CLARA TAHOCES, grafo-psicóloga y escritora madrileña, ejerce el periodismo especializado y de investigación en temas insólitos y misteriosos desde hace veinte años. Ha colaborado asiduamente con numerosas publicaciones y en diversos programas de radio y televisión. En la actualidad es redactora-jefe de la revista Más Allá de la Ciencia.
En su faceta de escritora es autora de ocho libros entre los que destacan Sueños, que ya ha alcanzado ocho ediciones y Grafología, un completo tratado sobre esta disciplina (Libros Cúpula). Además ha escrito novela fantástica sobre hadas, brujas y unicornios y varias guías mágicas de España. Su novela Gothika fue galardonada con el premio Minotauro 2007.
AGRADECIMIENTOS
Esta obra no habría sido posible sin la oportuna intervención de Iker Jiménez y de Carmen Porter. Fueron ellos los que me empujaron a desempolvar estos casos para «Milenio 3». Algunos eran muy antiguos, con casi un cuarto de siglo de historia, y al principio no comprendí la dimensión que todo ello tenía. Fue a partir de un punto determinado cuando me di cuenta de que este material merecía la pena darse a conocer, que había muchos detalles que, por falta de tiempo, no podían relatarse en la radio, así que no puedo menos que estar agradecida a ambos por su apoyo y por su carácter visionario al percatarse de que había historias realmente potentes que, con el devenir de los años, casi había olvidado.
No fue una labor sencilla porque, debido al tiempo, buena parte de los testimonios habían quedado registrados en cintas de casete y en viejos cuadernos. Digitalizar algunas de las grabaciones no habría sido posible sin la siempre providencial ayuda de Fermín Agustí y de Noel Calero.
También tengo que dar las gracias a Javier Pérez Campos, incansable compañero de aventuras (espero que nos queden muchas más por vivir). A Santiago Camacho, por sus reflexiones más allá de lo puramente fenomenológico, que me han servido para plantearme otros puntos de vista. A Diego Marañón, que, pese a la lejanía de su búnker, ha participado en algunos de los casos recientes más interesantes; y al omnipresente Guillermo León, que con cariño dirige las redes del tiempo y el espacio.
Tampoco puedo olvidar a Nacho Ares, buen amigo desde hace muchos años, ni a Carlos Largo, una de las personas más modestas que conozco, pero cuyo buen hacer ha sido esencial en el desarrollo de algunos casos. También a Francisco Pérez Caballero, al que me ha unido más de un viaje, dejando al descubierto a una persona sensible y con gran sentido del humor.
Y por supuesto al resto de los compañeros del amplio equipo de «Cuarto Milenio»: Gerardo Peláez, Fernando Rodríguez, Annaïs Pascual, Pablo Villarrubia, Camilo Rey y los excelentes operadores de cámara José Alberto Gómez, Marcos Macarro y Guillermo Seijo.
Tampoco puedo dejar pasar la oportunidad de manifestar mi agradecimiento a personas como Félix A., Mabi V., Ana Callero, Fabio R., Mayte A., F. I. G. y J. L. C., Nacho Navarro Gil, José Miguel Gaona, Manuel Martín-Loeches, DavidZurdo, Javier Sierra, Paloma Navarrete, Sol Blanco-Soler, Piedi Cavero y todos los integrantes del Grupo Hepta, así como a los compañeros de «Córdoba Misteriosa». También a Sol Meneses, Soraya Real Iglesias, Luis Alamancos, Mado Martínez, Marcelo Eremián, Ricardo Mera y Marta Embid.
No menos importante ha sido mi familia, siempre ayudándome y a veces, incluso, facilitándome algunos casos.
Y, por supuesto, a todos los testigos que un día confiaron en mí abriéndome las puertas de sus casas.
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¿CASA ENCANTADA O POLTERGEIST?
El fenómeno que nos ocupa es quizá uno de los más fascinantes y complejos a los que podamos encararnos, al menos, desde el punto de vista del estudioso. Sin embargo, para quien lo padece, es un completo infierno. Imaginemos por un instante que el terror se instalara en nuestro hogar, que una auténtica película, de las muchas que hay de este género, estuviera presente en nuestra propia casa sin que pudiéramos hacer nada para cambiar de canal.
El hogar debería ser un templo sagrado en el que sentirnos seguros, a salvo de todo el mal que pueda haber en el exterior. Pero cuando una serie de manifestaciones conviven con nosotros día tras día, cuando el regreso a casa no es plácido, sino que está marcado por el terror, no es difícil entender por qué muchos de los afectados optan por abandonarlo, sin importar el dinero que hayan desembolsado para conseguir la que creían que sería la casa de sus sueños.
Pero, como decía, el punto de vista del estudioso es otro. ¿Qué fenómeno parapsicológico de cuantos hay concentra tantos microfenómenos juntos? Con sinceridad, no se me ocurre ninguno. En la casa encantada y en el poltergeist confluyen casi todos.
Diferencias entre el poltergeist y la casa encantada
No obstante, antes de proseguir, se hace necesaria una aclaración, porque es frecuente que ambos términos se utilicen indistintamente, como si fueran sinónimos. Muchos piensan que la casa encantada y el poltergeist son lo mismo.
Quizá, en parte, la culpa de esta confusión la tengan películas como Poltergeist: fenómenos extraños (Tobe Hooper, 1982). Este filme de culto, producido y escrito por Steven Spielberg, nos ofrece una idea errónea. O tal vez lo que resulte desacertado sea el título, si tenemos en cuenta los hechos descritos en el mismo.
Se nos presenta la casa ideal a la que una familia se traslada, construida sobre un antiguo cementerio indio. A partir de ese momento, el horror empieza a cebarse con los protagonistas, que asisten con estupor a una serie de fenómenos cuya naturaleza no comprenden. El epicentro de todo parece ser Carol Anne, la hija pequeña del matrimonio.
Si obviáramos el hecho de que la vivienda, ubicada en la urbanización Cuesta Verde, ha sido construida sobre un viejo cementerio, tal vez estaríamos hablando de un fenómeno poltergeist, provocado inconscientemente por la pequeña. Sin embargo, es justo ese detalle, el del cementerio, el que convierte a la vivienda en una casa encantada. Y ahí tenemos ya el primer elemento diferenciador. Se cree que el poltergeist surge por «culpa» de una persona viva, que es quien lo provoca y alimenta causando las más variopintas manifestaciones, aunque ella no tenga idea de que es la responsable ni sepa cómo lo hace. En cambio, la casa encantada tiene que ver con el lugar, no con quien lo habita, aunque no hay que descartar el hecho de que quien allí vive sea especialmente sensible al fenómeno. Y también es importante resaltar que casi siempre, aunque los residentes no dispongan de esta información, ese espacio ha sido protagonista en el pasado de hechos luctuosos o violentos y terribles.
Otro de los elementos diferenciadores es que en el poltergeist —al estar relacionado con las personas y no con el espacio que éstas ocupan— no hay tregua. Con esto quiero decir que importa poco que los moradores, atemorizados, se marchen de la vivienda afectada, ya que, para su desespero, volverá a reproducirse allá donde vayan. Hay numerosos casos que así lo indican.
En la casa encantada ocurre lo contrario. El fenómeno está íntimamente relacionado con el lugar. Si el morador se marcha, habrá resuelto su problema, pero no el problema, ya que la casa esperará con paciencia la llegada de nuevos inquilinos para darse a conocer.
El tercer elemento que distingue a la casa encantada del poltergeist es el tiempo.
«El tiempo lo cura todo», afirma el refrán. Pues parece que en el fenómeno que nos ocupa no. Al menos no en la casa encantada, que puede prolongarse mucho. Es más, puede suceder que el punto caliente haya desaparecido y que sobre él se haya edificado un elemento arquitectónico diferente (recordemos de nuevo el viejo cementerio indio). Da igual. Si el emplazamiento está encantado continuarán las manifestaciones, a menos que se descubra la causa y se ponga remedio.