Título original: Freiheit und Grenzen – Liebe und Respekt
Diseño de la cubierta:Arianne Faber
© 2003, Beltz Verlag,Weinheim, Basilea y Berlín
© 2006, Herder Editorial, S.L., Barcelona
ISBN: 978-84-254-2935-4
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ÍNDICE
PRÓLOGO
Cuando hablo por primera vez con alguien sobre el tema de una «educación libre», lo más común es que enseguida surjan objeciones más o menos apasionadas sobre la «necesidad de límites».
Pero las preguntas sobre este tema tampoco disminuyen cuando los padres o cuidadores se aventuran a dar sus propios pasos hacia un trato respetuoso con los niños. Más bien al contrario: en sinnúmero de situaciones nuevas y en cada nueva etapa de desarrollo asoman también nuevas dudas e incertidumbres.
Para nosotros –adultos que a menudo hemos sido educados y restringidos por límites– no es fácil comprender que en realidad los límites pueden tener la función de definir un espacio en el cual se puede actuar con independencia y libertad y en el cual se pueda dar un verdadero desarrollo humano. Pero en la medida en que logramos hacer esta distinción, nos damos cuenta de que los límites no definen el ser del otro, sino –por el contrario– sirven para mantener el entorno relajado, de manera que todos –niños y adultos– se sientan cómodos en él, vivan nuevas experiencias gracias a la toma de decisiones personales y aprendan a diferenciar entre necesidades auténticas y sustitutivas.
Las vivencias que tenemos en este entorno relajado, poco a poco van reduciendo las contradicciones que aparentemente existen entre libertad y límites y nos abren los ojos para ver que estos dos conceptos, «libertad y límites», están íntimamente relacionados con otros dos conceptos, es decir, «amor y respeto».
Con asombro comprobamos cómo para los adolescentes y los adultos jóvenes que han recorrido este camino con nosotros, libertad y límites, amor y respeto son algo concreto y resultan tan obvios y naturales como el agua para los peces. Con cierta envidia vemos que ellos son capaces de poner límites de forma natural, espontánea, afable y respetuosa, mientras que nosotros, los adultos, muchas veces entorpecemos nuestro propio desarrollo con nuestras dudas.
Últimamente el Centro Educativo Pestalozzi, que es el escenario del libro Libertad y límites. Amor y respeto, –debido al entorno que nos rodea– ha tenido que afrontar situaciones difíciles, ha tenido que poner los límites correspondientes y tomar decisiones drásticas. Los cambios socioeconómicos que desde hace algunos años ha sufrido Ecuador han hecho cada vez más difícil garantizar que el trabajo iniciado hace veintiocho años mantenga su coherencia. Cada vez menos padres han podido cumplir con sus responsabilidades para con sus hijos en el hogar y así contrarrestar el deterioro de la calidad de vida cada vez más generalizado en el país. Además, ya muy pocos padres han podido hacer sus contribuciones necesarias para el mantenimiento del trabajo.
Frente a esta situación, en julio del 2005, el Pesta que –a pesar de ser un pensionado– era como un «segundo hogar» para ciento ochenta niños y jóvenes, fue cerrado como «escuela alternativa». Desde entonces los esfuerzos de la Fundación Educativa Pestalozzi se están concentrando en la construcción de un proyecto integral con nuevas estructuras de convivencia, con la meta de proteger a los padres de las presiones que les impiden dedicarse adecuadamente a sus hijos y así evitar que tengan que delegar esta responsabilidad en una escuela, aunque ésta sea «alternativa».
Me alegra saber que gracias a la presente versión española de Freiheit und Grenzen – Liebe und Respekt (Libertad y límites. Amor y respeto), las experiencias y reflexiones que durante tantos años nos han acompañado en el «Pesta» van a ser accesibles para un círculo más amplio de personas que sienten que este tema es de interés en las circunstancias de su propia vida.
Rebeca Wild
[] Abreviatura de Pestalozzi y apodo del proyecto de jardín de infancia y de escuela de los Wild en Ecuador. [N. del E.]
LÍMITES Y ENTORNO PREPARADO
–¿No has pensado nunca escribir una novela de verdad?
Hace poco uno de nuestros invitados me sorprendió con esta pregunta a modo de saludo matinal cuando me encontraba exprimiendo naranjas para el desayuno.
Preocupada por no perder la concentración durante mi rutina de la mañana respondí con aire distraído:
–¿Una novela? ¿Por qué iba a escribir una novela?
–He leído en la cama tu primer libro, Educar para ser. Y he pensado que si has sido capaz de tratar un tema tan árido como la educación con tanta vivacidad, ¿no te atraería la idea de adornar tus vivencias con fantasía y del resultado sacar una novela?
¿Y por qué no? La idea empezó a tomar forma en mi mente entre el desayuno y la comida. Sería algo completamente distinto al sinfín de tareas que, visto lo visto, aun tras veinte años de Pesta, no puede decirse que sean menos que al principio: trabajar permanentemente en el entorno preparado constituye la base de una educación alternativa; acompañar a los niños y a los adolescentes en sus actividades; charlas con las familias, reuniones de padres, asambleas de profesores, cursos, seminarios, economía alternativa, excursiones en bicicleta; sin olvidar los asuntos domésticos, los intereses personales, ese constante deseo de estar en todos los sitios… ¡Una novela! ¿No podría conjurar el pasado, encantarlo junto con el presente y con el futuro, y crear nuevos espacios y vínculos?
En ese momento, la familia se sentó a desayunar. Tenía que darme prisa para ir a la entrada de la escuela antes de que llegaran los autobuses y estar allí para recibir a los niños. En cuanto el lugar se llenó de sus saludos, preguntas, llamadas y de su búsqueda de actividades, volví a centrarme en mi ocupación. Observé cómo los niños, rodeados por nuestro soberbio paisaje andino, construían con devoción aviones de madera de balsa, cómo después los de primaria hacían las pruebas de vuelo desde la torre de seis metros, desde el borde de la quebrada. Era testigo de cómo construían sus «clubes» y casas en los árboles entre plantas de agave utilizando para ello tablones viejos, neumáticos y otros materiales de desecho. Veía cómo a lo largo de una mañana aprovechaban a fondo todo el espacio y todas las oportunidades, cómo repartían su tiempo con autodeterminación, cada uno a su ritmo, entre actividades tranquilas y agitadas, exigentes y relajantes. También aquella mañana, después de tantos años, volvía a sorprenderme la viveza de los niños. Entonces se desvaneció toda duda: ¿qué necesidad tenía de inventar una novela, si ésta transcurría cada día ante mis propios ojos?
¿No es bastante novela que los niños –siempre que sus padres se lo permitan, y siempre que ellos así lo deseen– puedan ser niños de verdad? ¿Que ellos, al revés que en casi todo el mundo, tipificados y adaptados a aquello que los adultos consideran «por su bien», puedan saber día a día lo que significa «dedicarse con cuerpo y alma» a crecer con sus propias aventuras, juegos, proyectos e ideas, con sus propias alegrías y sufrimientos?
Cuando hablé por última vez de estos niños –en mi libro Kinder im Pesta [Niños del Pesta]– tuve la sensación de que ya había dicho lo suficiente sobre nuestra experiencia en educación alternativa. Pero ahora tengo nuevos motivos para dedicar especial atención a un aspecto de nuestra relación con los niños. Sin duda alguna, el primero de ellos es que hoy en día, tras veinte años de Pesta y tras inagotables reflexiones, vemos la relación existente entre libertad y límites con más claridad que entonces.