Sabiduría para una buena vida
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Título original: How to be free
© Princeton University Press, 2018
Publicado por acuerdo con Princeton University Press
© de la traducción, Óscar Martínez, 2020
© Ediciones Kōan, s.l., 2020
c/ Mar Tirrena, 5, 08912 Badalona
Todos los derechos reservados
ISBN: 978-84-18223-10-5 • Depósito legal: B-2899-2020
Maquetación: Cuqui Puig • Diseño de cubiertas de colección: Claudia Burbano de Lara • Ilustración de cubierta: Verónica Grech
Conversión a formato digital: Libresque
INTRODUCCIÓN
¡¿Cómo ser libres?! ¿Pregunta o exclamación? ¿Es un manifiesto político, un anhelo de volver a los orígenes, una aspiración a la autonomía o una hoja de ruta para liberarse del yugo de la opresión? Esta obra presenta el concepto de libertad de un antiguo filósofo griego: ser libres significa vivir en armonía con la naturaleza, ser dueños de nosotros mismos, saber controlarnos, convertirnos en ciudadanos del mundo y comportarnos como tales, y desear exclusivamente aquello que esté en nuestra propia mano conseguir.
Epicteto (c. 55-135 d. de C.), nuestro autor y maestro de estoicismo, nació en la esclavitud (su nombre griego significa «adquirido»). Perteneció al servicio de la casa de Epafrodito, liberto él mismo y personaje influyente de la corte del emperador Nerón. Aunque hacía ya muchos años que Epicteto había recibido la manumisión cuando comenzó a dar a conocer sus ideas sobre la libertad, la experiencia de la esclavitud es un motivo central de su pensamiento. La primera lección del Enquiridión, su manual de estoicismo, es que cualquier cosa que hagamos verdaderamente por voluntad propia es naturalmente libre y no acepta ningún tipo de trabas ni restricciones.
De acuerdo con esto, la libertad no es un estatus jurídico o legal ni la capacidad de moverse sin restricciones por determinado territorio. Para Epicteto, la libertad es la actitud mental de las personas que no se dejan llevar por el desánimo o la frustración porque sus deseos y decisiones proceden de sí mismos y atañen exclusivamente a lo que pueden conseguir por sí mismos. El emperador Marco Aurelio (121-180 d. de C.) recoge este concepto y reflexiona sobre él en las Meditaciones, su compendio de pensamiento estoico. Por su parte, el joven protagonista de la novela de Tom Wolfe Todo un hombre, de 1998, se las apaña para fugarse de una prisión tanto literal como alegórica tras leer las Disertaciones de Epicteto.
Epicteto era conocedor en primera persona de la humillante práctica social de la esclavitud, principal forma de restricción de la libertad individual en el mundo grecorromano. La esclavitud, es decir, la pertenencia y completa sumisión a otro ser humano, confiere al concepto antiguo de libertad un valor intensamente positivo y una tremenda carga emocional. La vida de un esclavo está completamente supeditada a los deseos de sus amos y a las labores serviles que se le obliga a realizar. No obstante, los esclavos, como cualquier ser humano, están dotados de mente, y la mente, al igual que el cuerpo, pueden sufrir el sometimiento, pero también ejercer la libertad. Una persona puede ser físicamente libre y al mismo tiempo estar anímica o mentalmente sometida a crueles amos psicológicos en forma de deseos, pasiones y apetitos destructivos. Y viceversa, una persona puede estar físicamente sometida, e incluso literalmente encadenada, pero ser interiormente libre y no dejarse vencer por la frustración o el desánimo, hasta el punto de sentir que lleva las riendas de su propio bienestar y es responsable de proveerse de aquello que necesita.
EPICTETO, EL FILÓSOFO Y SU ÉPOCA
A principios del siglo II d. de C., Epicteto el liberto abrió una escuela para jóvenes en Nicópolis, ciudad situada al noroeste de la península griega que se había convertido en un popular centro urbano. Uno de sus discípulos era un joven llamado Lucio Flavio Arriano, también conocido como Arriano de Nicomedia. Arriano fue tan influenciado por el pensamiento de su maestro que escribió los ocho volúmenes de las Disertaciones, compendio casi textual de las lecciones de filosofía estoica que había escuchado de Epicteto. También escribió el Enquiridión, o «manual» de filosofía estoica. La obra que el lector tiene entre manos, El arte de ser libre, es una traducción completa del «manual» y de nueve fragmentos de los cuatro libros de las Disertaciones que se conservan. Arriano desarrollaría una brillante carrera en la administración romana y publicaría muchos otros libros, incluyendo la famosa Anábasis de Alejandro Magno. No sabemos cómo se las arregló para reproducir las palabras textuales de Epicteto, pero en el texto que ha llegado hasta nosotros, escrito en koiné, la variedad de griego coloquial que se usa en el Nuevo Testamento, oímos con claridad la voz del maestro y percibimos que no se trata simplemente de una adaptación literaria de su forma de expresarse.
Las enseñanzas estoicas de Epicteto, especialmente el Enquiridión, han gozado de gran popularidad desde que se publicaron por primera vez en el siglo XVI. Traducida a numerosos idiomas, la obra del de Nicópolis sigue plenamente vigente hoy en día, al ofrecer una visión penetrante y duradera de ciertas situaciones humanas universales. Las emociones que pretende paliar —el temor, la ansiedad, la envidia, la ira, el rencor, la aflicción— son propias a toda la experiencia humana, ya vivamos en la Roma imperial o en los EE . UU . de principios del siglo XXI . En este sentido, el pensamiento de Epicteto no necesita introducción. Sin embargo, aunque muchos temas nos resulten familiares, también encontraremos el distintivo sabor del mundo del autor y las costumbres de su época.
Al leer a Epicteto nos trasladamos a un mundo de esclavos (Enquiridión, 12, 14, 26), termas públicas (ibíd., 4, 45), espectáculos circenses (ibíd., 29, 33), adivinos profesionales (ibíd., 32), y el exilio (ibíd., 21), un peligro que Epicteto había sufrido en sus propias carnes. La Roma imperial estaba por entonces gobernada por un sistema funcionarial perfectamente compartimentado y altamente competitivo (ibíd., 19, 24). La lucha por el posicionamiento social era endémica e incluía la búsqueda de protectores, la asistencia a fiestas y banquetes y el constante intento de llamar la atención de los personajes influyentes (ibíd., 19, 24, 25, 33). Epicteto aboga siempre por conservar la independencia, aunque hay que hacer notar que sus discípulos, Arriano entre ellos, eran jóvenes a punto de comenzar la carrera militar o funcionarial. La sociedad romana está absolutamente dominada por el hombre, como demuestran las palabras del autor acerca de la mujer y su papel en la sociedad (ibíd., 40), si bien hay que subrayar que, en general, el Enquiridión ni tiene una orientación de género clara ni peca de machismo. El «tú» y el «nosotros» al que se dirige el autor puede ser cualquier persona, sin necesidad de dejar constancia de las diferencias culturales.
El mundo romano de la época era una autocracia absoluta liderada por el emperador. Epicteto habla de política en muy contadas ocasiones y en esta edición se menciona al césar solo una vez (