Cambariere, Luján El alma de los objetos / Luján Cambariere. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Paidós, 2017. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-950-12-9498-9 1. Diseño. 2. Antropología Urbana. I. Título. CDD 745.2 |
Diseño de cubierta: Juan Pablo Cambariere
Todos los derechos reservados
© 2017, María Luján Cambariere Funes
© 2017, Alejandra López (por fotografía de la autora en solapa)
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Editorial Paidós SAICF
Publicado bajo su sello PAIDÓS®
Independencia 1682/1686,
Buenos Aires – Argentina
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Primera edición en formato digital: marzo de 2017
Digitalización: Proyecto451
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Inscripción ley 11.723 en trámite
ISBN edición digital (ePub): 978-950-12-9498-9
A mis hijos Jeremías y Mateo, los seres más importantes de mi vida.
AGRADECIMIENTOS
Creo definitivamente, y por mucho tiempo me obsesioné en demostrarlo, que todos nacemos con un don. No todos, lamentablemente, tienen la bendición de dar con las personas que los iluminen, los apuntalen y, sobre todo –palabra mágica si las hay, para mí–, los empoderen de las formas más diversas para llevarlo adelante.
Yo tuve ese privilegio desde chica. Cuando iba al colegio, las profesoras señalaron mi facilidad para la comunicación. Y, más tarde, fueron muchas las personas que acreditaron mi particular mirada del diseño antes de que yo misma la validara.
Este libro, que da cuenta de veinte años de investigaciones, fue posible por el empoderamiento logrado a través del amor y la confianza de estas personas: Delia Berú, que lo hizo con el fanatismo, la falta de objetividad y la incondicionalidad de amor de madre postiza (mientras escribo lloro tu ausencia y, donde estés, sé que estás orgullosa de mí).
Adélia Borges, colega y admirada e indiscutida referente en la disciplina, quien, con la más absoluta generosidad, siempre me impulsó a ir por más, promocionando mi trabajo en un mundo en el que Brasil está mejor posicionado y Argentina aún no resulta tan visible. Recuerdo, entre muchos momentos vividos, dos que fueron fundantes de nuestra relación: cuando, hace más de quince años, fui a visitarla al Museu da Casa Brasileira, del cual era la directora, y ante mi pregunta sobre si hacía bien en investigar el aspecto social del diseño, cuando en mi país nadie hablaba de eso, me llenó de libros de regalo. Y cuando llegó al chiquérrimo restaurante del Museu de Arte Moderna de San Pablo con una bolsa de la frutería porque había escuchado que yo, amante de Brasil, no había probado nunca la fruta del cajú, aunque adoraba su fruto.
Nicola Goretti, curador italiano, por ser el primero en destacar como valiosos para la disciplina los cruces que hice desde siempre con la antropología. Aún recuerdo con emoción el día que me sentó en un café en Buenos Aires para expresarme su admiración por la relación entre mito, rito y diseño.
Edson Matsuo, director creativo de la empresa Melissa –de la que era y soy fanática desde chica–, y Fernando Mascaro, quienes confiaron en mis atípicas y casi esotéricas investigaciones para que capacitara al personal de su empresa y a sus fanáticas. El proyecto O Caminho dos Sonhos me instó a seguir ahondando en el poder de los sueños, los arquetipos y la intuición en relación al diseño.
Muchos colegas queridos, mi familia brasileña, que me permitieron desnudarlos, de algún modo, con mis entrevistas intimistas, que apuntan siempre a la persona detrás del objeto. De todos he aprendido cosas fundamentales que están plasmadas en este libro: Heloísa Crocco, Helena Sampaio, Renata Mellão, José Alberto Nemer, Renato Imbroisi.
A mi familia chilena: Gabriela Olivares y Juan Pablo Fuentes, hermanos que me dio la vida y máximos promotores de mi trabajo del otro lado de la cordillera. Cruzarla para verlos es siempre una fiesta.
Todos, con su cariño que cruza fronteras, me empoderan.
A mi “hadita madrina” Aldana Vaccaro, seguidora de mi trabajo en el suplemento, que supo verme detrás de las letras para llevarme a la televisión abierta, y con ese desafío llegó un shock de autoestima en un momento en el que realmente lo necesitaba.
A mis lectores del suplemento “m2” y, sobre todo, a los estudiantes de Diseño, siempre auspiciosos con mi mirada particular de la disciplina.
A Gabriela Adamo, amiga del alma y absoluta referente en el mundo editorial, ex directora de la Feria del Libro, que me animó a contactar a quien es hoy mi editora, porque no hacer este libro, según sus propias palabras, “ya me estaba pesando”.
A Emilce Paz, “ella”, la editora que siempre soñé para vivir el proceso de escribir un libro que tanto tiempo imaginé. Todo un reto estimulante y angelado. Este libro definitivamente no existiría si no fuera por ella. En primera instancia, porque lo que para mí era “la propuesta” de libro hoy es solo un capítulo. Parecía que yo tenía entre manos algo mucho más grande, pero de tan obvio, tan común, tan mío, no lo había reconocido.
Una vez que empezamos a desandarlo juntas, Emilce me ayudó a sacarme el traje de periodista y calzarme el de autora (la sola palabra en su boca me emociona). También a ser eficaz. De algún modo, a no tener necesariamente siempre la razón (el programa de cambios que conocí a través de ella fue usado hasta el infinito), pero a ser feliz pese a eso. El que tiene de oficio escribir lo sabe. Hay momentos en los que las palabras nos atropellan, luchamos con ellas en el afán de decirlo todo, cuando, a veces, lo dicho sobra.
Por último, una frase que quedará en mi corazón para siempre: “Desde el día en que te conocí sabía que lo harías”. Alta dosis de empoderamiento que espero me acompañe siempre y que me regaló ella, junto a este deseo cumplido tan grande en mi vida.
A Soledad Benvenuto, mi hada madrina en mi espacio Ático de Diseño y en la vecindad del Boulevard Sáenz Peña. Ese amor que cura en un lugar donde soy tan feliz me permitió tener la serenidad para pensar que era merecedora de este otro regalo que me dio la vida.
A mi círculo de mujeres, parafraseando a la gran Isabel Allende, las “hermanas del perpetuo desorden”: Inés Andino, Mariana Arca, Carolina Bodas, Florencia Dedyn, Pía Lang, Martina Repetto. Mis primeras fans siempre. Las que me ven en el pináculo y en el barro e igual me quieren. Aquellas para las que, por suerte, no soy ni nunca fui la periodista o diseñadora conocida, sino la amiga.
A mis amigos que ya son familia: Oni y Flora Arizio, Clara de la Torre, Guadalupe Requena, Daniela Mac Adden, Natalia Kmentt, Ale Dasso, Leo Battistelli, Vero Estrada. Cada una sabe lo que significa en este libro y en mi vida.
A dos pilares fundamentales de mi eje personal y mi salud mental: Mariana Dates y Elizabeth Gutiérrez. Ambas saben lo que representan para mí y me contienen y apuntalan.
Definitivamente, a mi familia. A mis padres, Roberto y Luján, ejemplos de tenacidad, pasión y ética en el trabajo y la vida; a mi hermano Juan Pablo, máximo creyente de la profesional que soy; a mis hermanas Florencia, Pía y Magdalena, todas talentosas, todas profundas, todas tan amadas.
A mis sobrinos Olivia, Nina, Paloma, Fran y Salvador, y a mis cuñados Cynthia, Coco y Xavier, la familia extendida.
A mi abuelo Juan, uno de los grandes amores de mi vida y mayor ejemplo de don.