Gilberto de Murguía - El aguila y el quintosSol

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Para Lupita, Álvaro, Abril Marisol y William, quienes siempre me han apoyado en todas mis extravagancias literarias. Con cariño para José Luis Ramírez L, amigo, bohemio y partícipe de correrías históricas y culturales, quien siempre me ha dado una honesta crítica literaria y, especialmente, para José Luis Sánchez, cuya opinión siempre ha sido válida. Para don A. G. y doña G. M., quienes me enseñaron a conocer la riqueza del idioma, la cultura y el valor de la historia y las tradiciones mexicanas.

Este libro es una obra de ficción basada en la historia de México. Los nombres, personajes y eventos descritos en esta novela son parte de ella, otros son producto de la imaginación del autor. Sin embargo todos los mexicanos están unidos a un pasado que cambió con la fundación de la Nueva España. Cualquier parecido con eventos, lugares o personas reales, fallecidas o en vida, es tan solo una coincidencia. Ninguna sección o parte de este libro podrá ser reproducida, archivada en sistemas de informática, o transmitido en cualquier forma, incluyendo impresa, mecánica, fotocopiado, electrónica, cibernética, o en cualquier otro formato, sin la autorización previa de la editorial.

EL ÁGUILA Y EL QUINTO SOL ............................................. 7 DEDICATORIA ............................................................................ 9 PRIMUS PARS........................................................................... 13

DE LOS ACONTECIMIENTOS DE REFERENCIA .......... 29
TENOCHTITLAN ....................................................................... 45

ALTER PARS ........................................................................... 201
DE LA VIDA EN TENOCHTITLAN .................................... 203
LA GRAN CIUDAD DE LOS TOLTECAS ......................... 239
DEL VIAJE Y EXPEDICIÓN A LAS HIBUERAS ............ 265

El aventurero regresaba a la España que había dejado hacía ya poco más de treinta años, cuando decidió que si habría de hacerse de fortuna y vivir rodeado de las riquezas que desde niño había soñado, no lo podría hacer en la tierra que lo vio nacer, sino al otro lado del gran mar océano, más allá del poniente, en las nuevas tierras recién descubiertas que según decían los que regresaban de ellas colmados de fama y riqueza, estaban tan sobradas de oro y plata que a los nativos no les interesaba.

Pero ahora ya no era el joven que abandonó sus estudios en la universidad de Salamanca, cuando en su delirio de aventura se embarcó con un impulso desconocido con rumbo a la Española, para acabar viviendo en la isla Fernandina, ahora Cuba. Ahí, con su orgullo castizo de moro y español y un poco de suerte, había sobrevivido sino en penurias, por lo menos con lo poco que ganaba escribiendo documentos y cartas de epistolario que los soldados y habitantes iletrados no podían escribir. Así, cuando uno de ellos le pidió informara a su madre que pronto partiría en una expedición que lo llenaría de gloria y riquezas, el escribano vio la oportunidad de hacer sus sueños realidad, se hizo de la información requerida, vendió lo poco que tenía para avituallarse con las armas necesarias y se apalabró con el capitán de la empresa quien, curiosamente, había conocido durante sus estudios en la universidad.

Su viaje lo llevaría a unirse a una expedición extraordinaria en la que tendría aventuras jamás imaginadas, le daría lo que anhelaba y la vida lo colmaría con satisfacciones y vivencias que nunca, en la España de sus ancestros, hubiera podido tener.

Pero ahora regresaba a Salamanca, sino con tanta riqueza y fama como había deseado, por lo menos sabiendo que en la Nueva España lo esperaba un india hermosa, dos hijos mestizos, y un patrimonio suficiente para trabajarlo y no pasar penurias el resto de su vida o vivir de las pensiones de limosna que ocasionalmente otorgaba el todopoderoso emperador Carlos V a los que le habían servido en las innumerables guerras y conflictos de su reino.

Su regreso era motivado por dos razones: la primera era visitar el sepulcro de sus padres en Salamanca para finalmente darles sus respetos en un Te Deum que oficiaría el obispo en su honor y recuerdo y despedirse por última vez, puesto que era muy probable que ya nunca regresara. La segunda razón era, de ser posible, viajar a Sevilla para entregar personalmente a su Majestad Carlos V una narrativa que había escrito dedicada a él sobre sus vivencias y aventuras en lo que ahora era conocido como “El Nuevo Mundo”.

Afortunadamente para el aventurero, la misa de Te Deum tuvo lugar con la parsimonia y boato que aseguraron los castellanos y pesos de plata que sacó de su faltriquera para sustento de las ánimas y ayuda a los trabajos espirituales del obispo pero, desafortunadamente, la entrega de su narrativa se pospuso indefinidamente después de cuatro meses de hacer antesala para que lo recibiera el emperador. Ya en los últimos días, a punto de embarcarse a la verdadera tierra suya que ahora era la Nueva España, decidió que lo mejor sería entregar sus folios a un secretario del palacio y, previa una generosa compensación por sus molestias, asegurar así que su trabajo literario llegara a manos del monarca.