ROGELIO ROVIRA
KANT Y EL CRISTIANISMO
Herder
Diseño de cubierta: Purple Creative
Edición digital: Agustina Luengo
© 2020, Rogelio Rovira
© 2021, Herder Editorial, S. L., Barcelona
ISBN digital: 978-84-254-4494-4
1.ª edición digital, 2021
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PROLEGÓMENOS
I
EL CRISTIANISMO EN LA RELIGIÓN MORAL DE KANT
1. L A RELIGIÓN MORAL Y LA VISIÓN KANTIANA DEL CRISTIANISMO
La concepción que se formó Kant del cristianismo está determinada por el modo en que el filósofo concibió la religión en general. Pero, a su vez, la religión propugnada por Kant, la llamada «religión natural» o «religión moral», no puede entenderse sin las esenciales aportaciones del cristianismo tal como lo concibió el pensador de Königsberg. No hay en ello círculo vicioso ni paradoja alguna.
Con la religión moral ocurre algo semejante a lo que acontece con otros saberes filosóficos. Como es sabido, dentro de la lógica general, Kant distingue dos especies: la «lógica pura» y la «lógica aplicada». La primera expone las leyes puras del pensar, válidas para todo ser racional; la segunda aplica esas leyes a las condiciones empíricas en las que actúa la razón humana, las cuales nos las enseña la psicología (cf. K r V A 53/ B 77). Otro tanto ocurre en la filosofía moral: la «metafísica de las costumbres» expone las leyes absolutamente universales y necesarias del querer de todo ser racional; la «antropología moral» aplica esas leyes a la peculiar constitución de la voluntad humana, sobre la que nos instruye la antropología (cf. MS VI 216 s.).
Kant da por sobreentendido que también una división semejante acontece en el seno de la religión. La religión moral está, pues, integrada por dos partes heterogéneas: una religión «pura» y una religión «aplicada», si cabe llamarlas así, cosa que nunca hizo el propio Kant, que no les dio nombre alguno. Con esta distinción se explica, en verdad, la diversidad de los contenidos que conforman lo que Kant llama «religión» en sus diversas obras. A la religión natural «pura» el filósofo se refiere principalmente en la Crítica de la razón práctica y en el prólogo a la primera edición de La religión dentro de los límites de la mera razón . Es la religión que nos enseña la razón práctica en su uso puro y ha de abrazarla, por tanto, no todo ser racional sin más, pues la religión no tiene el alcance universal propio de la lógica pura y de la metafísica de las costumbres, sino todo ser racional finito . La religión natural «aplicada», en cambio, que constituye el contenido fundamental del libro de Kant sobre la religión, es la aplicación de las enseñanzas de la religión «pura» al caso particular de ese ser racional finito que es el hombre. Así lo confirma, por lo demás, el propio filósofo al presentar los cuatro tratados que componen el mencionado libro, los cuales buscan, en sus propias palabras, «hacer manifiesta la relación de la religión con la naturaleza humana (die Beziehung der Religion auf die menschliche […] Natur) , afectada en parte por disposiciones buenas y en parte por disposiciones malas» ( RGV VI 11).
En este punto es menester señalar que, en la edificación de la religión moral «aplicada», el cristianismo tiene un papel análogo al que desempeñan la psicología y la antropología para la respectiva constitución de la lógica aplicada y de la antropología moral. Kant, pues, no hace del cristianismo un objeto particular de estudio. Antes bien, toma del cristianismo aquello que, según un método riguroso, le sirve para la construcción de una religión «dentro de los límites de la mera razón» que tenga en cuenta, sin embargo, la peculiar índole del ser humano. Ocurre lo mismo que en el caso de las otras disciplinas filosóficas antes mencionadas. La lógica aplicada no se pronuncia sobre la psicología: toma de ella lo que necesita para constituirse como un nuevo saber. La antropología moral, por su parte, no juzga la antropología: la usa para sus propios fines.
En este sentido, a Kant le asiste la razón cuando se defiende de las acusaciones que la censura oficial prusiana vertió contra su libro sobre la religión. Lejos de haber «desfigurado y envilecido» ( SF VII 4) doctrinas capitales del cristianismo, La religión dentro de los límites de la mera razón «no contiene ninguna valoración del cristianismo», sino que «contiene solo una valoración de la religión natural» ( SF VII 8). Es más, en ese libro se expone, al decir de Kant, «el panegírico mejor y más durable» del cristianismo, justamente porque la obra pone a las claras «la armonía que se establece entre el cristianismo y la más pura fe moral de la razón» ( SF VII 9).
El papel que desempeña el cristianismo en la religión moral de Kant se comprenderá mejor si se describe, en sus rasgos generales, el contenido del sistema que conforman la religión moral «pura» y la religión moral «aplicada» y se considera luego las fuentes de las que ambas partes del sistema extraen sus conocimientos, así como los métodos que sirven para su edificación.
2. L A RELIGIÓN MORAL «PURA»
Suele decirse que Kant reduce la religión a la moral. Esta afirmación no es exacta. La religión o las religiones pueden estudiarse desde un punto de vista objetivo. Aparecen entonces como determinados conjuntos de doctrinas, ritos y cultos referidos a Dios, como acervos, en palabras de Kant, de «estatutos y observancias» (Satzungen und Observanzen) relativos a nuestro trato con la divinidad. No es este, sin embargo, el enfoque que más le interesa a Kant. Pues la religión puede considerarse también desde la perspectiva del sujeto. En ese caso se revela como una «íntima y fundamental actitud cordial» (Herzensgesinnung) respecto del Ser supremo. De ahí que el filósofo describa la esencia pura de la religión como el conocimiento y la observancia de todos nuestros deberes morales como mandamientos divinos (cf. K p V V 129, RGV VI 84, 153).
Esta definición da a entender, ante todo, que no hay más deberes que los deberes morales. No cabe, pues, hablar propiamente de deberes religiosos. De ahí que Kant no cuente entre nuestros deberes los actos de adoración o de acción de gracias ni tampoco la misma oración. Así las cosas, el primer rasgo esencial de la religión parece apoyar su reducción a la moral.
Pero con la citada definición Kant quiere también poner de relieve la necesidad de contemplar y cumplir nuestros deberes morales en su esencial relación con Dios, supremo legislador moral. La moral, que no necesita de la idea de Dios «para conocer su deber ni de otro motor que la ley misma para observarlo» ( RGV VI 3), «conduce ineludiblemente», sin embargo —son palabras del propio Kant—, «a la religión», ampliándose así «a la idea de un legislador moral poderoso en cuya voluntad es fin último (de la creación del mundo) aquello que al mismo tiempo puede y debe ser el fin último del hombre» ( RGV VI 6). El segundo elemento constitutivo de la religión impide, por lo tanto, confundir la esencia de lo religioso con la moralidad. La genuina religión no se agota, pues, en la moral, aunque no puede ser sino una «religión moral», porque el único culto aceptable a Dios consiste en el cumplimiento del deber.
¿Qué añade entonces, según Kant, la religión a la moralidad? ¿Dónde se halla el carácter irreductible de lo religioso? La primera respuesta, todavía incompleta, que propone Kant a esta cuestión puede enunciarse así: la religión añade a la moral un «credo» , un particular asentimiento a ciertas verdades, que el filósofo llama «fe racional» o «fe moral».
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