prólogo
¿Dichos? ¿Frases hechas? ¿Locuciones? ¿Modismos? ¿Expresiones? ¿Fraseología?... Batiburrillo o, más propiamente, cajón de sastre en el que, quizá por fortuna, nada hay claramente deslindado. Descartado todo lo que huela a refrán o proverbio —si bien muchas veces, como se verá en estas páginas, los refranes se camuflan hábilmente, cortan por aquí su carga de moralina, añaden por allá un toque de neutralidad y pasan, en silencio, a engrosar las filas de alguno de los apartados anteriores—, queda un totum revolutum que, voluntariamente, y con el atenuante y la dispensa de pensar que tampoco lo han hecho ni lo hacen los diccionarios, no nos hemos detenido a ordenar.
Un modismo es, amalgamando definiciones de aquí y de allá, una expresión fija de la lengua, cuyo significado hoy no se puede deducir interpretando las palabras que la forman. Por ejemplo, se me ocurre, de buenas a primeras, de gorra o llevarse el gato al agua. Una locución es, amalgamando definiciones de allá y de aquí, un grupo de palabras que forman una expresión cuyo significado no siempre se deduce de las palabras que la forman. Por ejemplo, se me ocurre, de buenas a primeras, de gorra o llevarse el gato al agua... La lengua, sobre todo si va teñida de la infinita libertad que otorga lo popular, la lengua hablada, lucha a brazo partido contra las etiquetas, y uno, a su modesto entender, cree que es mejor optar por ropajes más cómodos que por la estrechez del corsé; por eso tal vez sea mejor recurrir a términos como locución, dicho o frase hecha, que abarcan, en su libre ambigüedad, a todas aquellas expresiones para cuya interpretación o comprensión —a veces resulta bastante arriesgado hablar de significado— necesitamos filtros diferentes a los habituales, ya sean puramente léxicos (arcaísmos, tecnicismos), semánticos (connotaciones, metáforas, metonimias, eufemismos, disfemismos...) o sociolingüísticos.
Se han tenido en cuenta en este trabajo, fundamentalmente, aquellas expresiones que están construidas sobre términos arcaizantes (echar pestes), extranjerismos (de bote en bote; perder la chaveta), las referidas a hechos muy remotos en el tiempo y en el espacio (cantar la palinodia), a relatos más o menos folclóricos (la carabina de Ambrosio; ser la caraba), de carácter histórico o legendario (al buen callar llaman Sancho) y localista (ser una birria; más chulo que un ocho). Se han procurado evitar, y seguramente no se habrá conseguido en la medida en que sería de desear, aquellas expresiones que podrían entenderse consultando cualquiera de los diccionarios al uso. En muchos casos, tal vez más de los deseables, se ha acabado por ceder ante el poco filológico criterio de la curiosidad.
Por lo que se refiere al aspecto meramente externo de esta obra, he querido, respetando al máximo el espíritu de lo lexicográfico, eliminar la mayor cantidad posible de ese olor a laboratorio del lenguaje que desprenden los diccionarios, y hacerla así más digerible para quien no quiera entrar en mayores profundidades, para que estas páginas puedan, además de consultarse, leerse de noche a noche o de día en día —"de claro en claro o de turbio en turbio", dice Cervantes en El Quijote— dejando una marca en la página del sueño o del cansancio. Hay, no obstante, algunas consideraciones de laboratorio que habrían de tenerse en cuenta:
• El orden alfabético se establece, parece verdad de perogrullo, considerando sólo las palabras en negrita de cada entrada, porque son las que configuran la frase hecha o el dicho principal. Cuando se considera al verbo, si apareciera, como un componente semántico más, forma, lógicamente, parte de la expresión. Otras veces la expresión, pese a que pueda funcionar con verbo, aparece sin él; son fórmulas en que parece que el verbo no es estrictamente necesario como componente semántico, y otras en que pueden aparecer varios verbos. En estos casos, se coloca detrás y entre corchetes el/los verbo/-s más habitual/-es. En varias ocasiones aparecen dentro de la expresión, precedidas por una barra (/) variantes que son, fundamentalmente, palabras con las que también se puede construir.
• Entre paréntesis, en la misma cabecera de la entrada pero sin negrita, aparecen otras variantes de la expresión o expresiones afines.
• En el índice, que se ha deseado minucioso en extremo, se pueden encontrar las expresiones tanto en su orden alfabético propio como bajo las palabras que llevan la carga semántica principal. Si se trata de una variante, se remitirá a la expresión principal en la que se encuentra recogida.
La tarea es, ha sido y será, sobre desmesurada y agotadora, apasionante e interminable, como interminables son los territorios de la lengua hablada. De todas formas, mucho trabajo dejó ya hecho don José María Iribarren con su indispensable El porqué de los dichos, y justo es reconocer aquí tan impresionante, y seguramente insuperable, labor. A pesar de todo, queda mucha tela que cortar, y lo que sí es verdad es que hincándole el diente a este trabajo, uno se echa al coleto una dosis de cultura y de sorpresas impensables, tan necesarias como gratificantes.
Esto no es el canto del cisne, ni el gorigori, que tal da. Queda todo el rabo por desollar y uno tiene aún ganas de lanzarse al ruedo, de meterse en harina y de revolver Roma con Santiago para que esto no se quede en agua de borrajas.
Sabido es que don Juan Manuel, celoso de la propiedad intelectual de su obra, mandó hacer una copia de sus trabajos y la encerró a cal y canto en el castillo de Peñafiel. El fuego acabó con el celo del infante y con gran parte de los derechos de autor que le hubieran correspondido. Yo, querido lector, como no tengo castillo... ni obra, desde este momento te hago depositario y custodio de estas páginas que, pues salieron de la lengua que hablas y de lo que la rodea, son también tuyas. Cualquier sugerencia, apunte, nota, explicación, orientación o crítica que tengas a bien hacer será recibida a bombo y platillo.
A LBERTO B UITRAGO J IMÉNEZ
Salamanca, junio de 1995
NOTA A LA EDICIÓN DE 2002
Esta obra ha crecido considerablemente en poco más de seis años y ello, en buena parte, se debe a los amables apuntes, comentarios, sugerencias y críticas que muchos lectores tuvieron a bien hacerme. A todos ellos, muchísimas gracias.