Agradecimientos
Para empezar, me gustaría darle las gracias a Hollis Heimbouch, mi editora, por arriesgarse con una peculiar combinación de memorias, libro de negocios y polémica. Tu entusiasmo me ha llevado a expresar ideas que a veces incluso a mí me han sorprendido. Por encima de todo, gracias por darme la oportunidad de llegar a un público muy distinto del que normalmente abordo. Un libro es un diálogo con los lectores, y encontrar los lectores adecuados es tan importante como encontrar al autor correcto. Tal como dijo en una ocasión Michael Lewis: «Nunca se sabe qué libro has escrito hasta que te enteras de qué libro ha leído la gente». Tengo muchas ganas de saber lo que piensan los lectores que has encontrado para mí. Gracias también a tu maravilloso equipo, incluidos Stephanie Hitchcock, Cindy Achar, Nikki Baldauf, Thomas Pitoniak, Rachel Elinski y Penny Makras.
John Brockman, gracias por empujarme desde 1993 a escribir un libro que no publicara yo mismo, y gracias a ti y a Max Brockman por encontrarme un hogar tan fantástico para este proyecto.
Nick Hanauer, gracias por esa charla en la TED University en 2012 que me llevó a pensar más profundamente sobre los problemas de la tecnología y la economía. Gracias también a Zoë Baird, Howard Schulz y mis colegas de la iniciativa Rework America de la fundación Markle, a través de la cual pude exponerme a aquellos que lidian con estos problemas. James Manyika, tú en concreto has sido un espíritu rector. También me gustaría dar las gracias a todos los oradores y participantes en la conferencia Next:Economy, a través de la cual he explorado no solo los problemas, sino también las soluciones a los problemas a los que nos enfrentamos.
Bill Janeway, Hal Varian y Peter Norvig, vuestra disposición a leer múltiples borradores y tomaros tiempo para educarme sobre áreas en que mis conocimientos no estaban a la altura han hecho que este libro sea mucho más sólido de lo que de lo contrario habría sido. Hal y Bill, me habéis dado una clase magistral en economía. Si el estudiante no ha estado a la altura de sus maestros, no es culpa vuestra. Benedict Evans, Margaret Levi, Laura Tyson, James Manyika y Kevin Kelly, me habéis salvado de cometer errores y omisiones flagrantes, y vuestros desafíos me han ayudado a aclarar mi razonamiento. Jay Schaefer, Mike Loukides y Laurent Haug, vuestra lectura atenta y comentarios han fortalecido mis ideas y mi manera de escribir. Sunil Paul, Logan Green, Kim Rachmeler, Matt Cutts, Danny Sullivan y Dave Guarino, habéis llenado los huecos con detalles fundamentales y contexto para momentos clave de esta historia. Satya Nadella, Reid Hoffman, Jeff Immelt, Peter Schwartz, Peter Bloom, Andy McAfee, Eric Brynjolfsson, David Autor, Larry Katz, Anne-Marie Slaughter, Sebastian Thrun, Yann LeCun, Joaquin Quiñonero Candela, Mike George, Rana Foroohar, Robin Chase, David Rolf, Andy Stern, Natalie Foster, Betsy Masiello, Jonathan Hall, Lior Ron, Paul Buchheit, Sam Altman, Esther Kaplan, Carrie Gleason, Zeynep Ton, Mikey Dickerson, Wael Ghonim, Tim Hwang, Henry Farrell, Amy Sellars, Mike McCloskey, Hank Green, Brandon Stanton, Jack Conte, Limor Fried, Phil Torrone, Seth Sternberg, Palak Shah, Keller Rinaudo, Stephane Kasriel, Bryan Johnson, Patrick Collison, Roy Bahat, Paddy Cosgrave, Stephen Levy, Lauren Smiley, Bess Hochstein, Nat Torkington, Clay Shirky, Lawrence Wilkinson, Jessi Hempel, Mark Burgess, Carl Page, Maggie Shiels, Adam Davidson y Winnie King, también me habéis regalado vuestro tiempo y perspectiva durante la investigación y el proceso de escritura que han conducido a este libro.
También me gustaría darles las gracias a las personas que me enseñaron gran parte de lo que he compartido en este libro. Como escribió la poetisa Elisabeth Barrett Browning: «Lo que hago y lo que sueño te incluyen a ti, igual que el vino debe saber a sus propias uvas».
De mi padre y mi madre, Sean y Anne O’Reilly, he aprendido a pensar que la buena fortuna es algo que debe ser compartido. Mi padre solía tomar prestado para poder cumplir con sus «obligaciones caritativas»; tras su fallecimiento, mi madre demostró que una pequeña cantidad de dinero bien distribuido llega lejos en la construcción de la prosperidad compartida de mi familia. Ella me prestó dinero en un momento crucial en la historia de mi empresa, con el único requisito de que se lo diera a otros cuando la crisis hubiera pasado.
Mi exsuegro, Jack Feldman, me enseñó a amar los negocios y a verlos como oportunidad para ser creativo, igual de importantes que el arte o la literatura. Mi exmujer, Christina Isobel, me enseñó que los negocios siempre han de estar dotados de los valores que queremos en el mundo; no deben operar según sus propias normas. Lo que he logrado con O’Reilly Media fue moldeado por tu arraigo en el ser humano, más que en la máquina. Mis hijas, Arwen y Meara, mi hijastra Clementine y mis nietos, Huxley y Bronte, me recuerdan a diario por qué importa que pasemos un mundo mejor a aquellos que nos seguirán.
Jen Pahlka, eres mi compañera en la vida y en mi pensamiento. Este libro es la culminación de un trayecto que empezó después de terminar la charla que di en 2008, «Por qué amo a los hackers», recitando el poema de Rilke sobre luchar con ángeles superiores a nosotros, y tú viniste con ojos brillantes y me dijiste: «Necesito una charla así para mi conferencia, solo que para emprendedores». Desde entonces, has tomado cosas que para mí eran solo ideas y las has hecho realidad en el mundo. Eres un ejemplar perfecto y la inspiración para el consejo que constituyó el núcleo de la charla que desarrollé para ti: «Trabaja en lo que importa». Tu lectura del libro y tus comentarios acerca del mismo lo han hecho mejor, de la misma forma que tus empujones considerados me hacen mejor a mí, y a nuestra vida juntos una constante exploración de lo que es posible cuando dos personas trabajan unidas formando un equipo perfecto.
Mis colegas en O’Reilly Media, Maker Media y O’Reilly AlphaTech Ventures, sobre todo Dale Dougherty, Laura Baldwin, Brian Erwin, Mike Loukides, Edie Freedman, Sara Winge, Gina Blaber, Roger Magoulas, Mark Jacobsen y Bryce Roberts, de verdad, todos los que habéis formado parte de esto a lo largo de los años habéis colaborado en la creación de algo extraordinario, con un impacto mucho mayor del que jamás soñé cuando empecé en 1978. Sois mi segunda familia. Me inspiráis y sois testimonio del hecho de que una empresa también es un aumento humano, que nos permite hacer cosas que jamás llevaríamos a cabo solos.
De todos estos años en el sector de la tecnología, me gustaría destacar como mentores y fuentes de inspiración, directa e indirectamente, a Stewart Brand, Dennis Ritchie, Ken Thompson, Brian Kernighan, Bill Joy, Bob Scheifler, Larry Wall, Vint Cerf, Jon Postel, Tim Berners-Lee, Linus Torvalds, Brian Behlendorf, Jeff Bezos, Larry Page, Sergey Brin, Eric Schmidt, Pierre Omidyar, Ev Williams, Mark Zuckerberg, Saul Griffith y Bill Janeway. He trazado mi mapa estudiando el mundo que habéis contribuido a crear.
Timothy F. O’Reilly (6 de junio de 1954, Irlanda). Es fundador y presidente de O’Reilly Media (editorial anteriormente denominada O’Reilly & Associates). Es un fuerte impulsor de los movimientos de software libre y código abierto, así como uno de los autores del concepto Web 2.0 y participante en el desarrollo del lenguaje Perl. Es autor de varios libros, publicados todos ellos por su editorial.
O'Reilly estuvo interesado inicialmente en la literatura. Licenciado en Clásicas por la Universidad de Harvard en 1975 cum laude, enseguida empezó a interesarse por la informática, específicamente por los libros para usuarios de computadoras.