Howard Gardner - La mente no escolarizada
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- Libro:La mente no escolarizada
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1993
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La mente no escolarizada: resumen, descripción y anotación
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La mente no escolarizada — leer online gratis el libro completo
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¿Cómo podemos conseguir que los estudiantes se alejen del aprendizaje memorístico y alcancen una verdadera comprensión de aquello que se les intenta transmitir? La solución al problema que presenta Howard Gardner en este libro pasa, evidentemente, por la reestructuración de nuestras escuelas, pero en ningún momento desde un punto de vista teórico o alejado de la realidad, sino entendida como una consecuencia lógica de la práctica educativa. De este modo, acercándose a las investigaciones más recientes sobre el terreno del desarrollo cognitivo, Gardner acaba presentando una imagen convincente y dinámica de la mente en acción del niño, basada tanto en espectaculares experimentos llevados a cabo en las aulas y extraídos de ámbitos tan diversos como la física, la historia y las letras, como en la elaboración de modelos educativos fundados en el aprendizaje de los oficios. Las conclusiones son claras: los estudiantes de todas las edades suelen ignorar los temas que se les enseñan en las aulas por la sencilla razón de que ellos ya disponen de teorías plenamente acabadas que les ayudan a dar un sentido al mundo, pero que a la vez nadie se ocupa de fomentar o alimentar.
Howard Gardner
Cómo piensan los niños y cómo deberían enseñar las escuelas
ePub r1.0
diegoan 10.10.17
Título original: The unscholed mind. How children think and how schools should teach
Howard Gardner, 1993
Traducción: Ferran Meler-Ortí
Diseño de cubierta: Ferran Cartes
Editor digital: diegoan
ePub base r1.2
A Jerome S. Bruner y en recuerdo de Lawrence A. Cremin
Las reacciones de muchos de mis amigos y colegas a este libro fueron para mí de gran valor. Me gustaría agradecer a Mihaly Csikszentmihaly, William Damon, Robert Glaser, Peter Kugel, Ricardo Nemirovsky y David Perkins sus útiles comentarios. Me siento particularmente en deuda con Robbie Case, Mindy Kornhaber, y con mi esposa, Ellen Winner, por sus sumamente esmeradas lecturas del manuscrito, así como por sus muchas y provechosas indicaciones. Mi agradecimiento, también, para Karen Donner, quien me ayudó de distintas formas en la preparación de este libro, y para Mindy Kornhaber que preparó competentemente los índices. Mis colegas del Harvard Project Zero durante años me han proporcionado valiosas ideas, y quiero expresar mi agradecimiento a todos y cada uno de ellos.
Me siento francamente en deuda con los diversos organismos que han respaldado económicamente el trabajo de mis colegas y el mío propio durante los años pasados: la Fundación William T. Grant, la Lilly Endowment, la Fundación John D. and Catherine T. MacArthur, la Fundación James S. McDonnell, la Fundación Markle, los Pew Charitable Trusts, el Rockefeller Brothers Fund, la Fundación Rockefeller, la Fundación Spencer y la Veterans Administration.
La mente indocta es el sexto libro que publico en Basic Books. Me siento afortunado por haber tenido una continuada y provechosa relación con este excelente editor. Mi agradecimiento particular a Susan Arellano y a Martin Kessler por sus muchas y provechosas indicaciones editoriales, y a Nina Gunzenhauser, Ellen Levine, Bill Davis y Susan Zurn por su ayuda en las otras fases de la preparación del libro.
Cuando pienso en las personas que hicieron posible que escribiera este libro, sobresalen dos nombres. En Harvard, en 1965, Jerome Bruner me introdujo por primera vez en el enfoque cognitivo en la educación; ha seguido siendo un amigo y motivo de inspiración durante un cuarto de siglo. Hace ahora ya algunos años, Lawrence Cremin se reveló prometedor por sus ideas iniciales acerca de una pedagogía centrada en la comprensión; en su posición como presidente de la Fundación Spencer, nos alentó tanto a mí como a mis colegas para que procediéramos sistemáticamente con nuestras nociones. Es un privilegio tener la ocasión de dedicar este libro a estas dos notables personas.
HOWARD GARDNER
INTRODUCCIÓN: LOS ENIGMAS CENTRALES DEL APRENDIZAJE
La mayoría de quienes han intentado dominar un idioma extranjero en la escuela han recordado con añoranza el aprendizaje que hicieron de la propia lengua materna. Sin la ayuda de un libro de gramática o de un profesor de lengua bien preparado, sin requerir la autorización de las calificaciones obtenidas en una asignatura, todos los niños normales fácilmente adquieren el lenguaje que se habla a su alrededor. Lo que es más extraordinario, niños que, aun siendo demasiado pequeños para sentarse en un pupitre de escuela, pero que crecen en un medio políglota, pueden dominar varios idiomas; incluso saben en qué circunstancias han de recurrir a cada una de las lenguas. Es humillante darse cuenta de que el aprendizaje del lenguaje en las primeras edades de la vida ha operado refinadamente durante milenios, a pesar de que los lingüistas sean incapaces todavía de describir de un modo completamente satisfactorio la gramática de cualquier lengua natural existente.
Uno puede, claro está, intentar descartar el lenguaje como un caso especial. Después de todo, somos criaturas lingüísticas, y quizá tengamos una disposición especial para hablar, al igual que los jilgueros y los pinzones cantan como parte de su patrimonio como aves. O se puede insistir en la inmensa importancia del lenguaje en todas las relaciones humanas; quizá esté ahí la solución a la pregunta de por qué todos los niños dominan con éxito el lenguaje pocos años después de su nacimiento.
Sin embargo, tras examinarlo, el lenguaje resulta ser algo no excepcional entre las capacidades humanas. Es sencillamente el ejemplo más espectacular de uno de los enigmas del aprendizaje humano: la facilidad con la que los seres humanos más jóvenes aprenden a llevar a cabo determinados comportamientos que los estudiosos aún no han llegado a comprender. Durante los primeros años de vida, los niños de todo el mundo dominan una asombrosa serie de competencias con poca tutela formal. Llegan a ser competentes para cantar canciones, montar en bicicleta, bailar, estar al tanto de docenas de objetos en casa, en la carretera, o por el campo. Además, aunque de un modo menos visible, desarrollan sólidas teorías acerca de cómo funcionan el mundo y sus propias mentes. Son capaces de anticipar qué manipulaciones harán que una máquina no funcione adecuadamente; pueden propulsar y coger pelotas lanzadas en condiciones diversas; son capaces de engañar a alguien en un juego, del mismo modo que pueden reconocer si alguien intenta hacerles una mala pasada jugando. Desarrollan un sentido penetrante acerca de lo que es verdad y falsedad, bueno y malo, bello y feo —sentidos que no siempre concuerdan con los criterios comunes, pero en los que demuestran ser notablemente prácticos y vigorosos—.
Aprendizaje intuitivo y aprendizaje escolar
Nos enfrentamos con otro enigma. Los niños pequeños que muy pronto dominan los sistemas de símbolos, como el lenguaje y las formas artísticas, como la música, los mismos niños que desarrollan teorías complejas del universo o intrincadas teorías acerca de la mente, suelen experimentar las mayores dificultades cuando empiezan a ir a la escuela. No parece que hablar y entender el lenguaje sea problemático, pero leer y escribir puede plantear serios desafíos; el cálculo y los juegos numéricos son divertidos, pero aprender las operaciones matemáticas puede resultar engorroso, y las metas superiores de las matemáticas pueden resultar temibles. De todos modos el aprendizaje natural, universal o intuitivo, que tiene lugar en casa o en los entornos inmediatos durante los primeros años de la vida, parece ser de un orden completamente diferente en relación con el aprendizaje escolar que ahora es necesario en todo el mundo alfabetizado.
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