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Fernando Savater - Malos y malditos

Aquí puedes leer online Fernando Savater - Malos y malditos texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1996, Editor: Alfaguara, Género: Religión. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Fernando Savater Malos y malditos

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FERNANDO SAVATER

MALOS Y MALDITOS

Fausto: "Pero vamos a ver: ¿quién eres tú?"

Mefistófeles: "Pues una parte de esa fuerza que siempre quiere el mal y siempre hace el bien."

(J. W. Goethe)

PROLOGO

¿De qué tratan los libros de aventuras, esos libros que divierten y emocionan, que aumentan las ganas de vivir? Contado de forma muy simple, el argumento básico de la aventura es así: unos personajes buenos tienen que enfrentarse con otros personajes malos y luchar contra ellos. Si ganan los buenos, decimos que la aventura acaba "bien"; pero si vencen los malos, declaramos que el cuento acaba "mal". Y sin embargo...

Sin embargo, las cosas no son tan sencillas. A veces los buenos no son tan buenos como nos los quieren pintar: en ocasiones también hacen daño a otros, aunque sea con las mejores intenciones. Y los malos pueden ser malos de muchas maneras, unas peores y otras bastante soportables. Te confieso que a mí en ocasiones me resultan más simpáticos que los buenos: los comprendo mejor, quizá porque yo sea también malo como ellos. Además, a los malos hay que agradecerles por lo menos una cosa: si no fuera por su aparición, las narraciones resultarían aburridísimas. Una historia en la que todo el mundo es bueno es como una hamburguesa de cartón y sin patatas fritas.

El título de este libro dice: "malos" y "malditos". Son dos formas de resultar culpable bastante diferentes. Los verdaderos malos son así porque quieren: podrían ser buenos, pero prefieren fastidiar al prójimo, abusar de los débiles y apoderarse de lo que les gusta sin respetar a nadie. De estos malos de verdad creo que hay bastantes menos de lo que suele creerse. Los malditos, en cambio, abundan mucho más. Llamo "malditos" a los que quisieran ser buenos pero acaban haciendo pupa porque los demás no les ayudan, les rechazan o no les entienden. Más que malos, los malditos son buenos con mala suerte. Los malos auténticos se hacen solos; pero a los malditos les hacemos malos entre todos. Aunque no los he contado, creo que en este libro hablo más de malditos que de malos...

También hay una tercera clase de tipos peligrosos, que no son malos ni malditos, a los que podemos llamar "adversarios". El adversario nos amenaza y es preciso luchar contra él, pero no por eso podemos decir que sea malo: sólo es malo para nosotros porque hemos chocado con él. Por ejemplo, un tiburón puede ser nuestro adversario si nos lo encontramos cuando vamos nadando por el mar: el bicho no es malo ni bueno, lo malo es... encontrárselo con hambre. A los adversarios les he quitado del título para que no resultase demasiado largo, pero también tropezaremos con algunos en las siguientes páginas.

En el fondo, todos -los malos, los malditos y los adversarios que aparecen en novelas o cuentos- son amigos de los lectores porque contribuyen a que nos divirtamos, a que soñemos y también a que pensemos un poco. Si tú aún no has leído los relatos de los que voy a hablarte a continuación, espero que este librito mío te sirva como una invitación para leerlos; y si ya los conoces, permite que los recordemos juntos como dos viajeros que han estado en las mismas hermosas tierras y celebran charlando lo bien que lo pasaron allí.

EL CICLOPE POLIFEMO

ODISEA. HOMERO

La literatura no empieza con un hombre solo sentado ante una mesa, escribiendo sobre un pergamino con una larga pluma de ave mojada en tinta, sino con un corro de hombres y mujeres acuclillados en torno a un fuego mientras alguien cuenta una historia. Quizá es de noche: se protegen dentro de una cueva de la lluvia, del frío, de las fieras que rondan y acechan. Acércate a escuchar. ¿Qué les narra ese hombre cuyas palabras tienen a todos tan fascinados? Habla de las aventuras de alguien singular que cruzó los mares, desafió a las montañas y se enfrentó con los monstruos. Narra batallas en las que intervienen muchos guerreros humanos y a veces algunos dioses que debían estar aburridos. También aparecen mujeres: la mayoría se limitan a ser hermosas y los varones las cortejan, a veces las raptan o luchan a muerte por ellas; pero otras son valientes, astutas, emprendedoras, fieles a sus maridos o retorcidamente malignas como brujas. El protagonista de ese relato que alguien cuenta mientras los demás escuchan conteniendo la respiración se parece a nosotros pero no del todo: por lo visto no tiene miedo a la muerte como lo tenemos tú y yo. Y los otros se animan escuchando su historia y le llaman héroe porque aprenden gracias a él que la muerte no domina donde hay un gran corazón.

Ese hombre que habla es el narrador o, si prefieres, el poeta. Al primero de esos poetas -que aún no escribieron pero que cantaron y contaron hermosas historias- nosotros le llamamos Homero. Muchos años después de su muerte, alguien reunió los cuentos que tantos le escucharon en dos grandes libros: el primero de ellos, la Ilíada, trata del largo asedio de la ciudad de Troya por una alianza de guerreros aqueos llegados desde todas partes de Grecia para rescatar a la hermosa reina Helena; el segundo, la Odisea, relata las peripecias sufridas por uno de esos guerreros -Ulises, rey de la isla de Ítaca- hasta volver a su casa, navegando por gran parte del Mediterráneo. La Odisea es una magnífica novela de aventuras, la primera de todas y la que ha tenido más imitadores. Si la lees te encontrarás zarandeado por tempestades y naufragios, verás aparecer monstruos implacables, serás hechizado por brujerías, sabrás cómo un rey tuvo que disfrazarse de mendigo para recuperar su trono, cómo la flecha de un arco formidable se clavó en el corazón de la verdad y cómo un viejo perro ciego fue capaz de ver lo que nadie veía. Sobre todo, conocerás a Ulises: astuto, fuerte, obstinado, tramposo y audaz. Hace ya casi tres mil años que los lectores estamos enamorados de él...

Uno de los adversarios más tremendos contra los que tienen que enfrentarse Ulises y sus compañeros en su famoso viaje es el cíclope Polifemo. Se trata de un gigante antropófago con sólo un gran ojo en la cara, que vive en una isla habitada únicamente por otros feroces salvajes de su misma especie. ¿Te acuerdas de los ogros, esos personajes amenazantes que aparecen en tantos cuentos, como El gato con botas o Juan sin Miedo? Pues Polifemo es el primer ogro de la literatura y sirve de modelo a muchos otros.

El cíclope tiene su guarida en una gran cueva, donde guarda también un rebaño de enormes ovejas. Ulises y sus camaradas se acercan a él como amigos, esperando alimento y cobijo, pero Polifemo les hace prisioneros para ir devorándolos poco a poco. Por fortuna, el cíclope no conoce el vino, ese invento maravilloso de la gente mediterránea, y cuando Ulises se lo da a probar se entusiasma con tan grata bebida: es bruto, pero menos de lo que parece. Después Polifemo se duerme borracho como una cuba, Ulises le ciega el único ojo con una estaca bien afilada y los griegos se escapan ocultos entre las lanas de las ovejas ciclópeas.

No creas que Homero y sus oyentes consideraban a Polifemo un monstruo por su enorme tamaño, ni por su único ojo, ni por vivir en una caverna. Lo monstruoso del cíclope era su falta de "hospitalidad". A los pobrecillos que llegaban cansados y estremecidos de luchar contra las olas no les ofreció ayuda, sino que los trató como a animales. Para aquellos antiguos griegos, como para tantas otras culturas, no había peor pecado que esa falta de hospitalidad. Acuérdate cuando veas en tu ciudad al extranjero, al inmigrante, al que pide refugio y comprensión. No seamos nosotros ogros odiosos para ningún ser humano.

LOS HOMBRES DEL FUEGO

EL LEÓN DE LAS CAVERNAS. H. J. ROSNY AINÉ

Tú y yo vivimos rodeados por las personas de nuestra familia: a algunas las queremos mucho y con otras nos llevamos un poco peor. Si salimos de casa, están los vecinos: los hay muy simpáticos y otros que no saludan ni al entrar en el ascensor. Más allá está la gente del barrio: el quiosquero al que compras periódicos y tebeos, la señora de la tienda de ultramarinos, los del garaje de la esquina... y muchos más. Añade a la lista tus compañeros de colegio, la gente que viaja contigo en el metro y en el autobús, los primos con los que veraneas a veces, las chicas francesas que encontraste haciendo auto-stop, todos los rostros que aparecen en la televisión y en el cine... ¡yo qué sé! ¿Has intentado calcular alguna vez a cuánta gente conoces? ¿A cuántos seres humanos has visto en tu vida, aunque no sea más que unos pocos segundos? Di los que quieras: seguro que te equivocas y son más.

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