Volar es como soñar. El sueño del vuelo, el mito de Ícaro, es tan antiguo como la humanidad. Por eso, incluso el más pequeño y sencillo de nuestros aviones de papel está en condiciones de llevarnos a un mundo casi mágico de increíbles maravillas y sorpresas que no acaban nunca; a un mundo en el que, con muy poco o casi nada, todo es posible si se desea. Las más sorprendentes construcciones, más o menos aladas, los más arriesgados ejercicios de acrobacia aérea o las inigualables travesías en el azul de un cielo creado por nuestra fantasía, tan profundo que parece infinito, son, desde el principio, tan fulgurantes como las imágenes de un sueño o los geniales trucos que pueden hacerse con de la chistera de un mago. El sueño del vuelo se pone a nuestro servicio con sólo un pequeño esfuerzo, nos divierte y nos proporciona todo lo necesario para adquirir métodos y conocimientos mucho más profundos y complejos.
La inigualable emoción de la hoja de papel que se separa de la mano y comienza a planear en el aire y la alegría del éxito de cada vuelo sabiamente programado son la ocasión principal para una introducción distinta, un acercamiento alternativo hacia lo fantástico, pero también al saber, sobre todo para conocer las causas que lo producen.
A lo largo de estas páginas no nos ocuparemos la ciencia del vuelo, pero explicaremos cómo construir maravillosos objetos voladores que pueden nacer de la práctica de las manualidades y de la creatividad de cada cual.
Este es un libro pensado para todas aquellas personas que quieren jugar o aprender a jugar o que se dedican a la educación o a la pedagogía. Es un libro que hace que hasta los menos jóvenes vuelvan a ser niños, porque nos ilumina y nos invita a salir del ambiente cerrado de nuestras ocupaciones cotidianas para surcar los aires hacia espacios sin límites donde el sueño y la creatividad encuentran su verdadera razón de ser.
EL AMBIENTE Y LOS MATERIALES DE TRABAJO
Se necesita mucha paciencia, buena voluntad, predisposición, aplicación, método y, sobre todo, un ambiente adecuado: un rincón apartado, todo nuestro, en el que podamos trabajar con todos los accesorios al alcance de la mano, y así asegurar el buen resultado de cualquier obra que se planifique y se construya.
La superficie de trabajo
Irá bien una mesa. Deberá ser amplia, mejor larga que ancha y de una altura que permita tener los codos cómodamente apoyados sobre la superficie.
Estará colocada cerca de una ventana para disfrutar de la luz solar y sin objetos que nos estorben.
En cambio, tiene que haber sitio, además de para los materiales específicos, también para:
— una lámina de cristal semidoble, para cortar perfectamente con la cuchilla;
— una lámina de goma, para realizar las incisiones con la cuchilla;
— una tablita de madera muy lisa, a ser posible chapada o barnizada con laca, para realizar todas las operaciones relativas a la encoladura y, si tiene un buen espesor, utilizar sus bordes para el plegado de las alas del avión y las operaciones del acabado;
— una lámpara de mesa, del tipo flexo, que se pueda sujetar a la mesa, con una bombilla opalina o azulada, de luz clara, para que no se canse la vista.
El papel
Dar forma a los aeromodelos de papel supone ante todo conocer a fondo los materiales que se pueden utilizar (cartón, cartulina, papel de embalar, etc.), aprender a tener en cuenta nuestras habilidades y nuestra inventiva a la hora de hacer un proyecto y poder predecir con ciertas garantías el resultado final. De su mayor o menor resistencia, de su forma, color, textura y peso depende gran parte del resultado del modelo definitivo. Además, en función del tipo de papel que se utilice habrá que elegir una técnica u otra.
Para los primeros modelos habrá que utilizar papel y cartulinas que sean fáciles de doblar y de cortar. Parece muy indicado el papel de estraza o el reciclado, que se puede encontrar fácilmente en las papelerías en forma de hojas de color pardo o grisáceo, ligeras y baratas. Por otra parte, también se pueden utilizar hojas normales de cuaderno, en blanco o cuadriculadas, u hojas de papel para máquina de escribir o impresora.
En cambio, para los modelos definitivos, que siempre serán de mayor calidad, habrá que recurrir a un papel especial.
El papel más adecuado para nuestras intenciones es el que se utiliza en papiroflexia, que puede encontrarse en las papelerías y en las tiendas especializadas en artes gráficas y bellas artes. Fabricado precisamente para que, al utilizarlo, se pueda doblar y cortar, este tipo de papel se comercializa en carpetas o en álbumes de hojas cuadradas o rectangulares, de colores, con una cara rugosa y la otra más lisa. La gama de colores es amplísima y también varían las dimensiones, siendo la más pequeña de 10 x 24 cm.
En una hoja adecuada para la construcción de un aeromodelo, las medidas (20 x 25 cm) y el peso (alrededor de 70g/m) tienen que ser proporcionales. Cuanto más grande sea la hoja más se podrán aumentar las dimensiones del modelo, que podrá planear mejor, aunque sea mucho más lento y tenga más problemas para girar.
En efecto, es fácil intuir que el tipo de papel, su peso, su elasticidad y su agarre, con el que se realiza un modelo, influyen en su comportamiento en el vuelo.
SUGERENCIAS
√ Conviene guardar el papel cuidadosamente en una carpeta.
√ Hay que conservar los trozos que han sobrado después de las operaciones de corte si presentan una superficie mínimamente utilizable.