Raquel Marín - Pon en forma tu cerebro

«La vida no es la que uno vivió, sino lo que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla.»

G ABRIEL G ARCÍA M ÁRQUEZ

E n mi primer libro de divulgación, Dale vida a tu cerebro, me sentí incapaz de escribir este apartado. En este segundo libro, creo que voy a conseguir otro intento fallido.

Cuando pienso en el número de personas a las que tendría que agradecer tanto me siento como una surfista novata en una playa de Hawai intentado coger olas de diez metros.

Mis maravillosas y meticulosas correctoras Eva, Ana y Caty ocupan un lugar destacado. Ellas han sido en parte artífices de este texto con sus sugerencias y propuestas. A Roca Editorial, Blanca, Silvia, Octavi, Núria, Oriol, Beatriz e Ilu, por haber de nuevo confiado en mí. Mil gracias.

La comunidad científica de la que formo parte desde hace décadas ha sido una fuente constante de aprendizaje, motivación, aliciente y aportación a mi propia carrera científica. Me siento profundamente imbricada en esa inmensa red de personas que dedican su esfuerzo diario a generar ciencia de calidad para la sociedad solventando un sinfín de dificultades de todo tipo. Evocando las palabras del gran científico español D. Santiago Ramón y Cajal (Premio Nobel de Medicina en 1906), «el jardín de la neurología brinda a la investigación espectáculos cautivadores y emociones artísticas incomparables». Yo vivo permanentemente cautivada por ese gran espectáculo de la neurociencia desde hace muchos años.

Una parte complementaria que atrapa mi fascinación es la nutrición y la gastronomía. Por circunstancias del destino, tuve que compaginar durante una etapa de mi vida mi actividad investigadora con regentar un restaurante de cocina mediterránea. Se llamaba Bistro L’Olivier. Fue un momento de mi profesión altamente demandante a la par que fascinante. Tuve que combinar una actividad frenética que aunaba los experimentos del laboratorio con mi formación culinaria a través de cursos de cocina e investigaciones en los fogones de mi restaurante. Quería crear una gastronomía y repostería saludables, innovadoras y de calidad. Muchos comensales así lo recuerdan, lo cual es enormemente gratificante. El restaurante cerró sus puertas hace años, pero el legado que dejó en mi concepción y devoción por la gastronomía sigue vivo en mi actividad profesional. Ello me ha permitido unir los conocimientos de la investigación sobre las grasas y metabolitos del cerebro con la puesta en práctica cerca de los fogones.

Millones de gotas de agradecimiento a tantas personas que me acogen, me animan, me apoyan, me ayudan, me cuidan y me quieren simplemente por lo que soy. Olas de agradecimiento por hacerme sentir útil e importante en sus vidas. Soy una persona afortunada.