A mis hijos, Ariadna y Jorge Juan.
Y a su hermano mayor, Álvaro, allí donde se encuentre…
A los padres o madres que decidieron separarse o que no lo pudieron evitar
Y a sus hijos, para que vean en la ruptura lo que no pudieron ver sus ojos
AGRADECIMIENTOS
A las primeras personas que me gustaría agradecer es a mi padre Alejandro y a mi madre Carmen, pues gracias a su decisión me abrieron la puerta de un camino que sigo bendiciendo cada día con más amor. Gracias a mi hermana Sylvia por su eterna compañía, su amor y por su labor crucial como hermana mayor de abrir el camino de los que vinimos detrás. Gracias a mi hermana pequeña Trilce que fue la primera personita que a mis 11 años, durmiendo desde su cuna, me susurró por primera vez sobre el Amor Incondicional, a mi hermana Eva por su dulce firmeza con la que comparte su amor y las conversaciones embriagadoras que es capaz de ofrecerme. A Luis, mi segundo padre, cuyo talento ha sido una inspiración continua para vivir. A mi hija Ariadna y mi hijo Jorge Juan, porque su comprensión, su amor y su presencia me ayudan a construir mis sueños cada día. A su madre Begoña, por los años que compartimos y por su excepcional visión del Amor cuando nos separamos. A mi familia materna y paterna de Perú, que aunque un océano nos separa en lo cotidiano, sabemos lo que nos une de forma permanente. A mi familia materna de Chile con la que me unen lazos muy antiguos y profundos de la historia familiar. A mi familia paterna de Estados Unidos y de otros lugares por los que como buenos aventureros nos hemos esparcido.
Y a Emma, mi pareja, cuya magia confabula a favor de los sueños y ha hecho posible que los dos nos estrenemos en la misma colección editorial.
Un agradecimiento a todos los coaches, entrenadores y profesores que he tenido y que me han ayudado a llegar a nuevos niveles en distintos momentos de mi camino. Raquel Cava, mi primera entrenadora que a mis quince me incentivó a buscar la verdad en el corazón mirando más allá de las apariencias, Pedro Jarque, mi primer coach, quien a mis veinti y pocos me enseñó a dialogar con mí ser interior, John F. Demartini, mi entrenador del orden y del equilibrio subyacente detrás de aparente caos. Es un maestro excepcional de las leyes de la consciencia y quien me inició a la física cuántica aplicada a la psicología humana y al poder de la auto curación. Paco Alonso, mi profesor personal de física quien me hizo bucear a través de la percepción cuántica hasta marearme de vértigo. Miguel Angel Jiménez por brindarme su apoyo incondicional cada vez que lo he necesitado, Lise Jannelle, Louis Lambert y Karrie Ochoa, por su persistente apoyo a la expansión de mi percepción y excepcionales colegas de The Concourse of Wisdom.
A Raül Pere por sus continuas y generosas aportaciones para avanzar con la escritura de este libro y a todo el equipo editorial de Mestas Ediciones por el cuidado, el mimo y la dedicación con la que crean sus libros para cambiar la vida de las personas.
La lista de gratitud sería interminable pero no me gustaría cerrar sin agradecer a cada uno de mis clientes pues sus obstáculos se convierten en el continuo aprendizaje para ver el equilibrio en aquellos lugares más insospechados.
Y mis más sinceras gratitudes a todas y cada una de las personas con las que me he cruzado porque han contribuido a que me convierta en la persona que soy hoy, especialmente mis amigos/as, compañeros/as de colegio en Perú y en España, de la Universidad, de todas los entrenamientos y formaciones no regladas pero tan valiosas, y a mis colegas profesionales del Coaching y de la formación para una nueva consciencia, a mis conocidos y a mis colaboradores con los que hacemos equipo para pasar un mensaje de confianza acerca de las infinitas posibilidades de la naturaleza humana y del potencial ilimitado del ser humano para ir más allá de sus condicionantes.
INTRODUCCIÓN
Lo que me propongo compartir contigo a través de estas páginas es el aprendizaje que ofrece, de forma natural, la experiencia de la ruptura, la separación o el divorcio. Y mejor aún, el mismo que tú y que cualquier persona que lea estas páginas podrá obtener si contempla ciertas vivencias desde la perspectiva que te voy a ofrecer. Te pediría que no creas ninguna palabra de las que digo, pero si eligieses mirar hacia el lado que te propongo, comprométete a hacer tu parte para llegar a lo más alto o más profundo que puedas. Te prometo que al hacerlo, vas a observarte a ti mismo, a tu pareja y a tus relaciones pasadas o futuras desde una nueva visión y una perspectiva auténtica de tu corazón.
Lo que te voy a compartir en los siguientes capítulos son principios que han resistido el paso de los años, desde los remotos días en el que el ser humano apenas se recuerda a sí mismo hasta nuestros días actuales. No son principios que yo he inventado. Ni siguiera son principios que ha inventado alguien en la tierra. Son descubrimientos, principios que, si quieres conocer, necesitas quitarles el velo. Estos principios son algo de lo que no somos conscientes, pero podemos aprender cómo funcionan; sin embargo, no podemos cambiar su funcionamiento, tan solo conocerlos e incluso hacerlos funcionar a nuestro favor, pero ignorarlos es de necios. Estos principios conservan una inteligencia propia y yo he tenido la oportunidad de ir aprendiendo de ellos durante los últimos años, bien a través de mi experiencia vital como a través de lo aprendido con mis clientes.
Si llegas a la última página del libro habrás descubierto un amplio abanico de la sabiduría que esconden y es muy posible que eso cambie tu forma de mirarte a ti mismo/a. Pero mucho mejor, podrás descubrir qué hacer para alcanzar el siguiente nivel que desees en tu relación de pareja y en tu vida hoy. La información que se irá mostrando está presente en distintas disciplinas del conocimiento humano, por eso se les llama Principios Universales, ya que vayas donde vayas o estudies lo que estudies, vas a encontrar su presencia. La diferencia se encuentra en que cada disciplina utiliza su lenguaje de códigos y te hacen creer que son principios diferentes, sin embargo, debajo de los códigos se encuentra el mismo mensaje.
Un poquito de mi historia personal y algo de mi experiencia profesional
Mis padres se separaron cuando yo tenía 3 años. Mi padre lo pasó muy mal por la ruptura de su matrimonio, por sus hijos y por él mismo. Mi madre también tuvo muchísimos retos que afrontar porque su decisión fue la menos fácil en una sociedad conservadora. Ninguno de los dos quiso hacernos daño a mi hermana y a mí, pero lo cierto es que la experiencia de la ruptura nos predestinó un camino en nuestras vidas que nos iba a dar nuestra propia perspectiva personal de lo bueno y lo malo.
Desde los 12 años de edad he explorado conscientemente los misterios de la percepción humana a través de mis propias experiencias, y desde hace más de 10 años lo llevo haciendo de forma metodológica con clientes que me contratan para ayudarles a transformar la percepción de sus vidas. He observado durante todos estos años una cosa en común: las personas funcionamos con patrones inconscientes que nosotros creamos para evolucionar. En la mayoría de los casos he observado que el ser humano es más víctima de su propia ignorancia, de su olvido y de su ingratitud que de lo que otros le hicieron o dejaron de hacer. Yo tampoco me he librado de mis propios patrones. He vivido mis relaciones de pareja desde las necesidades no satisfechas de la infancia reproduciendo en mi vida aquello que más detestaba de mis padres o convirtiéndome con pelos y señales en lo que más condenaba de alguno de ellos. He repetido las mismas experiencias, una y otra vez, sin entender por qué ni para qué. He buscado con discernimiento allí donde podía encontrar la señal para dar el siguiente paso. He vivido todo lo que me permití con pasión y ha sido inevitable tocar los territorios más dolorosos de mi ser parar sentir que en el único sitio donde tiene cabida la plenitud es en mi corazón. Y que lo que observe desde esa plenitud será pleno y perfecto, pero lo que contemple desde un lugar distinto al de la PLENITUD DEL AMOR será la confusión y el caos de las subidas y bajadas emocionales, tan necesarias para vivir en la tierra e inexplicablemente inciertas. Y lo que la plenitud me ha mostrado hasta ahora es que no existe tal cosa llamada buena o mala en sí misma. Que todo es relativo y depende del observador. Que tanto la belleza o la fealdad está en los ojos de quien mira y no en lo que se observa exclusivamente. Que igual que siento yo de otros, otros sienten lo mismo de mí. Que la mayor libertad de crear la vida que deseas está hermanada con hacerte esclavo de los hábitos que te conducirán a su logro. Que no hay tal cosa llamada GRATIS, porque el precio de respirar se paga con el dolor de vivir y el placer de superarte a ti mismo/a. ¡Que no es poco! Pero cuando duele y no para, tú quieres morir sin parar. Y solo para de dolerte cuando descubres que tu dolor no vino solo, sino que trajo un regalo cuyo precio has de pagar si quieres verdaderamente amar.