Hace mil años, en el corazón del mundo occidental, brotó una simiente sociocultural y filosófica que hizo temblar los cimientos de la Iglesia: el catarismo. La religión cátara era espiritual, desprovista de culto y de templo; la Naturaleza constituía el marco ideal para elevar los rezos al dios de la Luz —tradición celta— y, como en las religiones protohistóricas, sus altares solían elevarse en lugares que para las civilizaciones precristianas eran de energía y fuerza. Una religión cristiana, basada en una idea antigua: el dualismo; una religión de conocimiento y revelación, basada en la búsqueda de perfección cristiana. Los cátaros creían en Cristo, pero no en la cruz —al considerarla un instrumento del martirio—, y leían el Nuevo Testamento, en particular el Evangelio según san Juan, y de cuyos versículos extraían lo esencial de sus creencias. Solo rezaban el Padrenuestro. No temían a la muerte; para ellos, el infierno se hallaba en este mundo.
Pero ¿por qué fueron ferozmente perseguidos y exterminados, con más de un millón de muertos? ¿Qué movió al Papa a lanzar la única cruzada contra un territorio y gentes cristianas? ¿Qué era el Consolamentum? ¿En qué consistía Medioramentum? ¿Cómo era la ceremonia de iniciación para ser cátaro?
Jesús Ávila Granados
La herejía cátara
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Titivillus 05.07.17
Título original: La herejía cátara
Jesús Ávila Granados, 2012
Retoque de cubierta: Titivillus
Editor digital: Titivillus
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A los cátaros de Occitania —perfectos y familias creyentes—, que sufrieron física y mentalmente los horrores de la cruzada, primero, y de la Inquisición, después.
Capítulo I
LAS RAÍCES
DE LA HEREJÍA
JESÚS ÁVILA GRANADOS (Granada, 1950). Periodista y escritor, lleva más de 40 años investigando las claves ocultas de la historia, y en especial todo aquello relacionado con las culturas marginales y olvidadas. Durante todo este tiempo, sus estudios e investigaciones le han llevado a recorrer más de 50 países y, fruto de sus viajes, ha publicado numerosos libros y reportajes. Además, es conferenciante, coordinador y director de congresos y simposios relacionados con temas esotéricos, autor de guiones tanto para televisiones españolas como francesas y dinamizador de proyectos culturales.
En dos ocasiones ha sido condecorado por el Consejo de Europa como mejor periodista del continente y ha recibido un centenar de premios, nacionales e internacionales, en reconocimiento por su labor en la proyección de los valores de los pueblos y las gentes.
En su labor de periodista, Jesús Ávila Granados colabora de forma habitual en revistas como Historia (National Geographic), Más Allá, Año/Cero, Enigmas, Historia de Iberia Vieja, Fomento o Escuela, así como en otros muchos medios de difusión nacional. En su labor de escritor, es autor de un total de 93 libros, entre los que destacan títulos como Mazmorras que han hecho historia, La mitología templaria, La mitología cátara, La mitología celta, El libro negro de la historia de España, A través de la España oculta, Rutas de España, Templarios en las Tierras del Ebro, Matarraña insólito, El último hereje, La otra historia de España, La Andalucía de los viajeros o La España inédita.
AGRADECIMIENTOS
Besalduch, Anna; alcaldesa de la villa de Sant Mateu (Castellón).
Ghaigneau, Liliane, Mme.; responsable de cultura de Baziége (Haute-Garonne. Francia).
Espel i Casas, Imma; directora del Consejo Regulador del Camí deis bons homes.
Farrera i Granja, Joan; alcalde de la localidad de Tirvia (Pallars Sobirà. Lleida).
Fernández Bueno, Lorenzo; director de la revista ENIGMAS e investigador de fenómenos ocultos.
Gasión Carmona, Pedro; estudioso del Maestrazgo.
Gendre, Robert; vicepresidente delegado de Sicoval y alcalde de la villa de Baziège (Haute-Garonne. Francia).
Giribets Martínez, Miguel; investigador de la historia oculta de los pueblos hispanos.
Marco Cuadrado, Pedro; erudito de la filosofía cátara y otros temas de la historia oculta.
Márquez, Christople; director del Museo Clément Ader et les Grands Hommes, de la villa de Muret (Haute-Garonne. Francia).
Martí, Francesc; presidente de la Asociación de Templarios —Bagadani Milttia Templi— de la villa de Bagà (Barcelona).
Pàmies, Josep; estudioso de la historia no oficial, en su querida villa TAleixar, en la comarca tarraconense del Baix Camp, que fue tierra de cátaros, templarios y judíos.
Segarra Giner, Enrique; estudioso de la historia de la villa de Sant Mateu (Castellón).
Sibís Goset, Llàtzer; presidente del Consell Comarcal del Pallars Sobirá (Lleida).
Solsona Palma, Sergio; investigador de la historia medieval del Maestrazgo turolense.
Ureña, Josep; presidente de la Asociación de Amigos de la Edad Media, en la villa de Bagá (Barcelona).
INTRODUCCIÓN
La Iglesia cátara, heredera de los saberes más profundos de la espiritualidad de Zaratustra, en la lejana Persia, supo anidar en el corazón de Occidente (Languedoc) una cultura socio-cultural diferente a los conocimientos que preconizaba la Iglesia oficial, a pesar de ser también cristiana. Sus ministros —Perfectos— durante más de dos siglos, impartieron sus enseñanzas, basadas en la libertad de la persona, el respeto a la mujer, la tolerancia intercultural, la protección a la naturaleza y el sentido del trabajo, como premisas para la vida misma. Pero la formación de los Perfectos y la culminación de estos para alcanzar este escalafón no era nada fácil, porque tenían que superar toda una serie de obstáculos; la mayoría de los cuales, en el interior de una gruta. Recordemos que fueron cuatro los perfectos que una noche lograron evadir de Montségur el tesoro cátaro, mientras que, al día siguiente, los 225 supervivientes de esta fortaleza, llamada La sinagoga del Diablo por la Inquisición, entraban en las ardientes brasas de la hoguera, en el Camps deis Cremats, entonando cánticos de júbilo, ante el asombro y estupor de los inquisidores y miembros de la Iglesia oficial.
Después de dos siglos de presencia en Occitania, el catarismo fue arrasado ferozmente a iniciativa de la Iglesia, entonces radicada en la ciudad de Avignon, a cuyo frente se encontraba el pontífice Inocencio III, y por los ejércitos del rey Felipe IV de Francia. Quéribus, en 1255, fue la última fortaleza cátara en caer en manos de los cruzados. Tras el horror de las masacres y el olor a sangre y el fuego de las hogueras, vino algo todavía peor: la ley impuesta por los inquisidores, basado en un método selectivo, que daría consigo el exterminio de pueblos y aldeas enteras. A comienzos del siglo XIV, con la muerte en la hoguera de Guilehlm Bélibaste (1280-1321), último Perfecto del catarismo occitano, el balance final superó el millón de asesinatos. Pero ¿por qué tanta crueldad? Para acercarnos a este holocausto, vamos a acceder a los entresijos del pensamiento del catarismo y los fundamentes de su religión.