A Martha Debayle, por invitarme a compartir con ella temas que, a través de la radio, mueven conciencias y tocan vidas.
A Eugenia Debayle, por empujarme un poquito cada vez que me veía con un: “¿Cómo va el libro?”
A Patricia Mazón, por creer en este libro cuando no existía.
A Editorial Aguilar, por abrirme las puertas de un mundo nuevo para mí.
Introducción
Las relaciones de pareja no son sencillas, eso no es ninguna novedad; pero tampoco tendrían por qué ser lo más complicado e insufrible de la tierra si observamos ciertos patrones de conducta en una relación y hacemos los ajustes necesarios.
Debemos replantearnos cómo funcionan esas relaciones más allá de nuestro sentido común y nuestras viejas creencias (ni recordamos cómo y dónde las adquirimos), pero muy probablemente vienen de observaciones, deducciones y meticulosas instrucciones familiares, conscientes e inconscientes, desde nuestra infancia.
Solemos pensar que el amor es suficiente en una relación, pero hoy sabemos que no necesariamente es así. Es un componente muy importante, cierto, pero no el único ni el principal, si es que se busca una relación duradera.
Otros elementos, como romance, intimidad y compromiso también son esenciales. De hecho, podríamos decir que estos cuatro son los grandes pilares en una pareja.
Seguro pensarás que confianza, fidelidad, perdón y lucha de poder son asimismo importantes. Tienes razón, pero los últimos temas son producto de la manera en que se manejan los cuatro anteriores. Sin embargo, no te preocupes, también hablaremos de ellos.
En estas páginas te acompañaré en un viaje al interior de una relación. Por supuesto, mencionaré lo que no nos ayuda, pero igual lo que puede sernos de utilidad para mejorar la relación con la persona que amamos.
Sin embargo, no hay garantías; como dice el dicho: “Para bailar tango se necesitan dos.” Si tu pareja no está dispuesta a realizar el esfuerzo, no solamente será inútil sino que te causará gran frustración empeñarte con pobres resultados.
Por supuesto, este libro no es la fórmula mágica de salvación, pues no la hay. Sí es, en cambio, un excelente punto de partida para identificar lo que debe arreglarse y convivir con lo inmodificable. Sin embargo, nada de lo que yo diga aquí debe ser seguido al pie de la letra si sientes que no funcionará o, incluso, tendrá resultados contraproducentes. La solución a una relación de pareja deteriorada es como un traje que debe ajustarse de manera individual.
Si la ayuda que necesitas no la encuentras aquí, eres responsable de buscar y encontrar otras opciones. Hay talleres, procesos terapéuticos, asesorías o incluso otros textos que te servirán de referencia y ayuda.
Lo que sería muy desafortunado es que no te dieras la oportunidad de leer el libro. Si lo compraste para trabajar con tu pareja, sería poco alentador que él o ella se negaran a leerlo y trabajar con él. Siempre he sostenido que cuando uno descalifica y rechaza una explicación o un método, no puede meterse después las manos en los bolsillos sin ofrecer otra opción. Aquí es imprescindible la colaboración de tu pareja; es decir, que no descalifique algo sin proponer una alternativa que pueda ayudarles. Es decir, la voluntad de mejorar y cambiar es fundamental para salvar una relación de pareja. Cuando no existe, quizá toda posibilidad esté cerrada y sea momento de tomar otras decisiones.
Pero espera, si tu pareja se niega a trabajar contigo o a leer este libro contigo, siempre tienes la posibilidad de utilizarlo tú. Estoy seguro que en sus páginas te verás reflejado o reflejada en muchas circunstancias cotidianas de tu relación e incluso surgirán ideas y propuestas para trabajar por tu cuenta. Pero recuerda, no sólo es tuya la responsabilidad de mantener una relación o sostenerla sana, pero sería triste que si tu pareja no quiere caminar de la mano contigo, te quedes en una parálisis emocional, sin herramientas y rumbo definido.
Encontrarán al final de cada capítulo un breve resumen de lo visto y algunos ejercicios que los acompañarán en el proceso de aterrizar los temas tratados.
Así que bienvenidos a la lectura de este libro, sea en pareja o de modo individual. Estoy seguro que mucho se llevarán de él, pues aquí puse mucho de ciencia y del arte de ser pareja.
Los 4 componentes de una relación
Por supuesto, hay muchos elementos a considerar si observamos todo lo que sucede alrededor de dos personas involucradas emocionalmente. Desde los inicios, con el enamoramiento, hasta cuestiones más complejas como expectativas, necesidades y prioridades de cada uno. Sin embargo, suelo ver las relaciones estructuradas por cuatro elementos fundamentales. Estos son: amor, romance, intimidad y compromiso, así que veamos cada uno de cerca.
Buscar una definición universal del amor no es sencillo y hablar de él en todas sus dimensiones es muy amplio y pudiera resultar confuso. Lo que sí podemos decir acerca de él es que se trata de un sentimiento y para la relación de pareja tiene importancia esencial. Desde esta perspectiva, el amor puede verse desde dos ángulos, o mejor dicho, dos velocidades.
El amor de alta velocidad
Considerémoslo primero como un sentimiento momentáneo de alta velocidad. Una chispa que nos enciende e impulsa a acercarnos a una persona. Este amor se inicia a partir de áreas del cerebro relacionadas con la motivación y la recompensa, que interactúan, por ejemplo, ante las drogas, disparando de inmediato la pasión y el deseo de la persona que nos ha gustado para que nos movamos hacia ella y, al conquistarla, podamos ser neurológicamente recompensados por alcanzar lo anhelado. Sin esta poderosa motivación nada comenzaría, es parte de nuestro equipo emocional, reactivo e inconsciente. Pero esto sólo bastaría para un encuentro pasional, no para mantener viva la llama del amor y menos de una relación duradera. Es un poco como el hambre: una vez satisfecha se van las ganas de comer. Este tipo de amor es fugaz, rápido, del momento. Por fortuna, hay otras áreas cerebrales involucradas en este proceso y vinculadas a la empatía y la preocupación hacia la persona que nos atrae, como veremos a continuación, y es la parte que convierte la chispa en llama, pero aún faltaría el combustible que la mantenga.
El amor pausado
En segundo término, veamos al amor no como impulso reactivo, sino como estado duradero de la mente humana. Primero, nos identificamos con la persona amada; la razón sufre una especie de distorsión e incrementamos o añadimos virtudes a la otra persona y minimizamos ciertos defectos que, en ocasiones, hasta parecen parte del encanto de ese ser. Defectos que, por cierto, casi seguramente acabarás no soportando con facilidad cuando el amor deba incluir otros componentes. Pero eso ya no importaría tanto si, para ese momento, logramos desarrollar un vínculo de amor profundo, más allá del deseo inicial y que ahora nos permite asumir las emociones del otro. Alegrarnos con sus alegrías, entristecernos con sus tristezas. Es el amor que construye un “nosotros” y abre una ventana a un futuro común, al menos en el deseo de caminar juntos. Digamos que es el amor de Romeo y Julieta, del que se dice que todo lo puede y lo vence porque somos correspondidos con la misma intensidad. Claro, igual que el primero, tiene una vida que se acorta cuando no lo nutrimos. Lo que antes importaba y queríamos se reubica en nuestro sistema interno de categorías como indeseable si no hay reciprocidad en actos románticos y un vínculo más allá del mero sentimiento. Cabe decir que este amor es más pausado y sólido que el primero.