R. A. Schwaller de Lubicz - El templo en el hombre
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- Libro:El templo en el hombre
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1949
- Índice:4 / 5
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El templo en el hombre: resumen, descripción y anotación
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El objeto de estudio de esta obra es el singular templo de Luxor, uno de los monumentos más hermosos de la antigua Tebas debido a su fascinante arquitectura. El templo en el hombre es el resultado de casi quince años de investigación a pie de campo en el templo de Luxor. Publicado en el año 1949 de forma independiente, en poco tiempo se convirtió en un libro de culto, obligando su difusión a gran escala. Llama la atención la lectura simbólica de los monumentos egipcios: lejos de ser simples edificios de piedra con una finalidad meramente práctica, el investigador alsaciano señala que los templos son entes vivos, y que como tales cuentan con una serie de estructuras «orgánicas». A pesar de su trasfondo hermético y simbólico, no es extraño encontrar las obras de Schwaller de Lubicz citadas en publicaciones de corte más académico, convirtiéndolo en un referente obligado en temáticas de simbología e interpretación iconográfica. Como es lógico, al poco de aparecer esta obra, las críticas llovieron sobre el francés y sus arriesgados razonamientos. Sin embrago, hubo algunos egiptólogos de los denominados ortodoxos que abrazaron con entusiasmo sus ideas. Siguiendo los pasos de Schwaller de Lubicz, deberemos leer entre líneas y mirar donde nadie ha mirado antes, para descubrir cosas sorprendentes que nos hablan de una cultura egipcia hasta ahora no imaginada.
R. A. Schwaller de Lubicz
Arquitectura sagrada
y el hombre perfecto
ePub r1.0
RLull 25.06.15
Título original: Le Temple dans l’homme
R. A. Schwaller de Lubicz, 1949
Traducción: Isabel Pérez
Ilustraciones: Lucie Lamy
Retoque de cubierta: RLull
Editor digital: RLull
ePub base r1.2
[1] La evolución de una «consciencia innata» hacia la consciencia psicológica, que es la «consciencia de la consciencia innata», el primer paso hacia una consciencia libre de contingencias físicas.
[2] Razón superior e Intellectus de santo Tomás.
[3] Algunas citas médicas (de La médicine morphologique, de A. Thooris; París, G. Doin, 1937, pp. 72-73) aclararán mi punto de vista. También se refieren a las bases del asunto tratado en las siguientes páginas. Geoffroy Saint Hilaire fue el primero en demostrar que los cráneos humanos tienen, en un momento determinado, un número de puntos de osificación equivalente al número de piezas del cráneo de un pez… Antes de alcanzar su desarrollo completo, el feto pasa por una serie de formas que recuerdan las formas finales de animales menos perfectos. Serres generaliza la analogía: «Los aspectos transitorios de una animal superior, en el curso de su desarrollo, reproducen los aspectos permanentes del órgano entre los animales considerados inferiores». Algassiz va todavía más lejos… «Los animales primitivos son imágenes proféticas de los embriones presentes, que son como miniaturas de ellos…». Y además: «Si encuentro en un embrión, en un determinado momento de su desarrollo, un órgano que no aparecerá en su etapa adulta, debo encontrar este órgano en una animal adulto inferior cuyo desarrollo se detuvo en la etapa considerada embrionaria».
[4] Partenogénesis es utilizado aquí en el sentido de «creación», y no en el sentido «zoológico» del ser que es en un momento macho y a continuación hembra, como en el caso de los moluscos hermafroditas.
[5] Etienne Drioton, «La protection magique de Thèbes à l’époque des Ptolémées», en el Bulletin d’Ethnographie, nº. 23 (1931).
[6] H. Schafer, «Die angebliche Basilikenhalle des Temples von Luksor. Gedanken zur Geschichte des ägyptischen Templehaus», en Zeitschrift fur ägyptische Sprache, vol. 61 (1926), pp. 52-57.
[7] Se ha preferido etimológicamente más preciso para trans saeptum: «más allá del cerco». El hecho de que la nave tenga siete elementos en su longitud se ha pasado por alto.
[8] Esto fue correctamente destacado por P. Lacau en «Le Plan du Temple de Louxor», en Mémoires de l’Académie des Inscriptions, vol. 18, nº. 2 (1941)
[9] Para el estudio de estas proporciones, ver capítulo VIII.
[10] El dios Amón en la forma de una figura momificada desde el pecho hacia abajo y con el falo erecto, indicando la función reproductiva (N. de la T.).
[11] Ver capítulos II y VIII.
[12] El órgano sexual divide la altura de un hombre, incluyendo la bóveda craneal, en dos partes iguales. De hecho, el órgano sexual existe solo para el hombre de la Naturaleza, es decir, para el expulsado del Paraíso terrenal y con su propio juicio. De esta manera se respeta el simbolismo (ver cap. II).
[13] Digo «indirecta» para evitar la confusión con la superposición de perfiles de imágenes en la misma escena, lo que tiene un objetivo similar al de la transparencia.
[14] Ver el ejemplo de la figura 28.
[15] En lo que se refiere a las zonas del cerebro, debo señalar que la zona auditiva se encuentra junto al hueso temporal. Esto explica la expresión egipcia «dar la sien» (Maâ) equivalente a «prestar atención». Así, el sentido de esta expresión es «abrir la inteligencia propia a la palabra». Esto demuestra dos cosas: a) Los antiguos daban más valor a la función vital que al órgano perceptivo. b) Tenían un exacto conocimiento de los centros vitales y de la inteligencia, y lo sabían todo sobre el cerebro, lo que contradice las declaraciones del profesor Hermann Grapow (ver capítulo VI, nota 44).
[16] Tomándolo como un todo, el cerebro, centro de toda la coordinación de ideas, es el centro de todas las reacciones personales. Entre todos los pueblos antiguos se consideraba que los «simples de espíritu» eran considerados como inspirados, o capaces de ser directamente inspirados, actuando en ausencia de cualquier voluntad verdadera o razonada.
[17] Ver capítulos I y VIII.
[18] La bóveda craneal, que contiene el órgano físico del cerebro, no debe confundirse con la corona circular que rodea el propio cráneo. No puedo analizar esta corona aquí, ya que corresponde a conductos de flujos de energía que pertenecen a un estado más sutil del cuerpo humano. Por otro lado, no puedo permanecer en completo silencio sobre este asunto, ya que sin ningún conocimiento sobre él, los símbolos que en Egipto se relacionan (por ejemplo, la diadema real) serían interpretados erróneamente. Esta diadema representa la coronación de la sabiduría, es decir, el movimiento continuo de los centros de vida suprema en la cabeza. Su circuito termina en el punto central de la frente, expresado en Egipto por el uraeus frontal. Cuando los egipcios hablan de canales en el cuerpo humano, se refieren no solo a los canales físicos (nervios y venas), sino también a los circuitos de energía. Los fluidos de energía son tanto fluidos nutritivos como «imanes» de la fuerza universal. No necesariamente son transportados por vasos físicos. Podrían, por ejemplo, ser considerados como fluidos de inducción que emanan de centros concretos, situados de forma precisa siguiendo los caminos que envuelven la materia física.
[19] Purusha de los Vedas (Upanishads).
[20] El espacio bidimensional debería ser concebido como un «plano» sin profundidad. Por lo tanto, se trata de una «función» y no de una «cosa». Ahora bien, no podemos imaginar la acción sin el cuerpo en movimiento, ya que solo podemos entender la acción a través del cuerpo. Es por tanto a través de la
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