ÍNDICE
Establecer límites saludables me ha cambiado la vida de maneras que no creía posibles. Este libro está dedicado a las personas que estamos consiguiendo una mayor libertad al establecer límites saludables sin remordimientos.
Antes de ponerme unos límites saludables, mi vida era agobiante y caótica. Yo también he luchado contra la codependencia, buscando la paz dentro y fuera del trabajo, y contra las relaciones insatisfactorias. Y resulta que establecer ciertas expectativas hacia mí misma y hacia los demás me da paz. Crear una vida con relaciones saludables es un proceso continuo, pero que se va dominando con el tiempo y con la práctica.
En el momento en que dejé de fijar perímetros, mis antiguos problemas resurgieron. A causa de ello, he convertido los límites saludables en una parte de mi vida diaria. Practico la asertividad y la autodisciplina de manera sistemática, para así crear la vida que quiero tener. En el pasado, siempre llevaba conmigo un montón de resentimiento, y tenía la esperanza de que los demás adivinaran mi estado de ánimo y mis deseos. Después de un proceso de ensayo y error, aprendí que la gente no adivinaba mis necesidades: ellos se dedicaban a lo suyo, mientras yo sufría en silencio.
Las cosas que antes me costaba mucho decir —como, por ejemplo, «no voy a poder ayudarte con la mudanza»— ahora me salen con mayor firmeza. Al principio me daba miedo, no quería enfadar ni molestar a nadie, y no sabía cómo elegir las palabras adecuadas. Temía que el hecho de no dejarme pisotear supusiera el fin de mis relaciones. Durante todo ese tiempo, el costo personal que tuve que pagar fue muchísimo más alto.
En el momento en que aprendí acerca de los límites, no sabía cómo aplicar ese concepto a mi vida. Límites es un término tan amplio como intimidatorio. Este libro analizará los numerosos aspectos de ponerse unos límites saludables y te ayudará a saber cómo respetar los límites de los demás. He tardado años en no sentirme tan culpable a la hora de establecer límites con la gente, porque no sabía que esa culpa es normal cuando haces algo que crees que está mal. Este libro te enseñará a gestionar la incomodidad (la culpa) que te impide tener la vida que quieres y, con suerte, te dará la confianza y la valentía necesarias para ponerte tus propios límites saludables.
Los límites te harán libre.
He sido psicóloga durante catorce años. La gente no llega a la terapia sabiendo que tiene problemas con los límites. Cuando entran por la puerta, los problemas con los límites están ocultos detrás de problemas de autoestima, conflictos con los demás, dificultad para gestionar el tiempo o preocupaciones acerca de cómo influyen las redes sociales en su estado emocional.
En cuanto estas personas terminan de relatarme su resentimiento, su infelicidad, su codependencia y lo agobiadas que se sienten, les digo con mucha amabilidad: «Tienes un problema con los límites». Dicho esto, empezamos a trabajar para destapar las transgresiones de los límites, aprender a comunicar los límites a los demás y lidiar con las repercusiones de ponerse unos límites. Sí, cuando hay que lidiar con la incomodidad y la culpa que surgen en el momento de reafirmarse, hay repercusiones.
Para mí, Instagram se ha convertido en un espacio en el que publicar mucha información de lo que yo interpreto como consecuencias de los problemas con los límites. Mi publicación «Señales de que necesitas límites» se hizo viral.
Señales de que necesitas límites • Estás agobiado. • Sientes resentimiento hacia la gente que te pide ayuda. • Evitas las llamadas y las interacciones con las personas que crees que tal vez te pidan algo. • Sueles comentar que ayudas a la gente y que no recibes nada a cambio. • Te sientes agotado. • A menudo sueñas con dejarlo todo y marcharte lejos. • No tienes tiempo para ti mismo. |
La respuesta abrumadora que cosechan estas publicaciones me demuestra cuánta gente se identifica con la necesidad de establecer límites. Mi buzón de mensajes privados se llena de comentarios como este: «Problema con los límites, ¡ayuda, por favor!». En Instagram, subo una sesión semanal de preguntas y respuestas, y el 85 % de las primeras están relacionadas con los límites.
Recibo preguntas como las siguientes:
• «Mis amigos se emborrachan todas las semanas y cuando salgo con ellos no me siento del todo cómodo. ¿Qué puedo hacer?».
• «Mi hermano no para de pedirme dinero y me resulta imposible decirle que no.»
• «Mis padres quieren que vaya a pasar las fiestas con ellos, pero a mí me gustaría más ir con la familia de mi pareja. ¿Cómo se lo digo?»
Responder a todas las preguntas que recibo en Instagram es imposible. Semana tras semana, la gente formula más preguntas sobre sus problemas para comunicarse en sus relaciones. ¡He destapado un pozo sin fondo de problemas con los límites! Sabía que la única manera de ayudar a más gente a solventar estos problemas era recopilar en un libro las estrategias que he ido aprendiendo. Estrategias que no solo proceden de mi trabajo en internet y con mis pacientes: yo también he tenido problemas con los límites casi toda mi vida. Sigo trabajando en ello a diario, así que entiendo a la perfección la gran importancia de establecer unos límites saludables.
La mayoría de los días lanzo una encuesta en las historias de Instagram. Esas encuestas se han convertido en una manera muy divertida de aprender de mi comunidad. A veces, los resultados me dejan boquiabierta. Como aquella vez que pregunté: «Las expectativas que tienes puestas sobre tu padre, ¿son diferentes de las que tienes sobre tu madre?». Aproximadamente, el 60 % dijo que no. Me quedé sorprendida, porque las madres (yo soy madre) comentan que les pesan más las expectativas puestas en ellas. Sin embargo, por lo visto, la gente de Instagram creía que los dos progenitores son igual de importantes. A lo largo de este libro, de vez en cuando encontrarás mis encuestas de Instagram y sus resultados.
Como le sucede a casi todo el mundo, he comprobado que mis relaciones familiares han sido las que mayor dificultad me han causado en el momento de establecer límites. Los sistemas familiares cuentan con reglas tácitas de compromiso. Si quieres sentirte culpable, márcate un límite con tu familia.
Cuando íbamos en coche, era una norma no bajar las ventanillas mientras mi madre fumaba. Joseph, que empezó a venir con nosotros en coche para ir al instituto, hizo algo inaudito. Nada más subirse, bajó la ventanilla. De repente, yo podía respirar. Hasta ese momento, nunca había pensado que tuviera elección. Aquel instante abrió las puertas a una sensación en mi interior que me decía: «Si hay algo que no te gusta, haz algo al respecto». Había asumido que debía aceptar las cosas como eran, aunque me molestaran. Prefería ahogarme entre el humo del tabaco que bajar la ventanilla para que entrara el aire. Me daba miedo que poner un límite decepcionara a mi madre. Esta anécdota es el ejemplo de la razón número 1 por la cual la gente evita establecer límites: el miedo a que alguien se enfade o se moleste.
El miedo no se basa en los hechos.
El miedo no se basa en los hechos. El miedo se basa en los pensamientos negativos y en las tramas que nos inventamos en nuestras cabezas. Joseph cambió esa narrativa para mí. Establecer aquel límite y que fuera aceptado me preparó el camino para marcar otros, a veces más duros.