INTRODUCCIÓN
El texto que estás leyendo no pretende ser una autobiografía ni un homenaje a mi carrera deportiva. En este libro he querido reflejar cuál ha sido mi recorrido para llegar a ser lo que en la actualidad soy, y cuáles han sido mis dos únicas armas: el cuerpo, que es la herramienta con la que cuento para competir, y la mente, que es el motor que maneja y dirige mis actos.
Lo que marca de manera definitiva la carrera de un deportista es el espíritu de sacrificio y la motivación para alcanzar una meta, pero, como podrás leer en estas líneas, no todo es un camino de rosas. Los obstáculos, los imprevistos, las lesiones, las enfermedades, la frustración y, sobre todo, las emociones, en muchas ocasiones mal gestionadas, no permiten recorrer el camino de la manera deseada. Y es en esta obra donde pretendo plasmar cómo superar esas barreras, tanto para un deportista profesional como en la vida diaria de cualquiera de nosotros.
La dedicación a mi trabajo como deportista ha sido absoluta a lo largo de toda mi vida, pero a pesar de haber dado todo lo que podía dar de mí he vivido numerosos fracasos, gracias a los cuales he obtenido siempre una recompensa: aprender y superarme.
La mayor dificultad que encontramos en nuestra vida para alcanzar lo que deseamos es nuestra propia mente y el no saber cómo manejar nuestras emociones. Las emociones nos generan sensaciones y pensamientos negativos que muchas veces nos paralizan, pero que debemos aceptar y con los que debemos vivir para que nos permitan conseguir nuestros objetivos. Es así como he conseguido manejar mi mente; así y gracias a la práctica del Mindfulness, cuya metodología explicaré de una manera más detallada en estas páginas.
El Mindfulness no sólo sirve para deportistas, es una forma de vida, una filosofía aplicable a cualquier faceta de tu vida, en especial a la personal, y por extensión, a la profesional, ya que es la herramienta perfecta para aprender a manejar las emociones y centrarte en tu objetivo.
Mientras escribía este libro he sido verdaderamente consciente de la cantidad de cosas que han pasado en mi vida y he tenido que hacer un arduo ejercicio de memoria para narrar algunas de las anécdotas, pues ya las concebía como una parte de mí, y quizá no les daba excesiva importancia. Al menos no tanto como para reflejarlas en un libro. Y es que, como leerás en numerosas ocasiones en estas páginas, soy una persona con mucha suerte, aunque también creo que la suerte es algo que se ha de buscar.
En este camino, con numerosos aciertos y muchos fracasos, he contado con grandes apoyos que han hecho posible que haya llegado hasta donde estoy, y me refiero, sobre todo, a mi familia; en especial a mi abuela, la luz que me acompaña, me animaba, y me anima, en todo mi recorrido; mi madre, mi gran aliada y amiga, la que nunca te deja caer; y mi tía, la mayor de mis fans y con la que siempre cuento para todo. Sería injusto y poco honesto no decir que he contado siempre con ellos, sobre todo con ellas, para todo aquello que he necesitado y que en ellas he encontrado la motivación, incluso cuando he querido tirar la toalla, para alcanzar la meta que me había propuesto.
También he contado con mucha ayuda de entrenadores y amigos de profesión como Alexandre Despatie, uno de los mejores saltadores de la historia y, por supuesto, Arturo Miranda, mi entrenador en Canadá, del que llevo más de cinco años aprendiendo. Todos han comprendido mi forma de ser, en ocasiones demasiado exigente, ya que el deporte de los saltos requiere que seas una persona muy meticulosa y perfeccionista.
Debo agradecer también a todo el personal de la Federación Española de Natación (RFEN), en especial a su Presidente, a la Federación Madrileña de Natación y al Real Canoe, club donde comenzó, al que he pertenecido 20 años. Naturalmente, también a su nuevo Club, C.N. Barcelona donde he sido muy bien acogido en esta última temporada.
También debo agradecer la oportunidad que me dieron de participar como coach y copresentador en el programa ¡Mira quién salta!, ya que pude mostrar al público, de una manera más cercana, lo que entraña el deporte de competición de saltos, y la precisión que cada uno de los saltos conlleva. Además, gracias a personas como Ana Rosa Quintana y Jesús Vázquez, que siempre me apoyaron, no sólo me sentí muy cómodo en mi etapa televisiva, sino que aprendí mucho.
Espero que disfrutes con estas líneas tanto o más de lo que yo he disfrutado escribiéndolas y reflexionando. Sin la ayuda, en la recopilación de información y recomposición de recuerdos, de María Peña y Ruth Cabero, de Imagines Comunicación y RR. PP., este libro no hubiera sido posible.
1. SÍ AL DEPORTE
Me considero deportista desde que tengo uso de razón. Mi trayectoria profesional ha venido marcada por el esfuerzo y la disciplina que requiere la práctica de un deporte de manera profesional. El espíritu de sacrificio ha sido mi compañero de viaje, aunque se incorporó a mi vida casi sin esfuerzo. Sin embargo, esta lucha continua ha tenido sus etapas buenas y malas, como todo aquello que requiere esfuerzo. El hecho de ser deportista me ha aportado numerosos beneficios pero, ante todo, ha forjado mi personalidad. El hecho de pertenecer a la élite del deporte no me hace ni mejor ni peor persona, pero sí me ha preparado para enfrentarme a los retos que la vida ha puesto ante mí. Soy deportista, sí, pero también soy una persona fuerte mentalmente, virtud que —gracias en gran parte también a mi familia— me ha llevado a ser lo que hoy en día soy. Soy Javier Illana y no soy sólo cuerpo, soy mente.
A una edad muy temprana, tres años quizá, comencé a sentir pasión por el agua. Pasaba todo el tiempo que podía metido en el mar durante las vacaciones con mis padres.
Es evidente que los beneficios del deporte para la salud son muy numerosos, como bien señalan los médicos desde hace algunos años. Tanto es así que, en el V Congreso de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria se destacó «la importancia de la realización de actividades deportivas para el desarrollo físico, psíquico y social, además de que posee una gran influencia en la prevención de muchas enfermedades como la obesidad, la hipertensión y la diabetes». Según se señaló en este congreso: «Se estima que de entre un 9 a un 16 por ciento de las muertes producidas en los países desarrollados pueden ser atribuidas a un estilo de vida sedentario. En el estado de salud de una persona, éste es un factor fundamental que se combina con otros determinantes importantes como la dotación genética, la edad, la situación nutricional, la higiene, la salubridad, el estrés y el tabaco». Sin embargo, los beneficios por la práctica de un deporte son mucho más amplios y no sólo en el campo físico o de la salud.