejorar el día a día de las chicas a pesar de todas las dificultades. Aprendí de todas estas experiencias.
He sufrido la homofobia y el machismo pero los he superado con el fin de ser mejor persona, de llegar más lejos… No por los otros sino por mí misma, para comprender que siempre hay un lugar en el mundo para nosotros, seamos quienes seamos y amemos a un hombre o a una mujer. He buscado la comprensión, la amistad y el amor y los he encontrado a lo largo de mi vida en mis compañeros de universidad, de trabajo, en los equipos de fútbol en los que he jugado, en el Ejército y entre mis amigos y la familia.
Nunca he querido rendirme, no va con mi espíritu. Soy rebelde y me gusta. Sé que a veces es muy difícil seguir adelante pese a todo, por el que dirán, por lo que pensamos de nosotros mismos… todas estas barreras y límites mentales que nos imponemos sin saberlo y que frenan nuestra evolución como personas. Pero puedo decir que he superado todos estos límites y gracias a ello he conocido a gente impresionante y he vivido cosas que nunca habría soñado.
Me he atrevido a pensar a lo grande, a creer que una mujer podía ser piloto; ¿por qué no? Que una mujer podía dedicarse profesionalmente al fútbol; ¿quién se lo impide? Que una mujer sola podía cambiar un pequeño rincón de África, quizá solo la mentalidad de unas pocas personas, pero ¿no vale la pena, al fin?
He sufrido, he llorado, he amado y he odiado pero sobre todo he sido y me enorgullezco de ser Patricia Campos, una mujer que ha logrado alcanzar siempre las metas que se ha impuesto, pese a todo y pese a todos. Porque al fin y al cabo nuestra historia es la que vamos escribiendo a lo largo de la vida y, cuando miramos atrás, debemos sentirnos orgullosos de lo que hemos hecho pero, sobre todo, de lo que hemos sido.
Soy mujer, amante, amiga y profesional, también soy hija y hermana, tengo un pasado que me ha hecho ser quien soy y un futuro aún por hacer. Soy una mujer que lucha por sus sueños en Onda, Valencia, Estados Unidos o África. Una mujer que no se rinde porque todavía quedan muchas barreras por superar y muchos mitos que hay que romper.
1
La vida que nunca fue
«Por el bulevar de los sueños rotos moja una lágrima antiguas fotos y una canción se burla del miedo.»
J OAQUÍN S ABINA ,
Por el bulevar de los sueños rotos
* * *
C uando estaba en el vientre de mi madre, inocentemente a la deriva en el líquido amniótico, ella creyó oír un gatito llorando, atrapado, que quería salir. Pasó horas buscándolo detrás de los muebles, dentro de los cajones, incluso debajo de la alfombra. Cuando se convenció de que en el piso no había ningún gatito, preguntó a las vecinas. Nadie sabía nada. «Te estás imaginando cosas», le dijeron. Pero ella seguía oyendo el lamento y bajó al sótano para preguntarle al encargado de mantenimiento, un hombre mayor que consideraba un derecho laboral dormir mucho y trabajar poco, si él también había oído algo. Nada. Acabó rendida y finalmente se durmió, pero cuando despertó a medianoche seguía con ese sonido dentro de la cabeza y ahora sabía por qué: era yo, su hija, llamándola desde el vientre. No se había dado cuenta de que estaba embarazada hasta ese momento.
Mi nombre es Patricia. Nací en 1977 en Castellón, aunque crecí en Onda, una pequeña localidad en el interior de la provincia. Desde el principio fui un problema. De alguna manera, no podía ser lo que otros querían que fuera a pesar de que lo intentaba. A veces me sentía culpable, pero no siempre.
Cuando la comadrona le dijo que había tenido una niña, mi madre empezó a llorar. Tenía ya dos hijos varones, de modo que yo debería haber sido una buena noticia. Pero no fue así. Años después, cuando mi madre pensó que ya tenía edad para comprender, me relató cómo se había sentido de miserable, tumbada en aquella sábana húmeda de su sudor, viendo a la comadrona envolviéndome en una toalla. Estábamos las tres solas, mi padre estaría por ahí bebiendo o con alguna mujer y mis dos hermanos se quedaron con mi abuela unos días.