El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él.
—José Martí, 10 de enero de 1891
Hoy en día, los latinos son la minoría más grande de Estados Unidos, y su impacto en la cultura y la política de este país es mayor que nunca. Con una mirada a la vez general e íntima, La cosecha del imperio rastrea la historia de los latinos en Estados Unidos a lo largo de cinco siglos: desde la colonización europea del continente americano hasta las elecciones de 2020. González pinta retratos reales de las familias pioneras de la inmigración latina y los complementa con relatos de los sucesos y las condiciones que los incitaron a abandonar sus tierras natales, para subrayar la complejidad de un segmento de la población estadounidense sobre el que se habla mucho, pero cuyo trasfondo se suele tergiversar. Este trabajo histórico es lectura obligada para cualquiera que desee entender la historia y el legado de este grupo tan influyente y diverso.
JUAN GONZÁLEZ
Es el Profesor Richard D. Heffner de Comunicación y Política Pública en la Universidad de Rutgers y coanfitrión del noticiero de radio y televisión Democracy Now! Fue columnista del New York Daily News durante casi treinta años, y ha ganado en dos ocasiones el premio al periodismo George Polk. Nació en Ponce, Puerto Rico, creció en un multifamiliar en la ciudad de Nueva York, y se graduó de la Universidad de Columbia. Fue cofundador de los Young Lords en los años sesenta.
Título original: Harvest of Empire
Primera edición: octubre de 2022
Copyright © 2022, Juan González
Copyright por la traducción © 2022, Hugo López Araiza Bravo
Copyright por la edición © 2022, Penguin Random House Grupo Editorial USA, LLC
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ISBN 978-0-593-08156-3
Conversión a formato digital: Libresque
PRIMERA PARTE
Las raíces
Conquistadores y víctimas:
Se forma la imagen de América
(1500–1800)
Y víamos en aquellas cibdades cúes y adoratorios a manera de torres e fortalezas, y todas blanqueando, que era cosa de admiración.
— BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, 1568
L a llegada de los exploradores europeos a América inició el encuentro entre culturas más asombroso y trascendental en la historia de la civilización. Reunió a dos partes de la raza humana que hasta entonces ignoraban la existencia la una de la otra, con lo que se estableció la identidad básica de nuestro mundo moderno. El escritor y crítico francés Tzvetan Todorov lo llamó “el descubrimiento que el yo hace del otro”, mientras que Adam Smith lo etiquetó como “uno de los dos sucesos más importantes de la historia de la humanidad”.
De los europeos que colonizaron América, los provenientes de Inglaterra y España tuvieron el mayor impacto. Ambos trasplantaron sus culturas en amplios territorios. Ambos crearon imperios coloniales a partir de cuya abundancia Europa pudo dominar el mundo. Y los descendientes de ambos terminaron por librar guerras de independencia que reformularon los sistemas políticos de nuestro planeta.
Esa historia en común ha hecho que los latinoamericanos y los angloamericanos, al igual que los árabes y los judíos en Medio Oriente, sean parientes enfrascados en un conflicto constante, oyéndose sin entenderse. La mayoría de la gente sabe muy poco de las enormes diferencias entre la forma en la que los españoles y los ingleses colonizaron América, ni de cómo esas disparidades derivaron, tras las independencias, en países con sociedades tan radicalmente divergentes, pues, al igual que los adultos desarrollan rasgos de personalidad clave durante sus primeros años de infancia, los nuevos países americanos, sus identidades y mentalidades, sus lenguas y costumbres, se moldearon durante los siglos que pasaron en el vientre colonial.
Este primer capítulo intenta sondear cómo la cultura latinoamericana y la angloamericana se formaron desde sus inicios coloniales en el siglo XVI hasta las guerras de independencia de principios del siglo XIX . Se explorará en particular cómo cada cultura echó raíces en regiones distintas de lo que ahora es Estados Unidos.
¿Qué clase de personas eran los colonos ingleses y españoles originales, y cómo las ideas y costumbres que trajeron consigo afectaron a la América que crearon? ¿Qué legado tuvieron sus creencias religiosas, sus políticas raciales y sus relaciones económicas? ¿Cómo influyeron los sistemas coloniales de sus metrópolis en sus tradiciones políticas? ¿Qué opinaba cada colonia de los derechos individuales? ¿Cómo sus opiniones divergentes sobre la tierra, su tenencia y sus usos promovieron o retrasaron el desarrollo de sus sociedades? ¿Hasta qué punto influyeron las civilizaciones amerindias que conquistaron los europeos en la forma de vida de los colonos?
C UANDO CHOCAN DOS MUNDOS
Sigue habiendo mucho debate en torno a cuál era el tamaño de la población nativa cuando se dio el primer contacto. Los estimados varían mucho, aunque parece casi seguro que era equivalente o superior al de la europea. Lo más probable es que fuera de unos 60 millones de personas, aunque algunos estudiosos proponen una cifra de hasta 110 millones. Esos nativos americanos tenían un nivel de desarrollo alarmantemente desigual. Los han y los capoques seguían en la Edad de Piedra: eran nómadas desnudos que recolectaban comida en los pantanos de lo que ahora es la costa estadounidense del golfo de México. Por otro lado, las ciudades-Estado esclavistas de los mexicas, mayas e incas rivalizaban con la sofisticación y el esplendor de Europa. La capital mexica de Tenochtitlan era una ajetreada metrópolis. Estaba meticulosamente diseñada y había sido construida con ingenio en el centro de un lago, donde solo era accesible por medio de calzadas bien resguardadas. Cuando Hernán Cortés la visitó por primera vez, tenía unos 250 mil habitantes. (En ese entonces, la población de Londres era de apenas cincuenta mil, y la de Sevilla, la ciudad más grande de la Corona de Castilla, difícilmente llegaba a los cuarenta mil). Los españoles quedaron asombrados. Uno de los capitanes de Cortés, Bernal Díaz del Castillo, dejó una vívida descripción de lo que él y los demás españoles presenciaron aquel primer día desde la cima del Templo Mayor: