Martine Fauré
prefacios de Philippe Omnès, Éric Srecki
y Jean-François Lamour
CURSO
DE ESGRIMA
EDITORIAL DE VECCHI
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
© Editorial De Vecchi, S. A. 2016
© [2016] Confidential Concepts International Ltd., Ireland
Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA
ISBN: 978-1-68325-103-3
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
AGRADECIMIENTOS
Quiero expresar mi agradecimiento a todos los que han participado en la redacción de esta obra:
Maestros Patrick Boite, Jean-Louis Bouglé, Jacques Castanet, Patrice Camboni, Claude Delorme, Nicolas Lullien, Lucette Noailles, Jean-Michel Noailles, Robert Heddle-Roboth, Rudi van Oeveren, Patrick Picheloup, Jean Promard, François Rostain, René Sandoval, señores Hennaert y Durvin, señoras Karine Clairicia, Aldona Deltheil, Marie-Thérèse Gravelet, Françoise Guittet, Florence Le Guy, Myriam Laigo, Nathalie Piquard, Magali Ouradou, Étiennette Zamarella, Rachida Igmir.
Agradezco especialmente a la maestra Nathalie Durand sus precisiones y su apoyo en una carrera editorial desenfrenada.
También quiero expresar mi mayor agradecimiento al maestro Cléry por su apoyo y su pasión por la esgrima, así como a Philippe Omnès, Érick Srecki y Jean-François Lamour por su amable colaboración.
Doy las gracias también a los alumnos del maestro Castanet: Nicolas Cha boud, Cédric Hallmang, Virginie Lesela, Giorgio Tissatore, Vincent, Blandine y Josiane.
Gracias a Philippe y a Cécile, por haber asaltado las salas con su cámara fotográfica.
Y, finalmente, gracias a todos lo que comparten la pista conmigo y disfrutan de este noble arte que es la esgrima.
Martine Fauré
Aunque sea normal desear el aplauso de todo el mundo, la pena por no conseguirlo será menor si soy aplaudido por una minoría, la de los expertos; en lo que respecta al lenguaje y al arreglo del discurso, espero que se me disculpe.
El señor Labat
maestro de armas del conde de Armagnac
L’art en fait d’armes ou de l’épée seule avec les attitudes (1696)
Índice
Introducción
La esgrima, bien sea considerada como un deporte o como simple ocio, enciende muy pronto en la persona que la practica una pasión irreprimible.
Entre los alumnos del maestro Castanet, se pueden recoger algunos testimonios que vienen a confirmar esto.
Giorgio, estudiante de historia del arte, empezó a practicar esgrima en Italia, en Palermo. Para él, los italianos son técnicos del hierro, y los franceses, criaturas del duelo. Estos dos aspectos no parecen molestarle demasiado, y tiene como arma predilecta la espada, ya que ofrece «el justo término medio entre la fuerza del florete y la del sable». La esgrima es un deporte «con la misma categoría que la natación, pero sobre todo ofrece satisfacciones intelectuales».
Aprender a batirse y a respetar al adversario (fotografía PF)
Nicolas, un apasionado de la historia y del siglo xvii , está completamente de acuerdo con esto. Monta a caballo, juega a tenis y... pratica la esgrima.
Este apasionado de las novelas de capa y espada sueña con tener un día una espada antigua y poder batirse con ella. De momento, está especialmente preocupado por mejorar su precisión y su falta de flexibilidad.
Para Virginia, la esgrima es un deporte al que llegó casualmente, y que le permite «gastar el exceso de energía». «Soy mala perdedora, y al principio, fue muy duro. Las reglas y su respeto fueron un descubrimiento. Todos mis amigos se burlaron de mí un poco y me llamaban D’Artagnan. Ahora, va mejor, pero consideran que hablo de ello demasiado.» Fascinada por el rigor de la esgrima, sólo lamenta una cosa: las rivalidades que nacen, a medida que el nivel progresa, y el paternalismo de los chicos con respecto a las chicas: «Además, cuando estamos empatados, el chico no soporta la idea de perder ante una mujer; es un ambiente aún misógino».
Ninguno de los alumnos del maestro Castanet está dispuesto a dejarlo, y todos son unánimes: cuando se empieza, se quiere continuar.
Parece ser —al menos es el reproche que se hace a veces— que la esgrima moderna deja cada vez menos espacio a la escucha y a las convenciones, concediendo más importancia a los ataques y contraataques. Todos los jóvenes que empiezan a practicar la esgrima se sienten atraídos por la noción de respeto del adversario, pero también por la posibilidad de batirse. Sin embargo, «no existe nada más bello y más emotivo, antes de una competición internacional, que llegar por la mañana a la magnífica sala del estadio Pierre de Coubertin, en París, para ver cómo se entrenan los tiradores», declara Florence Le Guy, antigua competidora y profesora. Como muchos, se lamenta de que las competiciones de esgrima se desarrollen cada vez más en el caos de los gritos de ánimo, de los lloros, de las exclamaciones. Algunos pesimistas ven incluso cómo llegará el sombrío día en que los tiradores estarán rodeados por anuncios publicitarios en medio del público del estadio. ¿La esgrima es reaccionaria? No. Pero se adapta a su época con dificultad. Y si para convertirse en esgrimista de competición es necesario empezar joven, no es menos cierto que puede practicarse a cualquier edad, ya que mantiene la agilidad, la agudeza visual y el espíritu de análisis. Ha nacido la esgrima como ocio. Y es accesible a todos.
DEL ARTE DE LA GUERRA
AL OCIO-DEPORTE
Cartas de nobleza
Aunque fue en Europa donde la esgrima moderna vio la luz, sus orígenes hay que buscarlos, naturalmente, mucho más atrás. El arma o, mejor dicho, las armas, nacieron con la civilización, y eran instrumentos de ataque y de defensa, primero contra los animales y luego contra los hombres.
En los orígenes de la humanidad: del puñal a la espada
Las primeras armas eran armas de choque (palos, mazas...). Luego llegaron el hierro (lanzas, picas, azagayas...) y las armas arrojadizas (arcos, venablos...). Paralelamente, se desarrollaron las armas de protección (el escudo, el casco y, más tarde, la coraza). Las armas de mano, como el glavio, la espada, la cimitarra, el alfanje o la daga, se popularizaron con gran rapidez, y su constante evolución es un signo flagrante de lo mucho que se utilizaban.
La Edad de Piedra
El hombre del Paleolítico superior (35000-9000 a. de C.) utilizaba huesos de reno para fabricar sus armas. Sin embargo, muy pronto amplió su campo de acción y comenzó a utilizar el sílex tallado. El puñal del Neolítico (6500-1800 a. de C.), arma de estoque de doble filo de piedra tallada (o de hueso) y luego pulida, estaba fabricado para atravesar, y su perfección era tal que cuando se realizaron las primeras armas de cobre se copió exactamente el modelo.
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