Dedico este libro, como un homenaje, a mi padre: Pedro Calixto, quien me enseñó a ser lo que soy, a sonreír y confiar, aún... en un mundo mejor.
ENAMORAMIENTO: UN VIAJE QUÍMICO TRANSITORIO DEL CEREBRO
Un inicio feliz
Una noche, los ojos oscuros de él, recorren lentamente un cuerpo femenino, de abajo hacia arriba, ella lo ve, casi no parpadean, sus miradas se encuentran, sus pupilas son brillantes, enormes. Es el instante en que dos miradas se cruzan sin buscarlo, las de un hombre y una mujer que coinciden en el tiempo y el espacio; inicia una secuencia de eventos que bien pueden llevarlos a enamorarse.
Cuando el cerebro recibe la mirada directa de alguien que le atrae activa la liberación de dopamina, la sustancia que produce una dosis de placer. A la fecha, los científicos dedicados a mapear el cerebro han descrito 12 áreas involucradas en el enamoramiento, las cuales pueden llegar a ser 19, todo depende de la emoción esperada, la edad y el lugar.
Los hallazgos confirman que la sensación de estar enamorado es cuestión de química cerebral en un 99.9%. Una química cerebral en la que actúan las endorfinas, los endocannabinoides, la vasopresina, la oxitocina, las hormonas sexuales, el óxido nítrico, serotonina y factores de crecimiento neuronal. Participan alrededor de 15 elementos, entre neurotransmisores, hormonas y sustancias endógenas; pero sin dopamina no hay amor, sin dopamina no se anexa la otra secuencia de neuroquímicos.
La dopamina es un neurotransmisor o sustancia que secretan las neuronas. Está involucrada en el deseo, la felicidad, el enojo y la sensación de placer. Cuando alguien está enamorado, la dopamina se libera lentamente en grandes concentraciones.
Entre más dopamina liberamos, más se activa nuestro sistema límbico, y entonces las sensaciones del enamoramiento predominan. Uno se vuelve más ilógico y menos reflexivo, porque entre más se activa nuestro sistema límbico, más se inhibe nuestra corteza prefrontal, la encargada del razonamiento.
“La dopamina cambia la excitabilidad de las neuronas, por eso nos sentimos diferentes ante la cercanía del ser amado. Nuestra motivación aumenta, el corazón nos palpita con más fuerza, nos invade el nerviosismo… somos felices.”
Triste final
La dopamina tiene una historia triste: su concentración en el cerebro disminuye conforme avanza el enamoramiento. Si a usted le dicen: “Es que ya no me quieres como antes”, es cierto, porque su dopamina no es la misma en cantidad. Nuestro cerebro se sensibiliza en el enamoramiento y se desensibiliza a las mismas emociones en la etapa final de estar enamorados, es decir a los tres años.
En lo amoroso, entre más besos y más caricias comparte la pareja, ambos van liberando dopamina poco a poco. Conforme avanza la relación, los niveles de esta sustancia decaen.
Ante el descenso inevitable, la pareja necesita reforzadores como la expresión del cariño con palabras, los detalles, la cercanía física y otras acciones de aprecio hacia el otro. Es en esta etapa cuando buscamos una nueva pareja, o el compromiso de amar en forma madura a la persona, aceptando sus defectos y analizando objetivamente la relación se decide continuar como un amor maduro.
Esta capacidad de sensibilización y desensibilización de nuestro cerebro hace que estemos biológicamente adaptados para enamorarnos siete veces en la vida, según un estudio en humanos realizado por investigadores del Instituto Karolinska, en Suecia.
El principio es el momento en que estamos embelesados con la persona, queremos acercarnos, sentimos que sin ella no podremos vivir. Pero después nuestro cerebro nos hace capaces de pasar a otra etapa, menos emotiva y más reflexiva, que nos lleva a valorar o a desestimar a la pareja, a continuar una relación o a terminarla.
El enamoramiento es un estado químico cerebral, transitorio, que elimina la objetividad de la conducta. Termina, por necesidad y fisiología neuronal.
Recomendación del cerebro:
Enamórate y sé feliz, tienes un cerebro maravilloso para hacerlo. Sin embargo, toma en consideración que el proceso de enamoramiento no es para siempre.
EL AMOR DE TU VIDA: EN EL CEREBRO
¿Qué le sucede al cerebro después de enamorarnos?
¿El amor verdadero se ubica en las mismas áreas del cerebro que utiliza para enamorarse?
¿Las sustancias químicas cerebrales son las mismas al enamorarnos que al llegar al amor verdadero?
El cerebro enamorado
El tercer año de una relación amorosa es sumamente importante para el cerebro: la liberación de dopamina −ese neurotransmisor que otorga felicidad y emoción a la vida− cae dramáticamente; el enamoramiento se transforma, por lo general en un amor que tolera, asume, acepta y permite un mayor crecimiento solidario entre dos personas, o en contraste: la relación termina. Después de tres años de estar por completo enamorado, el cerebro humano toma decisiones importantes: 1) o busca otra pareja que sea fuente para liberar una vez más dopamina o, 2) defiende la idea de no separarse de la persona que le da amor y estabilidad.
La importancia de enamorarse en la vida
El proceso de enamoramiento además de transitorio proyecta nuestras ideas en la otra persona, es irreflexivo y contradictorio en emociones, arrebatado e incongruente en sus conductas, es una expresión de la región más involucionada de nuestro cerebro: el sistema límbico, que sólo obedece a procesos compulsivos, violentos o relacionados con la felicidad. Estar enamorado tiene la función de buscar íntimamente y de forma más cercana a la persona que se convierta en reforzador de conductas emotivas o bien de capacitar al cerebro para afianzar la relación. El enamoramiento tiene una función primordial: capacitarnos para elegir a la pareja que done sus genes y que junto con los nuestros, permita la perpetuación de la especie. El cerebro necesita definir con mejores detalles y experiencias. En este proceso influye demasiado la dopamina, gradualmente se involucran otros neurotransmisores como la adrenalina y la serotonina. Algunas hormonas como la oxitocina y la vasopresina se relacionan después.
El amor verdadero en el cerebro
“El amor compasivo o el amor verdadero, llega después de un enamoramiento, como una consecuencia congruente con la fisiología y psicología.”