A cada uno de los autores, 117 en total, reputados periodistas deportivos, líderes de opinión en bastantes casos; a Juan Manuel Merino y Miguel Ángel Yáñez, cooperadores con sus anécdotas respectivas y necesarios coordinadores de este maravilloso desafío; a José Luis Mendoza, presidente de la UCAM, en el germen del proyecto, por su apoyo incondicional; a la Junta Directiva de la Asociación Española de la Prensa Deportiva, volcada con el reto y entusiasmada con el proceso de creación; a Jorge Cano, el portadista que ha añadido brillantez a la idea; y a Lola Cruz y Javier Ponce, nuestros editores de Espasa, por creer desde el principio en el éxito de este libro. Así sea.
P RÓLOGO
L as estrellas son así , una idea materializada con el esfuerzo de más de cien autores, un elenco de firmas y figuras sin parangón, un sueño hecho realidad. El libro apuntaba maneras antes de entrar en la imprenta; una vez impreso, adquiere una dimensión tan extraordinaria que merece ocupar un lugar excepcional en la estantería y otro destacado en el santuario de cualquier amante del deporte. Aglutinar en este maravilloso proyecto a más de un centenar de periodistas deportivos se antojaba una gesta, o un disparate, según, hasta que la imprescindible colaboración, la solidaridad y, por encima de todo, el compañerismo afloran sin reservas y espontáneos. Glosar en este volumen las anécdotas de un colectivo tan singular y significado como el de los periodistas deportivos mezclados con otros grandísimos deportistas es un lujo sin precedentes. Y un alivio, una vez hollada la cima. Porque lo que en estas páginas acontece no es una sucesión de hazañas de fulanito o menganita, ni siquiera la infinita relación de un palmarés colmado de títulos y preseas, es algo más: la historia a través de la necesaria complicidad entre periodistas y deportistas para que el ciudadano en general y el aficionado en particular disfrute aún más de las gestas de sus ídolos y los reconozca en el capítulo más íntimo, o curioso, de sus vidas.
Anécdota tras anécdota, el periodista nos acerca al mito con vivencias que el destino, siempre el destino, hizo confluir, casi todas desconocidas para el seguidor, para el lector ávido y para el profesional curioso. Con lo que somos los periodistas, más dispuestos al compromiso que a la ejecución inmediata, la recopilación de autores ha resultado una experiencia enriquecedora que a todos cuantos colaboramos en este proyecto hecho tinta nos añade un punto de orgullo. Gracias, pues, a todos por la desinteresada contribución, con la que está cayendo, y conste que somos unos privilegiados los aquí reunidos, representantes de un colectivo con merecida fama de anárquico que, por una vez y para que sirva de precedente, ha trabajado codo con codo hasta alumbrar un libro imprescindible de leer para cualquiera que, además de exigir resultados a los deportistas, desee también conocer los intramuros del estadio, de los circuitos, de las piscinas, de los hoteles o de las canchas.
La idea no es original. Hay publicaciones similares que recopilan sucedidos con fines semejantes. Por cierto, los nuestros, ayudar a los necesitados y tapar alguna gotera en este mundo que se nos viene encima porque las desgracias no admiten ni descansos ni tiempos muertos. Las estrellas son así, y su carácter solidario no es un gancho en sí mismo para promover la adquisición del ejemplar, que también; es, sobre todo, la promoción de los hábitos de lectura con una herramienta que garantiza el entretenimiento de un clásico o de una final, pero durante más tiempo. El atractivo es múltiple e imperecedero por la contribución de sus protagonistas: el escritor y la leyenda. Cualificados periodistas, compañeros de primera fila, e insignes deportistas, mitos de carne y hueso, destapan su personalidad más allá de la entrevista, la crónica o el reportaje porque para la ocasión compartimos trinchera.
El periodismo que sigue a los ídolos en la salud y en la enfermedad, congregado en torno a la promotora de la publicación, la Asociación Española de la Prensa Deportiva (AEPD), permite conocer a personajes irrepetibles, héroes que con sus hazañas, sus éxitos y sus conquistas alivian como un analgésico, relajan como un bálsamo y proporcionan una vida más placentera. Soluciones no facilitamos, ni ellos ni nosotros. Solo somos periodistas. Informamos, entretenemos, opinamos… y los coprotagonistas nos transportan de cuando en cuando hasta la gloria. Cada uno en su misión cumple una labor social, la suya es esencial porque lo que nos rescata de la angustia cuando la realidad oprime son los anillos de la NBA y de la WNBA de Pau Gasol y Amaya Valdemoro; los Grand Slam de Rafa Nadal; las medallas de Mireia Belmonte; los goles de Raúl; los Tours de Perico o Indurain; la sabiduría de Luis Aragonés o Del Bosque; la retranca de Puskas o Di Stéfano; la poética visión de Iribar; los mundiales de Alonso; la estela de Michael Johnson; la dorada presea de Tim Mack y así sucesivamente. Ellos, los coprotagonistas, nos sorprendieron cuando se proclamaron campeones de Europa o del Mundo, cuando ganaron la Liga o la Champions, cuando tocaron el cielo en los Juegos Olímpicos, también cuando perdieron, y vuelven a sorprendernos al descubrir al alimón con nosotros, o viceversa, su historia más allá del tartán para que riamos, pensemos y nos emocionemos. Gracias a todos, compañeros y sin embargo amigos, deportistas y sin embargo ídolos.
Julián Redondo
Presidente de la Asociación Española de la Prensa Deportiva
DON LUIS DE CARLOS Y LA REMONTADA
Chema A BAD
Las anécdotas y los hechos sorprendentes que este periodista ha vivido, contado y disfrutado durante 37 años de profesión han ido tan solapadas al fútbol que forman parte de su historia. No es fácil que la memoria te dé, en un momento determinado, la claridad y nitidez necesarias para elegir la que puede llegar a interesar más a los lectores. Dentro de esas dudas, me voy a trasladar al 28 de noviembre de 1984, día que fui a Bruselas para narrar el partido de octavos de final de la Copa de la UEFA (encuentro de ida) que jugaron el Anderlecht y el Real Madrid.
Los belgas habían ganado una UEFA dos años antes, además de tener en sus vitrinas dos Recopas de Europa, y tenían un equipazo con un futbolista exquisito: Vincenzo Scifo. En el Madrid jugaban ilustres del nivel de Uli Stielike, Míchel, Martín Vázquez, Santillana, Valdano, Gallego, Camacho o Emilio Butragueño; el entrenador era Amancio Amaro.
Los periodistas que cubríamos la información del Real Madrid éramos invitados por el club a un almuerzo el día previo al partido (tradición que se cargó Ramón Mendoza). Era costumbre de la época hacer una porra para acertar el resultado del encuentro, previo pago de una cantidad en metálico, que, si acertabas, resultaba interesante para el bolso o bolsillo del afortunado. Recibí el encargo de mis compañeros de viaje y profesión de hacer la famosa porra y a los postres me puse manos a la obra.
Después de que la canallesca dejara impreso su pronóstico, solo faltaba el jefe de la expedición: don Luis de Carlos, que era el señor presidente, y digo SEÑOR porque era un CABALLERO con señorío, educación, respeto, humildad y honradez. De profesión… presidente del Real Madrid.