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La Red de Todo
Internet de las Cosas y el Futuro de la Economía Conectada
Andrei Vazhnov
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@andreidigital
capítulo 1
Cuando Internet Desaparezca
“Las tecnologías más importantes son las que desaparecen”.
Mark Weiser, 1991
“Diría simplemente que Internet va a desaparecer”.
Eric Schmidt, 2015
El índice de Promedio Industrial Dow Jones, también conocido como el Dow Jones o simplemente el Dow, es uno de los índices de bolsa más antiguos en el mundo. Durante más de un siglo, ha estado midiendo el rendimiento de las acciones de las 30 empresas más grandes de EEUU y, gracias a su larga historia, es, tal vez, el índice de mercado más famoso. En la actualidad, en el Dow Jones permanece solamente una empresa que también estaba en 1896, cuando el índice se publicó por primera vez. Es la única empresa que logró mantenerse entre las líderes mundiales durante más de 100 años, adaptándose a todas las dramáticas revoluciones tecnológicas que nos trajo el siglo XX mientras que la mayoría de sus competidores no sólo no están más en el Dow Jones sino que dejaron de existir hace décadas.
Esta empresa es General Electric. Originalmente fue fundada por Thomas Edison en 1892 como una empresa de lámparas eléctricas y hoy vuelve a encontrarse en medio de una transformación histórica. GE está apostando su futuro a una tendencia tecnológica que la empresa llama la Internet Industrial, la idea de que con la miniaturización y la caída de precios de los componentes electrónicos, ahora podemos agregar comportamientos inteligentes y conexión a Internet a todas las máquinas industriales, desde turbinas eólicas hasta camiones y trenes.
Este mismo fenómeno también es el motor subyacente tras los términos como ciudades inteligentes, internet de las cosas, los wearables, la red de todo y muchas otras tendencias digitales que están cambiando nuestra vida. En el fondo, todas estas corrientes de cambio comparten el mismo origen : los precios de la computación y la conectividad están bajando tanto que ahora podemos agregar comportamientos inteligentes y conexiones inalámbricas a todas las cosas que nos rodean: a los autos, a los relojes, a los teléfonos, a los robots voladores que conocemos como drones. Y cuando agregamos sensores, una CPU y una conexión inalámbrica a un nuevo objeto, este objeto, de repente, existe no sólo en el mundo físico sino que también tiene un avatar en la red. Las cosas que nos rodean, desde las maquinas industriales hasta los autos y relojes, ya no son simplemente productos sino que se convierten en un nuevo punto de conexión entre el mundo físico y el mundo digital. Todo se vuelve hardware y la increíble flexibilidad del software ya no se aplica sólo para las computadoras sino para todas las cosas que hay a nuestro alrededor.
Es un cambio en la naturaleza de los productos cuya magnitud es difícil de comprender por completo y las empresas de tecnología están compitiendo entre sí con pronósticos que, a veces, parecen exagerados. Ericsson promete 50 mil millones de dispositivos conectados a la red en el año 2020, más de 7 por cada persona del mundo; General Electric predice que Internet Industrial añadirá 15 trillones de dólares al PBI mundial en los próximos 20 años, un importe similar al actual PBI total de EEUU; John Chambers, el CEO de Cisco Systems dijo recientemente que la Red del Todo es una oportunidad de más de 19 trillones de dólares para las empresas de tecnología.
Si bien estas empresas tienen incentivos propios para su optimismo y las predicciones de tendencias nunca son ciertas, es fácil ver las razones para su entusiasmo. Estamos viendo una gran convergencia entre el mundo informático y el mundo industrial, una fusión de las dos grandes revoluciones donde casi cada máquina, cada auto, cada reloj y cada electrodoméstico puede beneficiarse de las habilidades inteligentes para darnos productos más conectados, maquinas más confiables y una manera mucho más eficiente de usar los recursos de nuestro planeta. La próxima década ofrecerá oportunidades increíbles a los empresarios y emprendedores a medida que los enormes sectores de la logística, el transporte, la agricultura y manufactura empiecen a transformar su base industrial, agregando comportamientos inteligentes y conectados a todos sus sistemas y procesos productivos. Como veremos más adelante, esta convergencia también potencia el desarrollo de la economía compartida y puede llegar a cambiar incluso nuestro concepto de propiedad y lo que valoramos en términos de estatus social.
Muchos críticos dicen que estas predicciones no son realistas y, en parte, no son más que “humo” vendido por las empresas. Además, los desafíos técnicos asociados con Internet de las Cosas son enormes. Sin embargo, la popularidad de servicios como Uber y Tinder y el potencial de los dispositivos conectados como el reloj de Apple para revolucionar los ámbitos de salud y el cuidado de las personas mayores, nos dan un presagio de los profundos impactos sobre la economía, la cultura y nuestra relación con la tecnología que pueden resultar de la disponibilidad de sensores conectados e indican que el momento bisagra está llegando.
¿Por qué, por ejemplo, Uber y Tinder aparecieron en la segunda década del nuevo siglo y no en 2005 o 1995? El mundo estaba lleno de gente que buscaba taxis o pareja en aquel entonces al igual que hoy; así que si no existían, seguramente no es por falta de demanda. En ambos casos, la pregunta tiene la misma respuesta: la dramática caída de los precios de los chips de la geo localización y la disponibilidad casi universal de la conexión inalámbrica a Internet que no llegó hasta hace unos años.
Uber y otras aplicaciones parecidas funcionan gracias al chip de GPS, un componente que se comunica con un conjunto de satélites en órbita alrededor del planeta. Estos satélites usan el método de triangulación para ubicar el chip que pueda indicar la ubicación del pasajero, auto o pareja potencial. Los chips GPS costaban varios miles de dólares en los años 80s, bajaron de precio hasta 500 USD en 1997, mientras que hoy cuestan tan solo 2–3 USD. Ahora cada auto y cada teléfono puede tener un GPS sin que aumente mucho su precio, algo que hace tan solo 10–15 años no era posible.
Lo mismo pasa con todo tipo de componentes electrónicos. Un chip de 2.000 transistores que costaba 1000 USD en 1970, en 1990 bajó a 1 USD y hoy en día cuesta menos de 2 centavos. En un solo fin de semana largo en 2014, Apple vendió más poder computacional en sus teléfonos que el equivalente al poder computacional del mundo entero en 1995.
¿Qué puede ser más aburrido que hablar de los precios históricos de CPUs y chips de GPS? ¿A quién le importa? La verdad es que nos importa a todos. Cuando una CPU, un chip de GPS, una cámara de fotos, un módem de conexión inalámbrica cuesten menos que un café, la manera en la que percibimos la red y nuestras computadoras va a cambiar. Empezarán a desaparecer.
En una conferencia reciente, al presidente de Google Eric Schmidt le preguntaron sobre el futuro de Internet. Schmidt contestó:
“Diría, simplemente, que Internet va a desaparecer. Va a haber tantas direcciones IP, tantos dispositivos, cosas que tienes puestas encima, cosas con las cuales estás interactuando que ya ni siquiera vas a sentirla. La red, simplemente, será parte de tu presencia todo el tiempo. Imagínate que entras a una habitación… y estás interactuando con todas las cosas que están ahí.”