Cómo ejercer un ministerio equilibrado y centrado en el evangelio en su ciudad
IGLESIA
CENTRADA
TIMOTHY KELLER
A Terry Gyger,
fundador del Centro de Plantación de Iglesias de El Redentor,
pionero en misiones, colega y amigo.
Y al personal,
los plantadores de iglesias,
y los líderes de la red
Redeemer City to City,
por vivir esta visión
en las ciudades globales del mundo.
CONTENIDO
LIBROS DE LA BIBLIA
Gn | Génesis |
Éx | Éxodo |
Lv | Levítico |
Nm | Númeross |
Dt | Deuteronomio |
Jos | Josué |
Jue | Jueces |
Rt | Rut |
1–2 S | 1–2 Samuel |
1–2 R | 1–2 Reyes |
1–2 Cr | 1–2 Crónicas |
Esd | Esdras |
Neh | Nehemías |
Est | Ester |
Job | Job |
Sal | Salmos |
Pr | Proverbios |
Ec | Eclesiastés |
Cnt | Cantares |
Is | Isaías |
Jer | Jeremías |
Lm | Lamentaciones |
Ez | Ezequiel |
Dn | Daniel |
Os | Oseas |
Jl | Joel |
Am | Amós |
Abd | Abdías |
Jon | Jonás |
Mi | Miqueas |
Nah | Nahúm |
Hab | Habacuc |
Sof | Sofonías |
Hag | Hageo |
Zac | Zacarías |
Mal | Malaquías |
Mt | Mateo |
Mr | Marcos |
Lc | Lucas |
Jn | Juan |
Hch | Hechos |
Ro | Romanos |
1–2 Co | 1–2 Corintios |
Gá | Gálatas |
Ef | Efesios |
Fil | Filipenses |
Col | Colosenes |
1–2 Ts | 1–2 Tesalonicenses |
1–2 Ti | 1–2 Timoteo |
Tit | Tito |
Flm | Filemón |
Heb | Hebreos |
Stg | Santiago |
1–2 P | 1–2 Pedro |
1–2–3 | Jn 1–2–3 Juan |
Jud | Judas |
Ap | Apocalipsis |
VERSIONES DE LA BIBLIA
RV60 | Reina-Valera 1960 |
NTV | Nueva Traducción Viviente |
NVI | Nueva Versión Internacional |
NBJ | Nueva Biblia de Jerusalén |
GENERAL
d. C. | depués de Cristo (en el año de nuestro Señor) |
cf. | confer, compare |
cap(s). | capítulo(s) |
dis. | disertación |
ed(s). | editor(s), editado por, edición |
esp. | especialmente |
et al. | et alii, y otros |
ss. | siguientes |
Ibíd. | Ibídem, en el mismo lugar |
Ídem | lo que se mencionó anteriormente, lo mismo, como en el mismo autor |
n. | nota |
NT | Nuevo Testamento |
AT | Antiguo Testamento |
p. | página |
pp. | páginas |
rev. | revisado (a) |
trad. | traductor, traducido por |
v(vv). | versículo(s) |
{ Introducción }
LA VISIÓN TEOLÓGICA DE UNA IGLESIA CENTRADA
¿EXITOSO, FIEL O PRODUCTIVO?
Cuando emprendemos una vida de ministerio, es natural que nos preguntemos: «¿Cómo me va? ¿Y cómo lo sabré?». Una respuesta para los ministros hoy es el éxito. Muchos dicen que si su iglesia está creciendo en número de conversiones, miembros y ofrendas, es porque tienen un ministerio eficaz. Esta manera de ver el ministerio aumenta debido a que el individualismo manifiesto de la cultura moderna ha erosionado profundamente la lealtad a las instituciones y comunidades. Los individuos son ahora «consumidores espirituales» que van a la iglesia solamente si (y con tal de que) el culto de adoración y el arte de la oratoria produzcan de inmediato un efecto fascinante y atractivo. Por consiguiente, los ministros que pueden crear poderosas experiencias religiosas y atraer a gran cantidad de personas gracias a su encanto personal se ven premiados con iglesias grandes y en crecimiento. Esa es una manera de evaluar un ministerio.
En contraposición al énfasis en el éxito cuantitativo, muchos han respondido que el único criterio verdadero para los ministros es la fidelidad. Lo que importa bajo este punto de vista es que el ministro debe poseer una doctrina sólida, ser de carácter piadoso y fiel en la predicación y la ministración a los fieles. Sin embargo, la repercusión negativa «fiel–sin éxito» es un simplismo que también ofrece sus peligros. La exigencia de que los ministros no solo sean sinceros y fieles, sino también competentes, no es una invención moderna. El famoso predicador bautista inglés del siglo XIX, Carlos Spurgeon, señaló que para ser ministro se necesita algo más que fidelidad:
Acuden a mí ciertos hombres bonachones que se distinguen por lo extremo de su vehemencia y de su celo, tanto como por la carencia absoluta de todo seso: hermanos son estos que hablan y hablan sin decir nada; que machacan y cascan la Biblia, y no sacan nada de toda ella; que son enérgicos, oh sí, terriblemente enérgicos, montes enfermos de parto, de la clase más lastimosa, que nada dan a luz […] y por lo mismo, he rehusado generalmente acceder a su petición.”
Nótese que el afecto de Spurgeon hacia estos hombres es obvio, y no los está ridiculizando. Dice que son fieles y están profundamente comprometidos con el trabajo del ministerio, pero «no sacan nada» de ese ministerio. Cuando enseñan, el aprendizaje es poco o nulo; si evangelizan, son pocos o ninguno los convertidos. Por eso declina la petición que le hacen de ingresar a su instituto o universidad para ministros. En resumen, es simplista decir que lo único que importa es la fidelidad. No, no es así. Se necesita algo más que fidelidad para evaluar si en realidad estamos siendo los ministros que debemos ser.
Mientras leía, reflexionaba y enseñaba, llegué a la conclusión de que una premisa para la evaluación ministerial con un carácter más bíblico que el éxito o la fidelidad, es la productividad. Jesús, por supuesto, les dijo a sus discípulos que debían «dar mucho fruto» (Juan 15:8). Pablo lo dijo de manera más específica. Se refirió a las conversiones como «fruto» cuando quiso predicar en Roma, «para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles» (Ro 1:13 RV60). Pablo también habló del «fruto» del carácter piadoso que el ministro logra ver crecer en los cristianos que están bajo su cuidado. Esto incluía el «fruto del Espíritu» (Gá 5:22). A las buenas obras, como ser compasivo con el pobre, se les denomina también «fruto» (Ro 15:28).
Cuando Pablo habló del desarrollo pastoral de las congregaciones, lo hizo comparándolo a un jardín. Les dijo a los cristianos corintios que eran «el campo de cultivo de Dios» en el cual unos ministros plantaron, algunos regaron y otros cosecharon (1 Co 3:9). La metáfora del jardín nos demuestra que el éxito y la fidelidad por sí mismos son criterios insuficientes para evaluar el ministerio. Los jardineros deben ser fieles en su trabajo, pero deben también ser habilidosos, de otra manera el jardín no prosperará. Así y todo, al final, el
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