He conocido miles de almas en el mundo cuyo espíritu está atrapado en las sombras de su propia oscuridad...
A ellos dedico este libro, porque son muchos quienes necesitan desechar sus propias piedras, deshacerse de sus capas, liberarse de sus trabas y romper sus pesadas cadenas.
Sus historias y sus luchas por sobrevivir en un mundo a veces desvastado y lleno de obstáculos me inspiran siempre a guiarlos para que permanezcan lejos de sus sombras y se acerquen a la Luz...
Apenas comencé a caminar por mi jardín, como lo hago todas las noches paseando a mis perritas, cuando me di cuenta, de pronto, que una sombra muy grande se extendía desde el césped hasta proyectarse por encima de una altiva palmera. Mi primera reacción, debo confesarlo, fue de miedo. No entendía de dónde provenía o qué causaba una sombra tan impresionante que ocupaba gran parte del lugar donde me encontraba. Creo que nunca antes había tenido esa sensación al ver una sombra de tales dimensiones, con forma humana, como la que en ese momento estaba frente a mí. Esa sombra aunque no pretendía hacerme sentir diminuta acabó lográndolo; me sentí tan pequeña, casi como si estuviera desprovista de las fuerzas necesarias para defenderme de ella. En aquellos instantes mi reacción fue retroceder para escapar de su presencia, al mismo tiempo que la sombra se hacía más grande llegando a confundirse con el cielo.
A pesar de la oscuridad, la presencia de la sombra destacaba, y se distinguía por la hermosa luz de una luna llena que resplandecía en el firmamento. La luna dejaba ver con detalle las formas de la naturaleza y todo lo que me rodeaba sin necesidad de tener luz artificial. Solo una pequeña bombilla colocada al pie de un arbusto estaba encendida, al reconocerla me di cuenta de que me encontraba muy pegada a ella, a una distancia de un metro aproximadamente. Fue entonces cuando pude entender lo que estaba sucediendo, esa luz estaba chocando con mi cuerpo y producía la enorme sombra que representaba mi figura y hacía que pareciera más alta que una palmera. Eso me hizo recordar que alguna vez en mi infancia soñé con subir a una palmera y divisar desde allí el horizonte. Ahora lo podía hacer con mi propia sombra.
Todo mi miedo y sensación de debilidad desapareció en un instante. Comencé a reír y a jugar con mi propia sombra. Al acercarme se empequeñecía y yo ganaba más altura frente a ella. Si me movía me perseguía y si me alejaba, acercándome a la luz, se hacía más grande y hasta la veía poderosa logrando hacerse tan alta que parecía que rozaba el cielo. Jugué a tocar la luna levantando mi brazo y llevándolo hacia ella, mi sombra entonces copiaba mis acciones y era como si mi mano, dibujada en la sombra, tomara la luna entre los dedos.
Acaricié las nubes que podía ver gracias a la luz de la luna y de algunas estrellas que estaban siendo testigos de aquella noche, y se entrelazaban en mis dedos delineados por la sombra. Esta se desprendía de mi cuerpo y era una extensión de quien yo era en la inmensidad del universo. Esa noche fue una de las más especiales de mi vida, entendí que Dios nos permite ver nuestra propia sombra con una intención. Hay un mensaje que va mucho más allá de la física, mucho más allá de las formas, mucho más allá de lo que vemos con nuestros ojos. Es un mensaje que comprendí con la inteligencia de mi ser interior, el espíritu, que nos da las respuestas cuando estamos conectados con Dios.
Acerca de la sombra se ha escrito mucho a lo largo de los siglos. Los científicos han empleado años de investigación sobre el tema de la luz y la sombra, y por supuesto esto ha producido grandes descubrimientos. Los científicos han descrito la sombra como la consecuencia directa de la propagación rectilínea de la luz. Un cuerpo opaco situado en la trayectoria de la luz impide que esta se propague y crea una zona oscura a la cual se le llama sombra. La luz directa produce sombras en los propios objetos, a estas se las denomina sombras propias y a las sombras proyectadas por los objetos se las conoce como sombras arrojadas.
La sombra es la luz que no llega al suelo o a la pared, porque el objeto o la persona la tapa, los fotones golpean en el objeto iluminándolo, por supuesto no lo atraviesan por lo que por detrás de este no llega la luz. La sombra, en resumen, no es otra cosa que la porción del cuerpo que siendo iluminado, no recibe de forma directa la luz, al encontrarse esa parte del objeto o del cuerpo en oposición al foco luminoso.
En la pintura, la sombra ha jugado un papel importantísimo a través de los siglos. Por mencionar un ejemplo, el arte rococó que floreció en Francia y en Alemania a principios del siglo XVIII y que era en muchos aspectos una continuación de la pintura barroca, destacó sobre todo en lo concerniente al uso de la luz como protagonista y de la sombra como coprotagonista. Por lo general, los pintores en todas las épocas han tenido una fascinación con el uso de la sombra, porque esta junto a la luz, es lo que dota a un dibujo de vida, dándole así visos de realidad. En las pinturas surrealistas el juego de la luz y la sombra es imprescindible para transmitir un mensaje.
Quizás pocas veces pensamos que para un pintor es fundamental estudiar en profundidad como actúa la luz sobre los objetos que desea representar en sus pinturas. Ni tampoco pensamos en la importancia que tiene para un artista, antes de comenzar a trabajar en su lienzo, el conocimiento acerca de cómo se comportan los objetos y las personas, ante las leyes físicas relacionadas con la luz y la sombra. Estas actúan sobre los cuerpos u objetos y hacen que se manifiesten de forma real ante quienes apreciarán las piezas de arte una vez que sean expuestas.
Todo lo que esté sobre la tierra y sea iluminado de forma natural o artificial no escapa de la sombra. Como parte de mi experiencia, cuando he grabado o filmado frente a las cámaras de televisión algún anuncio, he podido observar el trabajo de las personas encargadas de la iluminación. Se pasan horas y quizás días, para iluminar perfectamente a una persona o un escenario. Tratan de evitar cualquier sombra que pudiera entorpecer la imagen deseada. En el teatro, por el contrario, he tenido la oportunidad de disfrutar de magníficas obras, donde el trabajo de las luces y las sombras recrean el ambiente y contribuyen a dar el mensaje con el que el autor quizás soñó para la puesta en escena de su pieza teatral. También, en muchas ocasiones, el uso de las sombras puede ser la interpretación del director que dibuja en cada acto de la obra, su visión de cómo debe verse reflejado el ambiente, asegurando así las emociones que la luz y la sombra producirán en los espectadores.