Platón - Laques
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Laques, también conocido como Sobre la valentía ( Λάχης ἢ Περὶ ανδρειας ), es un diálogo socrático escrito por Platón que trata sobre el tema del coraje. Lisímaco y Melesías le piden consejos a Laques y a Nicias sobre si sus hijos deberían entrenar en el ejército. Después de un tiempo buscan el consejo de Sócrates. En vez de responder la pregunta, Sócrates pregunta qué es lo principal que ha de inculcar en los jóvenes el entrenamiento. Sus interlocutores responden que el principal propósito es inculcar «virtud», pero, más que todo, «valentía». Entonces, Sócrates discute con Laques y Nicias sobre el significado exacto de valentía, y se examinan varias definiciones de ella.
Platón
o del valor
Obras completas de Platón: Diálogos socráticos - 6
ePub r1.3
Proyecto Scriptorium 09.01.15
Título original: Λάχης ἢ Περὶ ανδρειας
Platón, ca. 400 a. C.
Traducción: Patricio de Azcárate
Diseño de cubierta: Aquila
Imagen de cubierta: Representación de Aquiles, el más grande de los héroes griegos. (imagen obtenida de la red)
Editor digital: Titivillus
Revisión de erratas: Un_Tal_Lucas
Texto basado en el de las «Obras completas» de Platón
ePub base r1.2
PLATÓN (en griego antiguo: Πλάτων ) (Atenas o Egina, ca. 427-347 a. C.) fue un filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles. En 387 fundó la Academia, institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos años y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro. Platón participó activamente en la enseñanza de la Academia y escribió, siempre en forma de diálogo, sobre los más diversos temas, tales como filosofía, política, ética, psicología, antropología filosófica, epistemología, gnoseología, metafísica, cosmogonía, cosmología, filosofía del lenguaje y filosofía de la educación; intentó también plasmar en un Estado real su original teoría política, razón por la cual viajó dos veces a Siracusa, Sicilia, con intenciones de poner en práctica allí su proyecto, pero fracasó en ambas ocasiones y logró escapar penosamente y corriendo peligro su vida debido a las persecuciones que sufrió por parte de sus opositores.
Su influencia como autor y sistematizador ha sido incalculable en toda la historia de la filosofía, de la que se ha dicho con frecuencia que alcanzó identidad como disciplina gracias a sus trabajos. Alfred North Whitehead llegó a comentar: «La caracterización general más segura de la tradición filosófica europea es que consiste en una serie de notas al pie a Platón».
El verdadero objeto del Laques no es el valor, sino, con ocasión del valor, la educación de los hijos, es decir, la ciencia de los estudios y de los ejercicios que más pueden convenirles. Melesías y Lisímaco, dos ancianos, cuyos hijos han llegado ya a la adolescencia, acompañados de Nicias y de Laques que intervienen a propósito en la discusión, acometen, todos juntos, a Sócrates, para pedirle consejo sobre los mejores medios de desarrollar las facultades físicas y morales de sus hijos. Sócrates les obliga a convenir en que el beneficio de la educación consiste en que se arraigue en el alma de los jóvenes la idea de la virtud; mas para que así suceda, es preciso poseerla, o por lo menos conocerla, como quedó ya demostrado en el Primer Alcibíades. Por lo pronto ya se nota la mucha dificultad que presenta una buena educación. La verdadera cuestión que debe resolverse, si este punto se ha de tratar a fondo, no puede menos de ser la siguiente: ¿Qué es la virtud? Pero como este objeto es tan vasto, Sócrates, en vez de examinar lo que es la virtud en general, limita la cuestión a indagar si se conoce bien alguna de sus partes, el valor, por ejemplo.
Laques da el primero una definición: el valor consiste en mantenerse firme y no huir delante del enemigo. Pero el hombre valiente puede ceder por táctica delante del enemigo, y esto en realidad es también una especie de valor. ¿Y no tiene necesidad el hombre de mostrarse valiente en la enfermedad, en la pobreza, en la buena o mala fortuna y en la lucha con sus pasiones? Esta definición, que presenta el general de ejército, es rechazada por Sócrates, por exclusiva y por falsa.
Laques propone en seguida otra: el valor es la constancia. Pero Sócrates le prueba que la constancia sola, desprovista de prudencia y de razón, no merece el nombre de valor, y resulta ser una definición demasiado general y por consiguiente falsa.
Nicias a su vez define el valor: la ciencia de las cosas que son de temer y de las que no lo son. Pero los médicos que saben lo que es y lo que no es de temer, los labradores que saben lo mismo con relación a la agricultura, no por esto son hombres valientes. Aun cuando admitamos que lo sean, los adivinos que prevén todo lo que es o no es de temer en la vida, deberían ser los hombres más valientes del mundo; conclusión evidentemente inadmisible. Pero no es esto solo; si el valor es verdaderamente una ciencia, precisamente constituye un conocimiento universal de todo lo que es de temer y de esperar, es decir, de todos los bienes y de todos los males. Es así que esta ciencia aplicándose por su naturaleza a lo pasado, a lo presente y al porvenir, no es nada menos que el conocimiento absoluto del bien y del mal; luego el hombre que poseyese tal ciencia, no sólo conocería una parte de la virtud, el valor, sino también todas las demás, la sabiduría, la piedad, la justicia, y se pondría fuera de la condición humana, al abrigo de toda falta, y sería un ser perfecto y no el hombre valiente. De aquí se sigue, que el valor no ha sido aún definido, puesto que todas las definiciones propuestas están, por exceso o por defecto, en desacuerdo con la idea misma de valor.
La última conclusión que debe sacarse de lo que queda dicho es que es difícil conocer la virtud, puesto que no es fácil formar idea de una de sus partes. La dificultad y la grandeza de la ciencia son las dos grandes verdades que la enseñanza socrática no se cansa de establecer.
[1] Soldados mercenarios, hijos perdidos de los ejércitos. (N. del T.)
[2] Vaso de barro cristalizado, muy difícil de amoldar. (N. del T.)
[3] Los griegos tenían cuatro clases de tonos: el lidio, lúgubre, propio para las lamentaciones; el frigio, vehemente y propio para excitar las pasiones; el jónico afeminado y disoluto; y el dórico, varonil, y por esto Sócrates prefiere éste a los demás. En el tercer libro de la República Platón condena absolutamente el lidio y el jónico. (N. del T.)
[4]Ilíada, 8, 107. (N. del T.)
[5] Crommión, país célebre por los estragos que causaba allí la jabalina madre del jabalí de Calidon, que mató Teseo. (N. del T.)
[6] General ateniense. (N. del T.)
[7] Los Exonios, desacreditados por su maledicencia. (N. del T.)
[8]Odisea, 11, 347. (N. del T.)
LISÍMACO (Hijo de Arístides el Justo) — MELESÍAS (Padre de Tucídides) — ARÍSTIDES (Hijo de Lisímaco) — TUCÍDIDES (Hijo de Melesías) — NICIAS (General de los atenienses) — LAQUES (General de los atenienses) — SÓCRATES
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