aunque no esté remando.
Agradecimientos
Es necesario más de un autor para hacer un libro. Por lo tanto, permítanme dar las gracias a algunas de las personas que han contribuido a la realización de este volumen.
Para empezar, gracias a la Universidad Wright State por concederme la excedencia durante el tiempo necesario para la elaboración del núcleo principal de esta obra. Gracias también a mi departamento, por permitirme impartir, en otoño de 2005, un curso sobre filosofía helenística en el que pude probar una versión temprana de este libro.
Gracias a quienes (en la mayoría de los casos, involuntariamente) jugaron un papel significativo en mi «programa de malestar voluntario», entre ellos, Jim McCutcheon, de McCutcheon Music; Debbie Stirsman, del Centro de Yoga Inner Dance; y a mis compañeros de la Greater Dayton Rowing Association, con un especial agradecimiento a quienes tuvieron el valor de cederme su espacio: Judy Dryer, Chris Luhn y Michael McCarty. Gracias también a Michael por ayudarme a explorar el mundo del malestar proporcionado por los ergios y por plantear valiosas sugerencias respecto a la terminología utilizada en el capítulo 7.
Gracias a Cynthia King, que leyó y comentó mi manuscrito. Gracias asimismo a Bill King, que , aunque reacio a mostrar lealtad al credo del estoicismo, ha sido una gran inspiración para este estoico.
Gracias a los numerosos lectores anónimos que me han ayudado a pulir la argumentación de este libro. Gracias también a Cybele Tom, de Oxford University Press, por ser una comadrona literaria tan paciente y perseverante.
El mayor agradecimiento, con todo, es para mi esposa Jamie, por ofrecerme el tiempo y sobre todo el espacio para escribir este libro.
Introducción
Un plan para vivir
¿Qué le pides a la vida? Podemos responder que queremos una pareja cariñosa, un buen trabajo y una bonita casa, pero en realidad se trata de cosas que queremos en la vida. Al preguntar qué le pides a la vida, planteo la cuestión en su sentido más amplio. No pregunto por los objetivos que te propones mientras realizas tus actividades cotidianas , sino por el gran objetivo vital. En otras palabras, de todo aquello que buscas en la vida, ¿qué crees que es lo más valioso?
A muchas personas les costará nombrar su objetivo. Saben lo que quieren minuto a minuto o incluso década a década durante su vida, pero nunca se han detenido a considerar cuál es su gran objetivo. Es acaso comprensible que no lo tengan. Nuestra cultura no anima a la gente a pensar en estas cosas; de hecho , proporciona una interminable corriente de distracciones para que no tenga que hacerlo. Sin embargo, un gran objetivo en la vida es el primer componente de una filosofía de vida. Esto quiere decir que si carecemos de un gran objetivo vital , carecemos de una filosofía de vida coherente.
¿Por qué es importante tener esta filosofía? Porque sin ella existe el peligro de malvivir: de que, a pesar de toda tu actividad , a pesar de todas las agradables diversiones que has podido disfrutar, acabes viviendo una mala vida. En otras palabras, existe el peligro de que en tu lecho de muerte eches la vista atrás y descubras que has desperdiciado tu vida . En lugar de perseguir algo verdaderamente valioso, la has desaprovechado al dejar que te distraigan las baratijas que la vida puede ofrecerte.
Supongamos que puedes identificar cuál es tu gran objetivo. Supongamos, también, que puedes explicar por qué este objetivo merece ser alcanzado. Incluso entonces existe el peligro de malvivir . En concreto, si no tienes una estrategia eficaz para alcanzar tu objetivo, es probable que no lo logres. Por lo tanto, el segundo componente de una filosofía de la vida es una estrategia para alcanzar tu gran objetivo vital. Esta estrategia especificará lo que debes hacer, mientras cumples con tus actividades diarias, para maximizar tus oportunidades de conquistar aquello que en la vida te resulta más valioso.
Si queremos dar pasos para evitar desperdiciar nuestra riqueza, encontraremos fácilmente expertos que nos ayudarán. En la guía telefónica hay muchos asesores cualificados en planificación financiera. Estos individuos nos ayudarán a definir nuestros objetivos económicos: por ejemplo, ¿cuánto deberíamos ahorrar para nuestra jubilación ? Después de haber definido estos objetivos, nos aconsejarán sobre la forma más adecuada de conseguirlos.
Supongamos, sin embargo, que pretendemos dar pasos no para impedir que desperdiciemos nuestra riqueza, sino nuestra vida. Podríamos buscar a un experto que nos guíe : un filósofo de la vida. Esta persona nos ayudará a pensar en nuestros objetivos vitales y en cuáles de ellos merece la pena perseguir. Nos recordará que, puesto que los objetivos pueden entrar en conflicto, tenemos que decidir cuáles tendrán primacía si surgen esos conflictos. Por lo tanto, nos ayudará a clasificar nuestros objetivos y ubicarlos en una jerarquía. El objetivo en la cima de esta jerarquía será el que he denominado nuestro gran objetivo vital: es el objetivo que no estaremos dispuestos a sacrificar para alcanzar otros. Y después de contribuir a seleccionar nuestro objetivo, un filósofo de la vida nos ayudará a diseñar una estrategia para cumplirlo.