Deborah Luzige - Knock Out. Tu historia, tu pelea, tu futuro
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- Libro:Knock Out. Tu historia, tu pelea, tu futuro
- Autor:
- Genre:
- Año:2016
- Índice:5 / 5
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Knock Out. Tu historia, tu pelea, tu futuro: resumen, descripción y anotación
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Knock
Out
Tu historia
Tu pelea
Tu futuro
DEBORAH LUZIGE
Título original: Knock Out
Autor: Deborah Luzige
Año de ésta publicación: 2016
Primera Edición
Todos los derechos reservados @DeborahLuzige. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación de un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del titular del copyright.
Diseño de Portada: Deborah Luzige
Distribución: LIBROMÁNTICAS
Dedicatoria
A todas aquellas personas que quieren cambiar
el rumbo de su vida.
La fuerza y la voluntad, están en tu corazón.
Puedes hacerlo.
Primera parte
La esencia del todo
Capítulo 1
“Al fin me voy a subir al ring. Hace seis meses que empecé a entrenar y Paul no me ha dejado subir excepto para limpiarlo. Claro que lo único que yo imaginaba era hacerlo con los guantes puestos. Lo que me llama la atención es la hora. Bah, seguramente es porque no quiere que los muchachos se queden como idiotas mirándome. Al principio fue difícil, no me sacaban los ojos de encima aunque yo llevara esa enorme sudadera con la capucha siempre puesta. Pero con un par de gritos del señor tricampeón de kick boxing Paul Andrade, las miradas indiscretas se terminaron. Supongo que por eso tardó tanto en aceptarme como pupila, veía problemas escritos por toda mi pálida piel, mi cabello castaño claro y mis ojos color miel. Pero al final mi insistencia lo terminó por convencer.
—Está bien —dijo bufando esa tarde lluviosa.
—No quiero que te agarres una pulmonía por mi culpa. Entra.
Y ahí supe que los tres meses de silenciosa súplica esperando en la puerta del gimnasio habían valido la pena.”
Pri se estaba terminando de ajustar las vendas de sus manos, sentada en el vestuario que ahora estaba vacío. Se sentía ansiosa y excitada pero ocultaba muy bien sus emociones. Hacía tiempo que había aprendido a hacerlo.
—Listo —se dijo en voz alta para reafirmarse. Estaba lista. Salió del vestuario y el gimnasio estaba desierto excepto por Paul y su contrincante que ya estaba encima del ring moviéndose de un lado a otro.
—¡Pri, ven aquí! —Le gritó como si la estuviese retando. Trataba a todos así, a ella un poco más que al resto pero ya se había acostumbrado. Eran sólo eso, gritos. Como entrenador era intachable. Ella obedeció y él le puso los guantes y empezó a ajustarle los cordones.
—¿Calentaste?
—Sí, Señor.
De pronto sintió que algo le molestaba. No supo identificar muy bien qué pero un grito interrumpió la línea de sus pensamientos.
—¡¿Qué?! ¡No voy a pelear con una mujer!
Y ahí ella vio su mirada penetrante cargada de furia. La miró por dos segundos y después volvió a mirar a Paul exigiéndole alguna explicación.
Pri entornó los ojos pero permaneció en silencio.
—Nik, te estás acostumbrando demasiado a mí. Necesitas probarte con alguien más.
—¿Y no tienes a nadie más? —La miró otra vez fugazmente.
—Necesito probarla también y francamente no confío en ninguno de mis muchachos.
Mientras discutían, Pri lo observó por unos momentos. Su rostro de líneas angulosas le sonaba familiar pero no se daba cuenta de dónde lo había visto antes. Rondaba los treinta, era alto, un metro noventa tal vez, delgado pero musculoso. Tenía el cabello rubio, con un perfecto corte de peluquería, muy corto en la nuca, patillas hasta la mitad de la oreja y encima el pelo en punta rompía con toda aquella perfección.
“Tal vez sea modelo. No, no se arriesgaría a que le marcaran la cara. ¿De dónde me suena?”
—Nik, este es mi gimnasio —dijo Paul en un tono más elevado. —Aquí el que dice qué se hace y qué no soy yo. ¿Vamos a seguir discutiendo?
Él suspiró de una forma exagerada.
—Está bien. Como quieras.
—¡Pri, arriba! —Le gritó Paul.
Ella subió, se miraron fijo por un instante. Ella no develaba nada; él, frustración. Se chocaron los guantes y comenzaron.
Se movían en un círculo, uno frente a otro, esperando tensamente quien diera el primer golpe.
—¡Vamos, vamos! —Decía Paul chocando sus palmas.
Pri se decidió y lanzó un puño a sus costillas que él defendió con su brazo. Al segundo siguiente, lanzó una sucesión de puños y patadas a sus piernas, estómago, hasta aventuró un par de golpes a su rostro. Él sólo se defendía.
—Nik, ¿qué mierda estás haciendo? ¡muévete! Pri, sigue así.
Ella seguía acorralándolo pero la frustración iba ganando lugar en su psique, se sentía estafada.
“Mi primera vez en el ring y este muñeco parece una bolsa de papas”
—¡Nik! —Volvió a gritar Paul y finalmente reaccionó. Sus puños se separaron de su rostro y aunque evidentemente estaba midiendo su fuerza, empezó a avanzar hacia Pri marcando contacto.
—Más fuerte Nik, así no sirve.
Pri se estaba enojando. El entrenamiento que hacía con el saco era más fuerte que esto. Tenía que hacerlo reaccionar de alguna manera. Entonces aprovechó una mínima distracción de él, cuando por un instante miró a Paul y le asestó un golpe con todas sus fuerzas a la altura de las costillas. Ésta vez él no alcanzó a defenderse. Se dobló en sí mismo y emitió un ahogado quejido desde el fondo de su garganta. Ella no pudo evitar una leve sonrisa.
—Muy bien Pri —la animó Paul. —Más control en la próxima. Es sólo un entrenamiento. Nik, despiértate.
Y de hecho lo hizo. Tal vez por sentirse algo humillado pero la pelea se tornó más ágil y había aumentado la fuerza y velocidad de sus golpes. La miraba intensamente, como si quisiese ganarle antes en su mente.
“¿Acaso quiere intimidarme? ¡Ja! Que iluso. Hace falta algo más que eso para ponerme nerviosa” pensó Pri regocijándose en lo segura que se sentía.
Tras unos veinte minutos más, ambos estaban sudando y agitados. Ella se admitió que al final había sido un buen ejercicio. Le faltaba mucho camino por recorrer. No le gustó para nada recibir esos golpes. Si hubiese sido más rápida podría haberlos evitado. Pero en términos generales, había sido una buena pelea.
Paul la dio por terminada. Se pusieron uno frente a otro y chocaron los guantes de nuevo. El rostro de Nik se había suavizado pero Pri no lo notó porque salió disparada a los vestuarios sin siquiera mirarlo. Una vez allí se sacó toda la ropa y se metió en la ducha. No era normal pelear con tanta ropa puesta pero ella lo prefería así. Ya acarreaba bastantes problemas con lo que se apreciaba a simple vista. No era necesario develar más.
Quince minutos después, estaba saliendo del gimnasio. Saludó a Paul a lo lejos ya que estaba metido en la oficina revisando papeles. Recién cuando llegó a la puerta se dio cuenta de que estaba lloviendo profusamente.
“Genial” pensó resignada y cruzó la puerta. Se quedó parada bajo el diminuto techo que estaba sobre la entrada tratando de decidir si esperaba a que parara o no.
—¿Te llevo? —Escuchó de pronto y se sobresaltó. Giró la encapuchada cabeza a su derecha y vio al tal Nik observándola de forma complaciente.
“No otra vez” pensó ella mirando de nuevo al frente.
—No, gracias —le dijo de forma cortante. Sin embargo él no se movió.
—Está lloviendo fuerte. Puedo llevarte a donde quieras. Tómalo como un pedido de disculpas por haberme portado como un idiota. Creo que al final dimos una buena pelea.
“Pedido de disculpas… Al final no era tan pedante como parecía. Pero no. No puedo dejarme tentar. Esto siempre termina mal. Tengo que dejarle claro cómo son las cosas.”
—Lo que hiciste hoy fue lamentable
—mintió. —Cuando quieras pelear en serio, me avisas. Y no necesito que me lleves. Tengo piernas y no soy de azúcar —y al segundo siguiente, desapareció dentro de la copiosa lluvia sin mirar atrás.
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