AMOR VERDADERO
El arte de la atención y la compasión
Título original: REAL LOVE. The Art of Mindful Connection
© 2017, Sharon Salzberg
Publicado según acuerdo con Flatiron Books, en asociación con International Editors’ Co.
Todos los derechos reservados.
Traducción: Enrique Mercado
Diseño de portada: Henry Sene Yee
Fotografía de la autora: © Fabio Filippi
D.R. © 2018, Editorial Océano de México, S.A. de C.V.
Eugenio Sue 55, Col. Polanco Chapultepec
C.P. 11560, Miguel Hidalgo, Ciudad de México
www.oceano.mx
Primera edición en libro electrónico: marzo, 2018
eISBN: 978-607-527-524-6
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o trasmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo y por escrito del editor.
Libro convertido a ePub por:
Capture , S. A. de C. V.
A mi maestra, Nani Bala Barua (Dipa Ma), quien sufrió muchas
pérdidas y llegó al poder del amor ilimitado
Introducción
En busca de amor
El amor nos quita máscaras sin las que tememos no poder vivir y con las que sabemos que no podemos vivir.
J AMES B ALDWIN
Desde niños nos han contado las más diversas historias sobre el amor. Esperamos que el amor nos dé júbilo, dicha, afecto, pasión, dulzura, cariño, consuelo, seguridad y mucho más... todo al mismo tiempo.
Con frecuencia, nuestra mente se confunde con las imágenes de la cultura popular que identifican el amor con el sexo y el romanticismo, con escenas que ocurren bajo la luz de la luna o en medio de destellos. Esta idea del amor nos hace decir y hacer cosas que no queremos. Hace que nos aferremos desesperadamente a relaciones que deben cambiar, desafiarnos o desvanecerse. Es común que las grandes librerías tengan una sección dedicada al amor y las relaciones románticas, con volúmenes sobre cómo conseguir, conservar y corregir una relación. Como me dijo un editor, “el mercado del amor está saturado”.
Puede ser que creamos que ya hemos recibido la cantidad de amor que merecemos, nada generosa: “No tengo suerte en el amor” o “Me han herido demasiado para amar”. Quizá nos hayamos vuelto tan cínicos (como una máscara para cubrir nuestro desconsuelo o soledad) que juzgamos desdeñosamente al amor como una ilusión lamentable. Algunos nos hemos cerrado al amor porque nos quita mucho más de lo que nos da. Justo en los momentos de angustia en que más necesitamos el amor, un corazón insensible podría ser nuestra mejor defensa.
A muchos de nosotros nos dijeron que si amábamos a los demás y nos sacrificábamos por ellos, no importaba que no nos amáramos a nosotros mismos. O que si queríamos a un amigo o a un hijo, ese amor curaría por sí mismo todos nuestros males y ya no sufriríamos derrotas ni reveses; así que la presencia de dolor en nuestra vida implicaría que fuimos malos para amar. O tal vez se nos sugirió que lo único que necesitábamos en este mundo era amor y que por tanto no estaríamos obligados a combatir la maldad ni a denunciar la crueldad o la injusticia.
Pero más allá de todas esas historias, es natural que como seres humanos vivamos con un deseo de pertenencia, conexión y hogar en este mundo. Anhelamos la cordialidad, las posibilidades y la abundancia que el amor parece prometer. Percibimos la existencia de un tipo de amor verdadero que es posible más allá de los límites por los que nos ha tocado navegar, una posibilidad no idealizada ni meramente abstracta. Tenemos la intuición de que podemos vincularnos mucho más a fondo con nosotros mismos y con los demás.
Uno de mis momentos decisivos llegó en 1985 mientras hacía un retiro de meditación en Birmania. Practicaba la meditación intensiva en la bondad amorosa y repetía todo el día frases de buenos deseos para mí y los demás, como “Que sea feliz, que sean felices”. En determinado momento sentí como si hubiera llegado a un umbral. De un lado estaba mi idea convencional de mí misma como una persona que dependía por completo de otra para sentir amor en su vida; era como si considerara al amor como un paquete en manos de un repartidor todopoderoso que cambiaba de parecer en mi puerta y me dejaba desprovista e irremediablemente incompleta, sin el amor que tanto deseaba. Del otro lado del umbral estaba la reflexión de quién podría ser yo, una persona dotada de capacidad interior para amar en presencia de quienquiera y a toda costa, alguien con acceso al amor que otro podía aumentar o desafiar, pero que no podría quitarme nunca, porque nadie me había concedido esa capacidad. Y entonces atravesé ese umbral.
Comprendí que no podría florecer como ser humano mientras me viera a mí misma como una receptora pasiva de amor (postura que implica una espera demasiado larga, así como un alto grado de letargo). En cambio, ciertamente podría florecer como una personificación del amor.
Este libro es una exploración del amor verdadero —la capacidad innata de amar que todos poseemos— en la vida diaria. Pienso que el amor verdadero es una capacidad fundamental, a la que nada podrá destruir jamás. Esta capacidad podría estar oculta y ser difícil de encontrar y emplear... pero está ahí. Lo mismo que un latido, el amor verdadero pulsa tenuemente bajo las palabras con que nos saludamos unos a otros, cuando criticamos el trabajo de los demás sin ofenderlos, mientras nos armamos de valor para defendernos o cuando nos damos cuenta de que debemos terminar una relación; este amor verdadero persigue una vida auténtica en la cual desarrollarse y alcanzar su plenitud.
Considero que existe un único tipo de amor —el amor verdadero—, que intenta cobrar vida en nosotros pese a nuestros prejuicios, las distorsiones de la cultura y los hábitos del temor, la autocensura y el aislamiento que adquirimos a lo largo de la vida. Todos somos capaces de experimentar amor verdadero. Cuando vemos el amor desde esta amplia perspectiva, podemos experimentarlo hasta en los más breves momentos de relación: con un empleado en el supermercado, un niño, una mascota, un paseo en el bosque. Podemos descubrirlo dentro de nosotros mismos.
El amor verdadero está acompañado por un intenso reconocimiento de que estamos perfectamente vivos y sanos, pese a nuestras heridas, temores o soledad. Es un estado en el que permitimos que nosotros y los demás nos vean claramente y en el que, al mismo tiempo, ofrecemos una visión clara del mundo que nos rodea. Es un amor que cura.
El propósito de este libro se basa en técnicas de atención y otras prácticas de cultivo de la bondad amorosa y la compasión que he enseñado desde hace más de cuarenta años. La práctica de la atención ayuda a crear un espacio entre nuestras experiencias reales y las historias reflexivas que tendemos a contar sobre ellas (por ejemplo, “Esto es lo que me merezco”). La práctica de la bondad amorosa nos ayuda a salir de nuestros relatos predeterminados si éstos tienden a fundarse en el temor o el aislamiento. Nos volvemos autores de flamantes historias sobre el amor.
Aquí hay meditaciones, reflexiones y ejercicios interactivos para todos. Trazan un sendero de exploración emocionante, creativo e incluso divertido. Para idearlos me valí de mi propia experiencia y la de muchos de mis alumnos de meditación, quienes me brindaron generosamente sus historias para compartirlas en estas páginas. Las meditaciones en particular fueron creadas para ser realizadas más de una vez; con el tiempo, practicarlas creará una sólida base de atención y bondad amorosa en nuestra vida.
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