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Valérie Tasso analiza, con humor y descaro, pero sin perder de vista el objetivo principal que caracteriza este libro, a saber, la divulgación, nuestra actual visión de la sexualidad y cómo se manifiesta en este nuevo contexto.
De la misma manera, se pregunta si las formas de relacionarnos han cambiado radicalmente con la conquista de las nuevas tecnologías en nuestro devenir cotidiano y si existen otras formas de vivir en pareja.
Pese a que nuestro futuro erótico parece poco alentador, ¿son las mujeres las grandes ganadoras de esta nueva era?, ¿están más liberadas sexualmente que antes?
A estas y muchas más preguntas responderá Valérie Tasso e intentará clarificarlo que nos está pasando valiéndose de su experiencia como sexóloga y escritora especializada en sexualidad.
A ti, querida interlocutora menuda y de mirada vivaracha, que en aquella conferencia me tocaste los cojones
P RÓLOGO
A L PRINCIPIO DE TODO
Mi nombre es Valérie Tasso y, entre bocado y bocado, trabajo como escritora, sexóloga y amante de los seres humanos (a algunos hasta los toco sin guantes). En el año 2003 publiqué un libro titulado Diario de una ninfómana que causó un más que considerable revuelo y enseguida se convirtió en eso que llaman un best seller en más de una treintena de países.
Hace apenas un par de años, durante una conferencia sobre el hecho sexual humano, una chica menuda y de mirada vivaracha levantó la mano y, con voz tímida, me formuló la siguiente pregunta: «¿Cree usted que si escribiera hoy su Diario de una ninfómana tendría tanto éxito?». La miré un tanto extrañada, cosa que no pareció intimidarla demasiado, pues, a renglón seguido, continuó: «… Y si no fuera así, ¿a qué cree que se debería?». Dudé en mi respuesta; no sabía si extenderme y explicarle lo vertiginosamente que hemos cambiado en —digamos— los últimos catorce años, o si dejarme de tanta cháchara e ir directamente a probar con ella el último juguetito erótico de LELO (que, por cierto, está para mojar pan… o lo que se le ponga por delante). Finalmente, opté por prometerle que escribiría un libro sobre el asunto y le aseguré que le enviaría un ejemplar dedicado en cuanto se publicara.
En aquel momento, mi labor profesional ya estaba centrada en la atención clínica, en impartir conferencias y charlas y en la escritura de textos sobre Sexología Sustantiva, es decir, el estudio del hecho sexual humano desde la propia sexología y no desde otras disciplinas convergentes. El trato directo y continuado con los pacientes, la profundización en aspectos teóricos de la sexología y la certeza de que más sabe el diablo por viejo que por diablo me llevan a pensar que es ahora cuando puedo responder verdaderamente a aquella chica pequeña de mirada despierta, sin descartar, por supuesto, Dios o dildo mediante, que un día tengamos un tête à tête.
En apenas tres lustros, los humanos no hemos cambiado sustancialmente en lo que se refiere a nuestra forma de estar sexuados, pero sí lo han hecho los mecanismos —normalmente tecnológicos e ideológicos— que aporta ese nutriente constitutivo que llamamos «cultura» y que es lo que nos conforma tal y como somos (obviamente, también nuestra forma de «ser sexuados»). A lo largo de estos catorce años he podido detectar ciertas tendencias incipientes y sus diversos resultados. Pero para aclarar lo que entendemos por «tendencias», me detendré un momento en esos mecanismos que tanto han influido en nuestra forma de vivir la sexualidad. Twitter tiene alrededor de catorce años de vida (nadie lo sabe a ciencia cierta y su edad exacta es un gran misterio); Google, diecinueve (se fundó en 1998), y Facebook, trece (la compañía se registró en 2004). Podríamos pensar que estos dispositivos, indudablemente ideológicos, son los responsables directos del cambio que se ha producido en la manera de conformar los sujetos, cuando, en realidad, tan solo se han aprovechado de una determinada forma de «estar en el mundo» y de una nueva ideología socioeconómica que comenzó a fraguarse bastante antes. Por supuesto, esos mecanismos han potenciado y expandido la ideología de la que han surgido, anulando alternativas y la posibilidad de que surja un proceso contrario o simplemente crítico.
Quiero avanzar en este prólogo algunos de los resultados de la implantación de esos sistemas —basados, repito, en una determinada ideología—, pues considero que permitirán una mejor comprensión de las cuestiones sexuales que desarrollaré en los distintos capítulos del libro.
La primera consecuencia es LA PRISA, derivada de una inestabilidad (laboral, sentimental, relacional, sanitaria, etc.) que el sistema denomina «flexibilidad», aunque, en realidad, se trata de una sumisión de los sujetos respecto a un amo que nos quiere entregados y disponibles, sin importarle nunca las circunstancias personales, los apegos o las emociones. Esa prisa trae consigo un consumo acelerado e indiscriminado de información en general, y de sentimientos y afectos en particular.
Otro aspecto fundamental es EL LENGUAJE , que es un reflejo directo de nuestra manera de comprender el mundo. Si el lenguaje se vuelve vacío, banal, infantil y reiterativo, los humanos adquiriremos esas mismas características. Y no olvidemos que ese debilitamiento del lenguaje responde a un propósito determinado y obedece a una determinada ideología.
El tercer resultado básico es LA COMPETENCIA . Los humanos somos humanos en la medida en que nos relacionamos unos con otros. Es decir, si alguien naciera y se desarrollara fuera del círculo de amparo de otros humanos, no alcanzaría la condición de humanidad. Es el caso de los niños ferales, esas criaturas que han vivido desde su nacimiento en un colectivo no humano (lobos, chimpancés) y a las que les resulta prácticamente imposible integrarse en nuestra sociedad. Al carecer de lenguaje y de la capacidad de comprender la cultura, han llegado a ser torpes lobos o chimpancés, pero nunca humanos (muy al contrario de lo que pensaba Rudyard Kipling en El libro de la selva). El hecho de establecer únicamente relaciones instrumentales o de poder (el otro es una herramienta para y no un compañero en) debilita lo colectivo y, por tanto, elimina nuestra vida subjetiva.
El cuarto resultado —derivado de los tres anteriores— es LA CULTURA . Porque una cultura descafeinada (vacía de contenido) produce irremediablemente individuos descafeinados. No olvidemos que vivimos en un continuo proceso de construcción a partir de la biología, que nos convierte en homínidos, y de la cultura, que nos hace humanos. Por tanto, el hecho sexual humano es el resultado de esa construcción cultural que va variando con el paso del tiempo.