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Catherine Lacey - Nunca falta nadie

Aquí puedes leer online Catherine Lacey - Nunca falta nadie texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2016, Editor: Alfaguara, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Catherine Lacey Nunca falta nadie

Nunca falta nadie: resumen, descripción y anotación

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Catherine Lacey es una de las voces más prometedoras de la nueva narrativa, aclamada por la crítica en Estados Unidos. Nunca falta nadie fue finalista del Premio de Ficción New York Public Library Young Lions y elegida como Nueva Voz por Granta.

«Soy de esa gente que nunca es capaz de olvidar del todo a quienes han perdido, que no conocen ese truco mágico que parece estar al alcance de otros

Sin decir nada a su familia, Elyria toma un vuelo de ida a Nueva Zelanda, abandonando su estable pero insatisfactoria vida en Nueva York. Mientras su marido intenta desesperadamente comprender qué ha sucedido, Elyria pone a prueba el destino viajando en coches de desconocidos, durmiendo en campos, bosques y parques, y teniendo encuentros arriesgados, a menudo surrealistas.

A medida que se adentra en la vida salvaje de Nueva Zelanda, el recuerdo de la muerte de su hermana la atormenta y una violencia soterrada crece en su interior, aunque quienes la conocen no perciban nada raro. Esta paradoja la conduce a otra obsesión: si su verdadero yo es invisible y desconocido para el resto del mundo, ¿puede decir que está realmente viva?

La opinión de la crítica:
«Una novela brillante con una intensidad inusitada en la ficción. Es la primera novela más prometedora que he leído este año.»
Sam Sacks, The Wall Street Journal

«Emocionalmente conmovedora. Lacey consigue ser soñadora y feroz al mismo tiempo. He aquí un gran talento.»
Dwight Garner, The New York Times

«Una novela debut inteligente, potente, recalcitrante, exasperante, con estilo.»
Nathan Huffstutter, Electric Literature

«Nunca falta nadie satisface todos mis impulsos lectores, incluido el de abandonar mi propia piel y convertirme en otra persona. Lacey tiene un gran talento.»
Daphne Merkin, The New Yorker

«Una trama escrita con honestidad y gran habilidad lingüística.»
Tiffany Gilbert, Time Out New York

«Divertida como una película de los hermanos Coen.»
Jennifer B. McDonald, Slate

«Te atrapa y está llena de una sabiduría inusual en las novelas de debut.»
Jason Diamond, Flavorwire, «10 Must-Read Books for July»

«Un viaje electrizante.»
Jennine Capo Crucet, The L Magazine

«Una prima desconocida de Marilynne Robinson.»
Rivka Galchen (autora de Atmosferic Distrubances)

«Una maravillosa novela de debut que recuerda a Elena Ferrante y a Amy Hempel.»
Jonathan Lee (autor de Joy)

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Descripción del producto

Catherine Lacey es una de las voces más prometedoras de la nueva narrativa, aclamada por la crítica en Estados Unidos. Nunca falta nadie fue finalista del Premio de Ficción New York Public Library Young Lions y elegida como Nueva Voz por Granta.

«Soy de esa gente que nunca es capaz de olvidar del todo a quienes han perdido, que no conocen ese truco mágico que parece estar al alcance de otros

Sin decir nada a su familia, Elyria toma un vuelo de ida a Nueva Zelanda, abandonando su estable pero insatisfactoria vida en Nueva York. Mientras su marido intenta desesperadamente comprender qué ha sucedido, Elyria pone a prueba el destino viajando en coches de desconocidos, durmiendo en campos, bosques y parques, y teniendo encuentros arriesgados, a menudo surrealistas.

A medida que se adentra en la vida salvaje de Nueva Zelanda, el recuerdo de la muerte de su hermana la atormenta y una violencia soterrada crece en su interior, aunque quienes la conocen no perciban nada raro. Esta paradoja la conduce a otra obsesión: si su verdadero yo es invisible y desconocido para el resto del mundo, ¿puede decir que está realmente viva?

La opinión de la crítica:
«Una novela brillante con una intensidad inusitada en la ficción. Es la primera novela más prometedora que he leído este año.»
Sam Sacks, The Wall Street Journal

«Emocionalmente conmovedora. Lacey consigue ser soñadora y feroz al mismo tiempo. He aquí un gran talento.»
Dwight Garner, The New York Times

«Una novela debut inteligente, potente, recalcitrante, exasperante, con estilo.»
Nathan Huffstutter, Electric Literature

«Nunca falta nadie satisface todos mis impulsos lectores, incluido el de abandonar mi propia piel y convertirme en otra persona. Lacey tiene un gran talento.»
Daphne Merkin, The New Yorker

«Una trama escrita con honestidad y gran habilidad lingüística.»
Tiffany Gilbert, Time Out New York

«Divertida como una película de los hermanos Coen.»
Jennifer B. McDonald, Slate

«Te atrapa y está llena de una sabiduría inusual en las novelas de debut.»
Jason Diamond, Flavorwire, «10 Must-Read Books for July»

«Un viaje electrizante.»
Jennine Capo Crucet, The L Magazine

«Una prima desconocida de Marilynne Robinson.»
Rivka Galchen (autora de Atmosferic Distrubances)

«Una maravillosa novela de debut que recuerda a Elena Ferrante y a Amy Hempel.»
Jonathan Lee (autor de Joy)

Biografía del autor

Catherine Lacey nació en Misisipi y estudió un máster de Bellas Artes en No Ficción Creativa en la Universidad de Columbia. Recibió en 2012 la beca NYFA Artist de Escritura de Ficción, ha sido finalista del Premio de Ficción New York Public Library Young Lions, y fue elegida como Nueva Voz por Granta en 2014. Ha publicado entrevistas, relatos y piezas de no ficción para distintos periódicos y revistas, entre los que destacan McSweeneys, Granta, The Believer, The Atlantic, 52 Stories y Brooklyn Magazine. Nunca falta nadie (2014) es su primera novela, que está siendo traducida a varios idiomas. Está escribiendo su segunda novela, que también será publicada por Alfaguara.

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Nunca falta nadie
Catherine Lacey
Alfaguara (2016)

Etiquetas:Fiction, General
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Catherine Lacey es una de las voces más prometedoras de la nueva narrativa, aclamada por la crítica en Estados Unidos. Nunca falta nadie fue finalista del Premio de Ficción New York Public Library Young Lions y elegida como Nueva Voz por Granta.

«Soy de esa gente que nunca es capaz de olvidar del todo a quienes han perdido, que no conocen ese truco mágico que parece estar al alcance de otros

Sin decir nada a su familia, Elyria toma un vuelo de ida a Nueva Zelanda, abandonando su estable pero insatisfactoria vida en Nueva York. Mientras su marido intenta desesperadamente comprender qué ha sucedido, Elyria pone a prueba el destino viajando en coches de desconocidos, durmiendo en campos, bosques y parques, y teniendo encuentros arriesgados, a menudo surrealistas.

A medida que se adentra en la vida salvaje de Nueva Zelanda, el recuerdo de la muerte de su hermana la atormenta y una violencia soterrada crece en su interior, aunque quienes la conocen no perciban nada raro. Esta paradoja la conduce a otra obsesión: si su verdadero yo es invisible y desconocido para el resto del mundo, ¿puede decir que está realmente viva?

La opinión de la crítica:
«Una novela brillante con una intensidad inusitada en la ficción. Es la primera novela más prometedora que he leído este año.»
Sam Sacks, The Wall Street Journal

«Emocionalmente conmovedora. Lacey consigue ser soñadora y feroz al mismo tiempo. He aquí un gran talento.»
Dwight Garner, The New York Times

«Una novela debut inteligente, potente, recalcitrante, exasperante, con estilo.»
Nathan Huffstutter, Electric Literature

«Nunca falta nadie satisface todos mis impulsos lectores, incluido el de abandonar mi propia piel y convertirme en otra persona. Lacey tiene un gran talento.»
Daphne Merkin, The New Yorker

«Una trama escrita con honestidad y gran habilidad lingüística.»
Tiffany Gilbert, Time Out New York

«Divertida como una película de los hermanos Coen.»
Jennifer B. McDonald, Slate

«Te atrapa y está llena de una sabiduría inusual en las novelas de debut.»
Jason Diamond, Flavorwire, «10 Must-Read Books for July»

«Un viaje electrizante.»
Jennine Capo Crucet, The L Magazine

«Una prima desconocida de Marilynne Robinson.»
Rivka Galchen (autora de Atmosferic Distrubances)

«Una maravillosa novela de debut que recuerda a Elena Ferrante y a Amy Hempel.»
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En memoria de MG Algo se instaló una vez en el corazón de Henry algo muy - photo 6

En memoria de MG

Algo se instaló una vez en el corazón de Henry, algo muy pesado, y ni aunque tuviera cien años y más, y llorara, desvelado, en todo ese tiempo Henry no podría enmendarlo.

Siempre empieza de nuevo en los oídos de Henry esa leve tos en alguna parte, un olor, un repique.

Y hay otra cosa que tiene en mente,

esa grave cara sienesa cuyo reproche todavía de perfil ni mil años conseguirían desdibujar. Aterrado, con los ojos abiertos, espera, ciego.

Todas las campanas dicen: demasiado tarde. Y pien san: esto no es para llorar.

Pero Henry, aunque creyera haberlo hecho,

nunca acabó con nadie ni lo descuartizó

ni escondió los trozos donde quizá pudieran encontrarlos.

Él lo sabe: hizo recuento y no faltaba nadie.

A menudo los cuenta, al alba.

Nunca falta nadie.

J OHN B ERRYMAN , «Canción onírica, 29»

Es posible que haya en el mundo gente capaz de leer la mente en contra de su voluntad, y si dichas personas existen, estoy casi segura de que mi marido es una de ellas. Y lo creo por lo que ocurrió la semana en que supe que no tardaría en marcharme, cosa que él ignoraba; sabía que tenía que decírselo, pero no se me ocurría cómo conseguir que mi boca pronunciara esas palabras, y puesto que mi marido es capaz de leer la mente sin querer, aquella sema na bebió mucho más de lo habitual, sobre todo ginebra, y también jarras de cerveza que compraba en la tienda gourmet. Entraba en casa dando un sorbo a una lata escondida dentro de una bolsa de papel, y sonreía como si fuera una broma.

Yo me reía.

Él se reía.

Por dentro, ninguno de los dos reía.

La mañana en que me marché, él se levantó de la cama, se vistió y salió del dormitorio. Yo permanecí totalmente despierta con los párpados cerrados hasta que oí cerrarse la puerta principal. Me fui del apartamento a mediodía con la mochila a la espalda, y me sentí tan asqueada y absurda que en lugar de entrar en el metro me metí en un bar. Pedí un bourbon doble, a pesar de que es algo que nunca bebo, y cuando el camarero me preguntó de dónde era, le dije que alemana sin motivo alguno, o quizá se lo dije para que no intentara entablar conversación, o a lo mejor porque necesitaba vivir otra historia durante media hora: ser una solitaria mujer alemana que había venido a ver la Estatua de la Libertad y la Square of Time y el Park of Central (en lugar de una mujer que coge un vuelo solo de ida hasta un país donde solo conoce a una persona, la cual solo en una ocasión le había ofrecido su cuarto de invitados, cosa que, al pensarlo detenidamente, parecía ser la clase de invitación que solo se hace a sabiendas de que no se aceptará, solo que ahora era demasiado tarde porque yo la estaba aceptando y… yo qué sé, yo qué sé).

Un hombre sentado en un taburete, a mi lado, a pesar de que ya tenía delante una larga hilera de botellas vacías, pidió un zumo de arándanos a palo seco.

¿Qué problema tienes?, me preguntó. Dime cuál es tu problema, nena .

Lo miré como si no tuviera ningún problema que contar, porque ese es mi problema, me dije, no saber cómo contarlo, y por eso lo que más me gusta del control de seguridad del aeropuerto es que lo puedes pasar sin parar de llorar y lo único que les importa es si llevas una bomba. De todas maneras, te registran si les apetece. Y te hacen pasar por el detector de metales. Y siguen chillando instrucciones acerca de los portátiles y líquidos y geles y zapatos, y no te preguntarán qué va mal porque ya todo va mal y no te mirarán dos veces porque solo les pagan para mirarte una. Y a veces hay gente que da gracias por eso.

Me echaban una mirada y efectuaban un cálculo rápido: un siete por ciento de probabilidades de ser una estafadora, un cuatro por ciento de ser prostituta, un cincuenta por ciento de padecer inestabilidad mental, un veinte por ciento de ponerme desagradable, un cuatro por ciento de manifestar un comportamiento violento. Posiblemente yo no encajaba en ninguna de esas categorías, al menos no en principio, pero para todos los conductores que pasaban, y para todas las demás personas de este país, yo podía ser cualquier cosa, así que aminoraban la velocidad, echaban una mirada, hacían una conjetura, seguían conduciendo.

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